Los presupuestos y el pregón de la secta gobernante

José Manuel Rubín SIETE DÍAS, SIETE VOCES

FIRMAS

16 jun 2014 . Actualizado a las 15:25 h.

Hoy quisiera derramar una lágrima pero no por el varapalo a España en el Mundial (la emoción me la anularon unos mercenarios que negocian, y cobran, primas de 720.000 euros si ganan pero que no pagan ni un chavo si pierden) y sí por las continuas bofetadas que le dan a Ourense unos políticos que bajo el paraguas del PSOE gobiernan la capital con modos de secta minoritaria. Véase el ejemplo de los presupuestos del 2014. No son confeccionados para los 107.542 ourensanos y sí para la camarilla del alcalde y diez ediles más. La guerra fratricida entre ellos se lleva a las cuentas de los vecinos que son quienes sufragan los 103,8 millones de euros que consumirá el Concello de Ourense. No se reparten estos fondos en base a las necesidades de la capital sino con el criterio de premio o castigo, según los ediles sean fieles o díscolos. Los que están en el sector del alcalde gestionarán el 90% mientras a los desobedientes les queda el 10% con la sonrojante decisión de dotar a Turismo con tan sólo 307.834 euros. ¿A esto se refería el regidor cuando hablaba, hace 15 días de que Turismo era «área prioritaria» o cuando fue a México para pedirle a los cuates «que se hagan cómplices del potencial turístico de Ourense»? El reparto presupuestario es un ejemplo más de las prioridades de un regidor que volvió a mostrarse como un especialista (¡y no estoy pensando en las aceras de su casa que le endilgó al Plan E!) del clásico «o que parte e reparte, para sí a maior parte». También se aplicó esta técnica a las fiestas de Ourense. El PSOE acaba de decidir unilateralmente suprimir la batalla de flores (una tradición de décadas eliminada de un plumazo) y designar pregonera a la exministra de ZP, Elena Espinosa. He repasado los pregoneros del siglo XXI y no encontré ningún político. Ahora el PSOE nombra a una persona que el partido había rechazado como candidata a diputada y a jefa del PSdeG. Y aquí viene la pregunta: «Una persona que no le valía al PSOE ni para el Parlamento ni para el partido, ¿es válida para insuflar espíritu festivo a los vecinos de la capital?». La pregonera, con todos mis respetos personales, surge de los intereses de la secta que, para desgracia de Ourense, acumula despropósitos en el gobierno de la capital.

La frase La acaba de pronunciar el delegado de la Xunta, Rogelio Martínez, a raíz de la decisión de los magistrados Cid Manzano, Blanco Arce y Amparo del Olmo (sí, sí, los mismos a los que el Supremo les tiró de las orejas porque no vieron en el caso de los paneles que se estaba «ante una resolución que debe ser estimada de prevaricadora por el apartamiento absoluto del principio de legalidad»), de no cerrar, como insta la Fiscalía, el caso por el supuesto uso irregular de fondos públicos en el Concello de Arnoia. «Non me sentarei en ningún banquillo sendo delegado da Xunta», dijo el exalcalde de Arnoia que antes ya había dicho: «Se hai xuízo, marcho para a casa». Y cuando los políticos (véase el caso de los ediles de Santiago) esperan a las sentencias para irse, es saludable ver la determinación de uno que reitera que lo decente es que un político se vaya cuando una decisión judicial lo sienta en el banquillo de los acusados.