En Lugo, los enfermos de cáncer van y vienen, cansados y doloridos, por esa peculiar Ruta 66 que es para ellos la ruta del cáncer, el camino de ida y vuelta a las sesiones de radioterapia que la Administración les niega en su ciudad. En la peculiar Mother Road del cáncer, tan transitada, los involuntarios viajeros tienen tiempo para pensar el porqué de las horas de asfalto para una terapia que podrían recibir al lado de casa. Y son muchos los que no entienden por qué; por qué si hay dinero público para, pongamos por caso, llenar de colorista iluminación navideña ciudades y villas, no lo hay para dotar al hospital de Lugo (HULA) de radioterapia, medicina nuclear y hemodinámica durante las 24 horas del día. No lo entienden, porque no es entendible. Ellos, como Steinbeck, saben que «un alma triste puede matar más de prisa que un germen» y combaten la tristeza del desamparo administrativo con la fuerza propia de quien pelea con la espalda contra la pared, de quien lucha por la propia vida. «É moi duro, sobre todo para a xente maior», dijo José Mon, el vecino de A Fonsagrada que el viernes dio voz a los que, como él, se ven obligados a transitar por la ruta del cáncer. Mientras, en Lugo, los periódicos decían que la Federación de Comercio, presidida por José María Seijas, llevará al juzgado al Concello porque no le abonó la subvención para el alumbrado navideño del 2013.
Los colectivos que promovieron la iniciativa popular para dotar al hospital de Lugo de los servicios de hemodinámica 24 horas, radioterapia y medicina nuclear invitaron a los políticos gallegos a recorrer con los enfermos lucenses la ruta del cáncer. El socialista José Ramón Gómez Besteiro, presidente de la Diputación Provincial y secretario general del PSdeG, fue el primero en apuntarse a este gesto reivindicativo. Mientras lo hacía, la jueza Pilar de Lara dirigía un largo y minucioso registro en varios servicios de la Diputación y el PPdeG lo acusaba desde Santiago de utilizar a los enfermos para salir en la foto. Y sí, en alguna foto salió Besteiro a cuenta del viaje. Pero no es menos cierto que el socialista, con esa foto, adquirió un compromiso político que lo perseguirá allá donde vaya mientras esté en política. Es de suponer que está dispuesto a actuar en consecuencia. En otro caso, se lo recordarán Jesús Vázquez, Vicente Quiroga, Miguel Ángel Real y todos los que se han dejado muchas horas de trabajo y esfuerzo en reclamar para Lugo unos servicios con los que ya debía contar.
En Lugo, ¡ay!, la pérdida de una subvención para unos cientos de bombillas de dudosa necesidad conduce a las puertas del juzgado; por el contrario, la carencia de servicios sanitarios esenciales es una cuestión que se pierde en debates inanes y romos ensayos de esgrima política. Al popular Jaime Castiñeira, presunto candidato a la alcaldía, la Xunta se lo está poniendo muy difícil. Si las direcciones autonómica y provinciales del PPdeG siguen enredando con la designación de los candidatos en las grandes ciudades, en Lugo Jaime Castiñeira, cuando le pregunten por su rival socialista, López Orozco, tendrá que recurrir a la respuesta que dio el periodista Manuel Aznar al joven entrevistador que le preguntó por Indalecio Prieto: «No cite usted ese nombre. Es gafe». Como Orozco para el PP. Desde 1999.
En Lugo pasan cosas curiosas, sí. Pasa, por ejemplo, que los mismos que hacen las leyes se sienten incómodos al aplicarlas. Justo de Benito, director general de Calidade e Avaliación Ambiental de la Xunta, es decir, un cargo político, se sitúa «personalmente» con los que se oponen a la instalación de una gasolinera en Carrefour. ¡Mira qué bien! Y la gasolinera al pie del Miño autorizada porque lo impone la ley. ¿Quién hizo la ley? ¿Quien desde la oposición dejó hacer y ahora el concejal socialista Luis Álvarez no encuentra argumentos para denegar la correspondiente licencia municipal? Mientras, el Bloque, a falta de mejores opciones, se agarra a la gasolinera (a la oposición a la gasolinera) y prepara para ser candidato a la alcaldía a una joven promesa nacionalista que empezó a asomar en sociedad gracias, precisamente, a la plataforma contra la nueva estación de servicio: Rubén Arroxo. Se ve que el aún presunto candidato tiene lo que indica su apellido; tal como está el BNG en Lugo le hará falta. A la sociedad lucense no le vendrían mal políticos con arrojo para acabar con la particular mother road del cáncer. Ya es hora.
pulso lucense
El gobierno lucense tiene problemas para lograr que los funcionarios formen parte de tribunales de oposiciones