Antonio de la Torre: «Se lo dediqué a Chiquito por lo que es y por mi madre»

FUGAS

MARCELO DEL POZO

El actor más nominado fue, al fin, el rey en la noche reina de los Premios Goya. «Siento que estoy cerrando un ciclo», revela

13 mar 2024 . Actualizado a las 15:55 h.

Antonio de la Torre (Málaga, 1968) al fin se ha coronado en el reino de los Goya, tras llevarse el premio al mejor protagonista en la fiesta del cine español. ¿Y el guiño a Chiquito al recogerlo? «Tiene su historia», cuenta. «El periodista Juan Ramón Lucas me preguntó una vez '¿Qué dirías si te dieran el Goya?'. Y yo: 'Pues no sé, ¡hasta luego, Lucas!'. No gané esa vez, pero ahí quedó. Luego él me dijo: 'Te eximo', pero no quise. Yo quería dedicárselo a Chiquito por lo que es él, por cómico, por malagueño y por coetáneo de mi madre. Así que al recoger el Goya dije cinco nombres de mujer, los de mis cuatro tías y mi madre, y cerré con Chiquito... por la gloria de mi madre», explica este gran «pecador de la pradera» que fascina con cada papel.

­-Ha roto la maldición de eterno nominado. ¿Dónde tiene el Goya por «El reino»?

-Mi hija Martina lo ha puesto al lado del otro [el de mejor actor de reparto por Azuloscurocasinegro, en el 2006], en el salón. Después de doce años de nominaciones lo he vuelto a ganar. Ahora tengo una sensación de cierre de ciclo.

­-¿Por qué, se plantea dar un giro?

-Bueno... Tienes que partir de la base de que yo quería ser Butanito, fui periodista, trabajé en Canal Sur. A la primera gala de los Goya recuerdo que fui con el diploma y todo, no creí que me pudiesen dar el Goya ni mucho menos. ¡Daba por hecho que jamás me iban a volver a nominar!

-Al primer Goya le colgó la medalla de su primera maratón. ¿Ha seguido entrenando como corredor de fondo?

-Probé una vez y me quedó el gusanillo. Volví a correr la maratón de Sevilla el año pasado, después de acabar El reino. Rebajé media hora el tiempo, pero no estuvo mal. Dos goyas, dos maratones. Y ahí lo dejo, de momento.

-Le noto decidido.

-Nunca sabes qué puede deparar la vida, y esto hay que tenerlo presente.

-¿Es grande el trecho entre el actor y la persona?

-Sin duda. Y alguna suerte tiene que tener envejecer... se aprenden muchas cosas.

-Lo están poniendo de ejemplo para decir que la madurez cotiza al alza.

-¿Ah, sí? Jajaja. Con la edad y como actor creces como persona, eres más consciente de lo poliédrica que es la vida. Yo me noto ahora una complejidad que no tenía hace 20 años. El papel de El reino no lo habría podido hacer con 25. Como dice Raúl [Arévalo] la vida te va dando peso y se va notando en la mirada.

-Esa mirada estaba ahí en su debut. ¿Se nace con ella o se va haciendo?

-Esa mirada era de mi padre, pero las experiencias te van dando callo. Este oficio se trabaja con la vida. Como vives, actúas.

-¿Cree en el ojo por ojo?

-No, es un disparate. La única solución para el conflicto es renunciar a la venganza.

-¿Ha brindado por la paciencia, como hizo con Lennie en «El reino»?

-La paciencia no es una virtud de la que pueda presumir. Admiro a los pacientes. No a los de la Seguridad Social, que también, sino a los que tienen paciencia...

-¿Qué echó de menos en los Goya?

-Que ganase la película El reino... Pero doy la enhorabuena a Campeones.

-¿Y lo mejor de la gala?

-¡Que dijeran mi nombre! [risas] And the Goya goes to...