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La comunicadora coruñesa recomienda no pasarse de los 8 minutos por charla
04 ene 2015 . Actualizado a las 04:00 h.He aquí una periodista coruñesa que se fue a Madrid a buscarse la vida, se topó con la cara más dura de la profesión, y decidió reinventarse. Tras su paso por el Instituto de Comunicación Empresarial de Manuel Campo Vidal, Ana Romero Fernández (A Coruña, 1988) creó la empresa Lettera Comunicación, con sede en A Coruña, desde la que enseña a la gente a hablar en público, hacer presentaciones eficaces, controlar el lenguaje corporal y perder el miedo escénico.
-¿Cuánto debe durar una conferencia para no aburrir?
-Las de ocho minutos son las mejores. El cerebro tiene un límite. Después de veinticinco minutos de atención, se duerme.
-Pues hay discursos que invierten unos cuantos minutos, los iniciales siempre, en «saludar» a todos los presentes. ¿No es este un arranque de charla un poco pasado de moda ya?
-Sí. Toca modernizarse. Los políticos lo hacen por protocolo, por cordialidad y, también, por un poco de peloteo.
-Es que luego hay enfados si alguien importante no es «saludado» debidamente desde el atril.
-Lo que debería importarles más es el argumento que se lanza desde ese atril.
-¡Basta ya de los «saludas» interminables en el inicio de las conferencias de los políticos!
-Sí. Basta ya de tantos saludas en los discursos de los políticos. Yo nunca empiezo saludando. Recomiendo arrancar con una frase impactante, un dato, una anécdota o un chiste.
-Hay opciones por un tubo.
-Sí, sin tener que dar las gracias al que te invitó, al que te está escuchando y al que te está esperando. En mis conferencias, yo no doy las gracias a todo quisqui antes de empezar a hablar.
-¿Qué gestos deberían estar prohibidos en un conferenciante?
-Cruzar los brazos o meterse las manos en los bolsillos, porque parece que estás ocultando algo. Tampoco vale apoyarse en el atril. Puede dar la impresión de que estás cansado. Darle vueltas a un anillo implica compromiso con lo que estás diciendo. Y la sonrisa es lo más importante.
-¿Me dice algún truco más?
-A mí me funciona fichar a tres personas diferentes del público y atacarlas a ellos con la mirada, hacer la interactividad solo con ellos. Eso da seguridad.
-¿Y las manos?
-Subirlas demasiado no es bueno. El truco está en situarlas a la altura del pecho y del ombligo. Más altas, no, porque puede resultar agresivo. Y moverlas mucho tampoco. Hay que intentar no llevar pulseras que hagan ruido, porque desconcentra. El bolígrafo es una herramienta útil, si no es de los de hacen «click», claro. No es recomendable estar haciendo ese ruidito todo el rato.
-¿El público huele el miedo?
-Sí. Funciona igual que lo haría un perro. Si huele tu miedo, va a ir a por ti. Si el público ve que estás sudando, por ejemplo, no se va a centrar tanto en tu ponencia.
Ana Romero periodista que enseña a hablar en público y a evitar el miedo escénico