Guantes con rumbo a Islandia

Nino Soto PONTEVEDRA / LA VOZ

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Ramón Leiro

Sergio Lloves, ex del Pontevedra, se une a la lista de gallegos en el extranjero

16 jul 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Del Pontevedra a Islandia. La vida de Sergio Lloves (Redondela, 1987) ha dado un giro de 180 grados. El exportero granate se une así a la extensa lista de jugadores gallegos que buscan un hueco en el fútbol profesional extranjero. El meta pone rumbo hoy mismo cara al país del hielo, donde blindará la portería del Vikingur Olafsvik, conjunto que milita, por primera vez, en la máxima categoría.

«Me voy con un poco de miedo, pero tranquilo al mismo tiempo», señala Lloves, que el año pasado lució los colores del Pontevedra en Tercera División. «Me voy con la incertidumbre de dejar lo que más quieres atrás, pero si no me compensara, no me marcharía», añade.

Y esa compensación no es económica, precisamente. Lloves confesó que uno de sus grandes objetivos es disfrutar del fútbol profesional, y el conjunto islandés le brinda esa irrechazable oportunidad. «Siempre quise ser profesional y este equipo me lo va a permitir», subraya el cancerbero, que en la tarde de ayer hacía las maletas en su domicilio.

El arquero, ex también del Rápido de Bouzas, aterriza en Islandia de la mano de Kiko Insa, hermano del excéltico Natxo Insa. Kiko jugó la pasada temporada en el Rápido, y cuando el Vikingur Olafsvik se quedó sin su portero titular -fichó por el fútbol suizo-, el defensa central pensó en Sergio Lloves.

Lloves parte en tren esta noche a Madrid, donde cogerá un vuelo que lo trasladará a Londres, y desde allí, a Reikiavik. «Luego supongo que me recogerá Kiko (Insa) en el aeropuerto», relata. El cancerbero calcula que pasado mañana ya estará entrenando con el Vikingur, que lucha por la permanencia. Faltan dos meses de liga y su nuevo club dispone de un colchón de dos puntos sobre el descenso.

«Si se cumple el objetivo y me gusta la experiencia en Islandia, volvería la próxima temporada», matiza. Lloves residirá en un pueblo costero de un millar de habitantes y a unos 50 minutos en coche de Reikiavik. Confiesa que lo podrá pasar mal por la dieta gastronómica de lo que serán sus vecinos. «Comen mucha víscera y a mí no me gusta», bromea. «Pero bueno, también hay bacalao y atún». Pero el futbolista ya quiere sumergirse en su nuevo vestuario. «Quiero empezar cuanto antes y luchar por esa permanencia», concluye.