La reina de la novela negra dinamita clichés, escribe en casa y siempre en pijama, se sintió «poderosa» tras su divorcio y asegura que «en la vida hay que arriesgar». Con su nueva novela arriesgó y venció en ventasCamilla Läckberg
14 jun 2019 . Actualizado a las 10:32 h.Camilla Läckberg (1974, Fjällbacka) llega puntual y muy sonriente a la embajada de Suecia en Madrid, lugar donde presenta a la prensa su nueva novela, Una jaula de oro (Maeva ediciones). Luce camisa naranja asimétrica, pantalón negro y unos altos tacones que estilizan su figura. Habla con las manos y te clava su intensa mirada azul cuando responde directa a las preguntas. Con su serie Los crímenes de Fjällbacka, se convirtió en la autora más leída de novela negra en Europa y en una de las más leídas en el mundo. Hoy se muestra radiante y orgullosa, porque con esta nueva historia sobre la venganza en femenino se ha atrevido a salir de su zona de confort y ha superado la prueba con éxito. Espontánea y cercana, nos confiesa entre risas: «Me encantan los pimientos de Padrón, las croquetas y el jamón. ¡Ah!... y el pan con tomate me pierde».
De su éxito literario, del oficio de escribir y de su vida cotidiana tras los libros hablamos con ella una bonita y soleada mañana en la capital.
-Presentas tu nueva novela, «Una jaula de oro», una historia de venganza y traición; con Faye, una protagonista fascinante y ambigua. Nada que ver con tus novelas basadas en los crímenes de Fjällbacka. ¿Necesitabas un cambio de trama y nuevos personajes o, más bien, se ha tratado de afrontar un reto literario?
-Yo creo que reto y necesidad a la vez. Necesitaba sentir el miedo de que los lectores me pudieran abandonar, necesitaba empezar una nueva historia, un cambio de trama y personajes, porque mi vida ha cambiado tanto a lo largo de los últimos quince años que no me apetecía volver con Erika y Patrick en este momento. Reconozco que esta novela ha supuesto un gran reto para mí como escritora y como mujer. Me ha sacado completamente fuera de mi zona de confort, pero estaba preparada para asumirlo, porque he descubierto que me he convertido en una mujer más fuerte y valiente y era el momento de hacerlo. He vivido tanto en los últimos años que hoy me siento más identificada con Faye y su historia.
-¿Por qué has escrito una novela sobre la traición y la venganza?
-Porque es un tema emocionante, espeluznante, algo prohibido. ¿Hasta dónde puede llegar una mujer cuando la traicionan? ¿Cuánta oscuridad hay en su interior? Parece que la traición es solo cosas de hombres. No está bien visto socialmente que las mujeres tengan ese comportamiento. Se supone que nosotras debemos ser dulces, amables, cariñosas y con capacidad de perdonar y no crueles y vengativas. Sin embargo, vemos a diario libros y películas con protagonistas masculinos que hacen lo mismo que hace la protagonista de mi libro. Ahí está, por ejemplo, Venganza, esa película en la que Liam Neeson se venga de los que han secuestrado a su hija y mata a una persona aproximadamente cada segundo. A la gente eso le parece fenomenal eso, lo aplaude. Pero cuando es una mujer la que lo hace, cuando es una mujer la que se cobra venganza, no gusta, porque no se espera eso de una mujer.
-En «Una jaula de oro» descubrimos a Faye, treinta y dos años, casada con un empresario de éxito, una hija, y que disfruta de una vida aparentemente perfecta. Pero su mundo se desmorona cuando descubre que él le es infiel y, entonces, ella decide vengarse. ¿De dónde surge la historia de Faye?
-Faye surge después de escuchar demasiadas historias de mujeres, de amigas, compañeras, de familiares que se sienten obligadas física y mentalmente a cumplir con las normas, a estar delgadas, a ser guapas, a estar siempre perfectas. Y Faye dice «basta» y decide llegar hasta donde nadie se atreve. Saca su lado más oscuro y vengativo. Faye no es ninguna santa.
