Un total de 21 cámaras siguen atentamente todo lo que ocurre en la AG-45
29 mar 2014 . Actualizado a las 07:00 h.Antes era una vía rápida y, demasiadas veces, mortal. Pero desde que en el 2008 la de O Salnés se convirtió en autovía, no ha vuelto a cobrarse ninguna vida. «Esa es la gran noticia», dice Andrea Bastón, jefa de conservación de Ausal, la empresa que se encarga de la gestión de esa carretera. Hablamos con ella y con Santiago González, el director de explotación, en el cerebro de la autovía: un edificio gris que emerge en O Mosteiro. Desde allí se controla todo lo que ocurre en los 17 kilómetros que unen Curro con Sanxenxo. La ampliación de la autovía hasta O Grove sigue siendo una asignatura pendiente.
Pero esa es otra historia. Volvamos a la autovía, a esa carretera de cuatro carriles por la que pasan miles de vehículos cada día, tanto en invierno como, sobre todo, en los meses más calurosos del año. A lo largo de sus 17 kilómetros, una amplia red de ojos de vidrio -nueve cámaras domo y doce más fijas- siguen todos los movimientos del tráfico. Todas sus miradas confluyen en las pantallas de la sala principal del centro de control, una habitación en la que siempre hay alguien. Y siempre quiere decir «las 24 horas del día, los 365 días al año». Así que, al final, son ojos humanos los que están atentos a cualquier anomalía en la circulación: un coche que se para en el arcén, o otro que resbala sobre el asfalto.
Desde la sala de control se tiene acceso a mucha más información de la que se pueda pensar. Y es que hasta allí llegan, también, los datos de una pequeña estación meteorológica instalada en la calzada que informa sobre la velocidad del viento o la temperatura del asfalto. Es este último un dato especialmente importante, sobre todo en invierno. Porque, si bien es cierto que este año no ha sido preciso lanzar ni un gramo de sal a la vía para prevenir el hielo, lo normal es que los operarios que se encargan de mantener bajo control la autovía sí tengan que hacer uso de toneladas de este producto para neutralizar los efectos de las bajas temperaturas.
De la presencia de hielo o de cualquier otro obstáculo para la circulación se informa puntualmente a los usuarios de la vía a través de los paneles de mensajería variable instalados en varios puntos del trazado. Esta suerte de SMS abiertos a todos los conductores recogen información útil para quienes transitan por una vía que en verano presenta una circulación intensa. Intensísima.
Por eso, explica Andrea Bastón, durante el período estival, cuando la autovía se convierte en pista de salida a la playa, se extreman todo tipo de precauciones. Aunque la precaución, en realidad, es la razón de ser del centro de control de O Mosteiro. Desde allí no solo se comprueba que todo esté en orden, si no que se planifica el trabajo para lograr esa meta. «Nuestra misión es, entre otras cosas, la conservación de la autovía en perfectas condiciones», señala Santiago González. Y eso supone una cantidad de trabajo ingente. Y, aunque los operarios que limpian la maleza, comprueban el buen estado de los taludes y revisan las mallas de seguridad son bien visibles, lo cierto es que su trabajo suele pasar desapercibido.