¿Qué Drácula nos fascina más?

FUGAS

El primero fue el de Bram Stoker, que leerán aún hoy sin aliento, víctimas de la prosa directa a la yugular de un autor tan misterioso como el conde que creó. Drácula celebra 120 años bajo el veredicto de sus fans. Hoy vamos a muerte. La vida puede esperar

19 mar 2020 . Actualizado a las 18:47 h.

 Aunque el cine le haya dado vidas sucesivas en diferentes mortales, algunos con el punch salvaje de Christopher Lee y otros con la suavidad de Gary Oldman, hay una mordida original. Un fogonazo que asombra y empuja a entrar, con gusto por la letra en la frondosa oscuridad del Príncipe de las Tinieblas. La primera gran arma de Drácula es el lenguaje, su vigor verbal. Poesía vampírica que transforma. Ahí están, vivas como la sangre en la presentación de las nuevas ediciones de la novela (tienen una en Penguin Books y otra en Austral, con prólogo de Pere Gimferrer), las palabras que puso en labios del conde Bram Stoker hace 120 años: «Bienvenido a mi morada. Entre libremente, por su propia voluntad, y deje parte de la felicidad que trae...». ¿Quién podría resistir la tentación de responder a esa hospitalidad?

DE STOKER A COPPOLA

«Drácula es un seductor. Seduce aterrando», asegura Darío Vilas, guionista de Mom y autor de El hombre que nunca sacrificaba las gallinas viejas (Cazador de Ratas), que acaba de ver nueva edición. «Drácula es elegante, tiene algo que seduce tanto a mujeres como a hombres», apunta el autor vigués que se define como un escritor a rachas. No tengan miedo a preguntarse... ¿Novela de terror o historión de amor? «Lo que más atrae de Drácula no es el monstruo, su lado terrorífico, sino que es un tipo encerrado en sus propias circunstancias, atrapado entre la vida y la muerte, víctima de un destino trágico por amor. Y nos da una de las frases más líricas y más potentes de la historia: ‘He atravesado océanos de tiempo para encontrarte’», afirma Manel Loureiro, que lanza Veinte, ciencia ficción que nos conduce a un mundo colapsado por el caos tras el suicidio de parte de la humanidad.

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Con una bolsa de sangre en una cama de hielo fue recibido este año en el hotel el autor de Fulgor en el Festival de Sitges. El certamen celebró un fantástico medio siglo con un homenaje a Drácula al que asistió (con total black look) uno de sus intérpretes, Frank Langella (sí, sé que le ven como Nixon, pero el Watergate es otro tipo de terror).

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«La presencia de Drácula en esta edición de Sitges fue imponente -dice Loureiro-. Estaba por todas partes». El cine ha echado el resto y más en la leyenda de Drácula como mito del terror. Es algo que advierte Pere Gimferrer en la nueva edición de la novela en el sello Austral: «El destino póstumo de esta novela es singular: el mito de Drácula pertenece más al cine que a la literatura y son sus versiones cinematográficas lo que le ha valido a la novela una exhumación».

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La película de la Hammer del 58, interpretada por Christopher Lee, «es una versión visceral, terrorífica, casi animal de Drácula», advierte Darío Vilas. Pero «Coppola reventó la banca en el 92 -aporta Loureiro-, al hacer la versión más fiel al original que hemos visto nunca». Tras la teatralidad de Nosferatu de Murnau, Béla Lugosi, Christopher Lee o Blacula (el Drácula negro) la imaginación entra en cintura y Coppola nos devuelve a la casilla de salida. «La de Coppola es la versión más fiel a la novela, descubre a un Drácula más elegante», asiente Vilas, pero él se queda «sin duda» con la interpretación de Christopher Lee. Así, con ese clásico de la Hammer, fue como descubrió el autor de Cacahuete al vampiro rey. «Yo tenía 6 o 7 años y me impactó ver a ese Drácula con los ojos inyectados en sangre». Ese Drácula le sigue impresionando hoy «por su estética, que no ha perdido con el tiempo. En cambio, la película de Coppola, al revisionarla hace poco, me decepcionó. Ha perdido a nivel de imagen y de efectos, mientras que la primera de la Hammer tiene encanto precisamente por eso». El Drácula de Coppola, en esencia el de Stoker, sí cumplió las expectativas de nuestra premio nacional Ledicia Costas. 

A versión de Coppola gustoume, tamén, polo momento no que a vin», comenta quien reivindica el papel de la mujer en la ciencia con la novela A señorita Bubble. «Pero Coppola introduce un punto erótico que a novela non tiña, e iso a min, que daquela tiña 13 anos, impactoume! Coppola monta unha historia erótico-festiva entre o sexo salvaxe e o amor romántico. Un bonus track para a novela de Stoker!», dice la autora de Escarlatina, a cociñeira defunta. Puestos a elegir, ella de todos los Dráculas se queda con el original, el de la novela que tenía en una edición de Anaya. «Lina no meu primeiro ano de instituto -cuenta-. Aínda non lera a Polidori ou Le Fanu, e fascinoume aquel vampiro, aquel universo gótico e a forma da novela. Está contada con anacos de diarios, de cartas, de recortes de xornais...», al estilo de un clásico anterior de Wilkie Collins, La Dama de Blanco, hechizante. «Hoy que estamos curados de espanto -dice Loureiro-, desde el punto de vista creativo la novela de Stoker, que rompió las reglas del juego, sigue siendo brutal». Y muy contemporánea, fíjense si no en las cartas de Mina a Lucy, se multiplican los ???, como en el WhatsApp.

