01 may 2013 . Actualizado a las 13:51 h.

La Xunta ha multado a Autoestradas de Galicia con 1.200 euros diarios por suprimir a los cobradores de los peajes en cuatro salidas de las autopistas de A Coruña-Carballo y Vigo-Baiona. Como la rentabilidad no era la deseada, se han cargado de un plumazo a los trabajadores que aguantaban las horas sentados en las cabinas para cobrar un puñado de euros al día a cuentagotas. El tiempo ha demostrado que la autopista de O Val Miñor no es el gran negocio que se pensaba cuando se inauguró hace catorce años.

La oposición que generó el proyecto en aquella época, que fue mucha, planteaba otras alternativas más económicas, con un menor impacto sobre el medio ambiente, sobre viviendas que hubo que expropiar, o sobre restos arqueológicos que fueron arrasados.

La propuesta de una autovía igualmente servía para comunicar mejor la comarca con el resto del mundo. Pero la idea de ahorro no estaba en la cabeza de los gobernantes de aquella época.

La construcción de la autopista del Val Miñor le salió muy cara a los vecinos de Baiona, Nigrán y Gondomar. No solo por el montón de millones del erario público que costó hacerla, sino por la parte de su territorio y de su paisaje que tuvieron que sacrificar. El Gobierno autonómico pudo convertir el vial en una infraestructura util para la comarca cuando construyó los enlaces para interconectar por autopista los ayuntamientos de Baiona, Nigrán y Gondomar. Pero apenas tienen tráfico porque por las carreteras convencionales se tarda lo mismo en llegar y no hay que pagar.

La Xunta sanciona ahora a Autoestradas por aplicar recortes a ese monstruo que ella creó con unas previsiones de futuro equivocadas. Antes las obras se hacían a lo grande y ahora pagamos las consecuencias.

alejandro.martinez@lavoz.es