Berto Romero: «Estoy en la trinchera de vivir el momento»

Ana Abelenda Vázquez
Ana Abelenda REDACCIÓN

FUGAS

Carolina Santos

Vuelve a la gran pantalla de la mano de Cuerda, en la «secuela espiritual» de «Amanece que no es poco». Este padre con gracia estrena año con nueva temporada de «Mira lo que has hecho», y con una certeza: «El humor es un termómetro social»

14 mar 2023 . Actualizado a las 13:24 h.

Mira lo que ha hecho Berto Romero (Manresa, 1974), que hoy estrena en cines Tiempo después, un salto al año 9117 de la mano de José Luis Cuerda. «Para mí, esta es una película muy querida. Tiene una historia bonita detrás. Algunos confabulamos con José Luis [Cuerda] para empujar esto, tiramos de teléfono, nos llamamos unos a otros. Teníamos muchas ganas de que Cuerda pudiera rodar este guion. Esta es una historia que habla del mundo que vivimos ahora, y somos amanecistas hasta la médula. Al final, quedó una película muy única, como lo es Amanece que no es poco. Tiempo después no es una secuela. El director y los productores la llaman ‘secuela espiritual’, y es exactamente lo que es».

-¿Qué ofrece «Tiempo después»?

-Tiene ese espíritu cuerdista de comedia absurda, albaceteña, maravillosa, pero tiene también otras muchas cosas. No quiero revelar más...

-Sí podemos avanzar que esta vez Berto Romero se convierte en un barbero ilustrado que recita a Lorca.

-Sí, creo que tengo el papel más luminoso de la película. Este Agustín es un tipo que le cae bien a todo el mundo sin que él se lo proponga. Se pone a recitar a Lorca y la gente se parte.

-¿Más vale caer en gracia que ser gracioso?

-Bueno... es algo que está en mi papel. El otro barbero, Arturo Valls, que es lo opuesto, le pone todo el oficio y no tiene nadie en la barbería (risas).

-Este Cuerda nos lleva al futuro, al 9117, mil años arriba, mil abajo.

-Sí. En la primera película de Cuerda, mediometraje total, esta historia empezaba con un plano de un campo con unas ovejas y un letrero que ponía «Londres». Ese 9117 es un futuro Cuerda, un futuro retrofuturista, parece la España de los 50. La gente parece que esté recitando a Shakespeare y todo el ambiente es casi de cine clásico español, con una estética anterior, te diría, al propio Amanece.

-¿Suscribe lo de «Quién quiere un mundo feliz. Uno quiere ser feliz, sea como sea el mundo»?

-Al final es parte de la voluntad humana. Intentar ser feliz es lo único que vale la pena. Pero yo creo que intentando ser feliz se puede hacer quizá un mundo más feliz.

-¿Mira al pasado o salta adelante?

-No me gusta mirar al pasado. No soy nada-nada nostálgico, pero no soy tampoco de estar haciendo planes de futuro. Cada vez estoy más en la trinchera de vivir el momento. Es lo que tienes. Si te quedas a vivir en el pasado, vas a estar amargado continuamente, porque vives en un lugar muerto. Y el futuro no existe. Nadie sabe qué va a pasar en 5 minutos. Lo único que tiene sentido es estar en el momento. Le llaman el zen, ¿no? jajaja.

-Hace falta entrenamiento y fortaleza mental...

-Sí, porque tu cabeza te lleva pa´lante y pa’trás. Pero es un ejercicio interesante.

-¿Dónde le ve más sentido al humor?

-En todo. Es la única herramienta que tenemos para ver la realidad tal como es. El sentido del humor nos distancia, nos hace alejarnos, y es un mecanismo eminentemente humano, una de las pocas cosas que nos distinguen como especie. Honestamente, no veo ningún ámbito de la vida donde no deba aplicarse el humor. Es más, me preocupa que esté mal visto o no sea pertinente. Me pone en guardia.

-Pero hemos evolucionado en sentido del humor. Hay cosas que nos hacían reír hace 30 años y hoy nos dejan fríos.

-Bueno... esto ha pasado siempre. Parece que ahora hemos descubierto que el sentido del humor cambia y alucinamos. Cuando era pequeño, a mí no me hacían gracia los chistes que le hacían gracia a mis padres... El sentido del humor es un termómetro social. El humor es algo vivo, ojalá siga cambiando y evolucionando. Igual, hace 30 años nos reíamos de cosas que no tienen gracia, no sé. El sentido del humor no es ciencia, no es lo mismo para ti que para mí, ni es para ti ahora lo que era hace 20 años, ¿o no?

-¿Se puso gafas para parecer más espabilado? Eso nos contó una vez.

-¡Sí! Yo vivía en una familia en la que todo el mundo llevaba gafas menos yo, que tenía la nariz más grande de toda la familia, y me parecía injusto. Y luego siempre me gustó el gafapastismo, esa gente como Elvis Costello o Woody Allen. O como Eugenio. Cuando empecé a hacer comedia, un amigo me dio unas gafas negras con unos filtros amarillos, les quité los filtros y me las puse. Hace unos años me empezó a fallar la vista... y mis gafas se convirtieron en gafas de verdad.

-¿Tiene ocho apellidos murcianos?

-Sí, sí. Romero Tomás Hernández Muñoz Zamora Meroño Martín.

-Son siete...

-Bueno, no me he puesto a investigar mi árbol genealógico. Sé que mis cuatro abuelos venían de Cartagena, pero más no investigué. A ver... irlandeses, por los apellidos, no parecen.

-«Mira lo que has hecho», su serie en Movistar, nos invita a sentirnos menos marcianos como padres. ¿Para cuándo segunda temporada?

-En febrero. Me estás hablando de la niña de mis ojos... jajaja. Esta serie es un producto muy personal, y estoy contento con esta segunda temporada. Hemos dado pasos adelante. Creo que el efecto será parecido al de la primera, pero la identificación llegará por otro lado.

-¿Es su vida?

-Lo es y no lo es. Yo con los guionistas lo llamo el Bertoverso, un universo parecido al nuestro, verosímil, en el que no todo es verdad pero debe parecerlo, estar muy vivo.

-¿Tiene gurús para conducirse como padre o no va por el libro?

-Sí, lo intento. Nosotros llevamos a los críos a una escuela que seguía la línea Montessori, pero como todo padre soy profundamente inexperto y me equivoco un montón. Y no existen fórmulas mágicas... Esta generación de padres somos completamente distintos. Yo le cuento a mi padre, que en paz descanse, que estamos estudiando el modelo educativo Montessori y el Waldorf y se reiría, creo que no lo entendería.