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Gary Oldman o Rhys-Meyers, que hizo un Drácula de teleserie en el 2014, son evidencias del atractivo de un vampiro que no responde, físicamente, al molde de Stoker. Recuerden la descripción del novelista: rostro aguileño, nariz delgada con el puente muy alto y las aletas arqueadas de forma peculiar, la frente abombada; los cabellos, escasos en las sienes y abundantes en el resto de la cabeza, cejas muy pobladas que casi se unen por encima de la nariz y ¡amenazan con rizarse!, mentón ancho...

«O atractivo de Drácula está en ser El No Muerto, é diferente, vólvese novo e percibe cousas que os outros, os mortais, non poden percibir -anota Ledicia Costas-. Vive illado nos Cárpatos, e ten un punto salvaxe que non encaixa nos parámetros do racional».

Aunque el tiempo sucumbe al poder de seducción del genio, no hay que perder de vista la fecha de caducidad. Lo que en su momento es visto como el summum del romanticismo puede cambiar con los años, comenta Darío Vilas, que sugiere que «hoy podemos hacer una lectura totalmente distinta de Drácula» y ver en la historia del vampiro enamorado de Mina «un thriller sobre un psicópata acosador extremo». ¿Es ir muy lejos? ¿O muy al caso, viendo lo verdes que estamos aún en relaciones saludables?

La ficción es un espejo sin reflejo para la moral de la conducta. Sigamos, pues, en la penumbra del sueño. «El infierno son los otros», podría decir el conde Drácula, que es el único que no tiene voz en su propia historia (como Rebeca en Rebeca). Pero el eco de las frases del príncipe de las tinieblas nos alcanza a través de las notas de Jonathan Harker: «No olvide que los que duermen imprudentemente suelen tener pesadillas». Esas notas del abogado inglés que arranca el relato de la historia tienen más que un valor testimonial. En ellas la escritura se revela como el coach que ayuda a mantener la cordura en un mundo delirante, un mindfulness vital. «Hasta ahora no había captado qué quiso significar Shakespeare cuando le hizo decir a Hamlet: ¡Mis libretas! ¡Rápido, mis libretas! Es conveniente que lo anote...», escribe Harker, prisionero en la mansión de Drácula. El metaliterario es un valor que acentúa Antonio Manuel Fraga, autor de Querido H.P. Lovecraft, que descubrió a Drácula con 15 o 16 años, en una edición que tenía su madre de Círculo de Lectores. «Impactoume a visión do monstro como un condenado por amor, que Drácula tivese capacidade de amar», comparte. Él estuvo trabajando en la construcción de un parque eólico en Rumanía en el 2009 y la experiencia no le dio la ocasión de bajar al infierno que creó Stoker, pero sí la de ver a Drácula convertido en un «icono pop». Aunque se mueve con más gusto entre dragones, Drácula tiene su aire con el Dragal de Elena Gallego, quien observa que «os personaxes de Stoker son inmortais porque están asentados en tradicións milenarias. Segue fascinando o sangue, a inmortalidade, o lado escuro... E así seguirá sendo! Podemos actualizar o estilo decimonónico da novela orixinal, pero os seus personaxes son actuais porque representan as luces e sombras das paixóns humanas».

Drácula tiene muchos «hijos». Entrevista con el vampiro, de Anne Rice, bien llevada al cine con Tom Cruise y Brad Pitt, es una de sus dignas herederas, coinciden Costas y Loureiro. En el 2000 llegó la saga Crepúsculo («¿Hay algo peor que pasar la eternidad en un instituto?», plantea Loureiro, «¡es el día de la marmota en versión vampiro!») y True Blood trajo sangre fresca desde HBO. Los más pequeños tienen también para morder: en libro, a una hada vampira tan natural como Isadora Moon, y en pantalla, se prepara ya el estreno de la tercera entrega de Hotel Transylvania.

Sin desmerecer a Gary Oldman, a mí me fascina Béla Lugosi, Drácula hasta la muerte, con su destino fatal escrito por Stoker. Y el propio Stoker, de triste infancia y raro final. Dicen que pasó sus últimos días señalando un rincón y diciendo: «Strigoi, strigoi, strigoi». ¿Vampiros? Por Dios, enciendan la luz.

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La familia de monstruos que triunfó en los 70 y los 80 resucitará en Brooklyn de la mano de la cadena NBC.

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La serie de HBO nos lleva en siete temporadas a una trama zombi en Luisiana que gana en impacto a la saga de novelas en las que se basa.

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