La inhibición de la CEO en la crisis de la Cámara

José Manuel Rubín SIETE DÍAS, SIETE VOCES

FIRMAS

26 oct 2014 . Actualizado a las 04:00 h.

El tsunami de la crisis descubrió las vergüenzas de una sociedad que veía el dinero público como un regalo y no como un esfuerzo recaudatorio colectivo. Sirva de ejemplo lo ocurrido en la Cámara de Comercio. Esta institución tuvo décadas tan brillantes en lo económico (la afiliación era obligatoria) como nefastas en la divulgación de sus servicios. Fue más un apéndice del poder político que un motor independiente (la independencia se la daba la pluralidad de sus asociados) para el desarrollo de la provincia. Ahora, con la anulación de la obligatoriedad de las cuotas, se ve el verdadero valor de la Cámara y de los empresarios de Ourense. Ni uno de los miles que antes pagaban las cuotas por exigencia legal lo hacen ahora por solidaridad. En ellos no anida el espíritu de Fuenteovejuna (todos a una). La crisis cameral constata también el desierto de liderazgo en el que se encuentra Ourense. De los 29 miembros del pleno de la Cámara (líderes de los sectores más pujantes de la provincia) ninguno quiso asumir la presidencia. Cuando llegaban millones del Estado y de las cuotas obligatorias, había guerras fratricidas por el poder. Ahora que hay que rascarse los bolsillos, los otrora ambiciosos competidores hacen mutis por el foro. Es la secuela de la pérfida política de subvenciones que dejó a la sociedad (sean partidos, sindicatos, patronales o asociaciones varias) incapacitada para generar recursos más allá de la teta pública. La Cámara es el ejemplo. Nadie quiere saber de ella. Así lo aseveraba ayer el presidente de la CEO, José Manuel Pérez Canal, al declarar a La Voz que la crisis de la Cámara «es una cuestión interna de esa entidad? y algo que en la Confederación Empresarial no nos compete». Al primer líder empresarial se la trae al pairo la Cámara olvidando que entre los 29 empresarios que se sientan en su pleno están el vicepresidente de la CEO, los cuatro miembros nombrados por la CEO y dirigentes de agrupaciones de la CEO como constructores, libreros, talleres, etcétera. Pérez Canal tiene la Cámara llena de miembros y directivos de la CEO y no mueve un dedo para salvarla (¿será que busca su quiebra para gestionar después los despojos?) como, por cierto, hace su homónimo de Lugo. Esta es la auténtica crisis de Ourense, la ausencia de líderes dispuestos no a inhibirse, como Pérez Canal, y sí a unir a los empresarios en torno a una idea común.

Preguntas. ¿Qué pensarán los vecinos de O Carballiño de la mudanza en el censo de Pachi Vázquez a Ourense? ¿Es desamor por la capital del Arenteiro o amor platónico por la de la provincia? ¿Verán los vecinos, los de aquí y los de allá, más intereses y ambiciones personales que amores a las raíces geográficas?

El inspector. Hacienda (que somos todos) le reclama al Concello (que seguimos siendo todos) 66.000 euros por una inversión en las aceras de la calle del alcalde de Ourense que es inspector de Hacienda. Si este le endosó a las cuentas públicas sus obligaciones particulares, ¿qué ejemplo da a los contribuyentes? Que Hacienda le reclame a un Concello, regido por un inspector de Hacienda, por el uso irregular de fondos públicos en beneficio del susodicho inspector, es el colmo de los colmos.