-¿Cuánto de Faye hay en ti y al revés? -Hay parte de mi vida en Faye, pero es una mezcla de mí y de otras mujeres que he conocido a lo
largo de mi vida. Mi hija mayor tiene quince años y es parte de la nueva generación que viene, y Faye también tiene parte de ella. Para las chicas de la generación de mi hija el peso no es algo muy importante, como lo es para mi generación. Mi hija tiene más roles femeninos, como Beyoncé, las Kardashian, o Adele, mujeres de varias tallas, no solo modelos esqueléticas. Creo que también le he dado algo de eso al personaje de Faye. Aunque Faye también es una mujer que usa su cuerpo como arma.
-Faye decide romper las reglas. Y tú, ¿has necesitado romper con las reglas en algún momento?
-Sí, por supuesto. Pero una decide hacerlo cuando se ve fuerte y preparada para hacerlo. Hay momentos en que aunque quieras, no puedes. En mi caso, cumplir cuarenta años ha sido liberador, porque he ganado en experiencia, tengo a mis cuatro hijos, he ganado en confianza y me siento mejor conmigo misma.
-Ella planea una venganza brutal. ¿Tú eres vengativa?
-Sí. Además tengo muy buena memoria, no olvido, mantengo el resentimiento. Puedo mantener resentimiento durante años y luego ir a la caza de quien me ha hecho daño. Fantaseo mucho con la idea de vengarme, creo además que es muy terapéutico hacerlo. Pero muy rara vez hago esas fantasías de venganza realidad. ¡Ja,ja,ja!
-Tu protagonista vive en un mundo, aparentemente perfecto, de lujo y dinero. ¿Tú te has sentido atrapada en una jaula de oro?
-Yo no me siento en una jaula de oro, porque no dependo de mi marido, como Faye. Soy independiente y me siento orgullosa, porque con mi trabajo y mi dinero me he podido comprar este bonito anillo o este maravilloso reloj Rolex, no como ella...
-Precisamente, sus páginas están plagadas de marcas de lujo.
-Hoy los símbolos de poder son Chanel, Rolex, Mercedes o BMW. La humanidad siempre ha estado obsesionada con los símbolos de poder, el Palacio de Versalles se levantó por eso. Las marcas de lujo son los palacios de hoy en día, y con esos símbolos levantamos una fachada en las redes sociales. Porque en Instagram uno no pone una foto del puré de patatas con carne que cena, pone fotos de uno mismo con esos símbolos. Pero se esconde mucha infelicidad detrás de las marcas y de las redes sociales. Yo me sentí poderosa cuando, después de mi segundo divorcio, me compré un Rolex con mi dinero.
-Otro cambio importante de esta nueva novela, que seguro sorprende a los lectores, es que esta historia está repleta de escenas de sexo explícito.
-Durante quince años me he resistido a escribir escenas de sexo, porque me daba vergüenza y pudor por mi madre, no podía imaginármela leyéndolas. De hecho, hasta me planteé quitar esas escenas de este libro. Pero el otro día mi madre me envió un mensaje de texto que decía: «No están tan mal».
-Antes de convertirte en una autora superventas con «La princesa de hielo», trabajabas como economista pendiente de los balances, las cotizaciones y los índices económicos.
-Sí, pero no me satisfacía mi profesión. Para mí toda esta aventura comenzó leyendo a Agatha Christie con 7 años y entonces me enamoré del género. Mientras otros niños anhelan ser futbolistas o estrellas del rock, desde niña siempre he soñado con convertirme en autora de novelas de misterio. Y hoy estoy feliz, porque mi sueño de niñez se ha hecho realidad.
-Has vendido más de veinte millones de libros en todo el mundo. ¿Satisfecha de tu carrera literaria?
-Estoy muy contenta y me siento muy orgullosa de mí misma, porque cuando empecé a escribir La princesa de hielo mis objetivos eran que mis historias gustaran y entretuvieran y, claro, deseaba poder vivir de mis libros, pero he logrado algo impensable. Creo que en la vida hay que ser creativa y hacer siempre lo que a uno le apasiona. Por eso, me he lanzado a realizar este cambio de trama y personajes, en lugar de seguir con la serie de los crímenes de Fjällbacka. Ha sido un riesgo, sí, pero me ha salido bien, y esta energía diferente se ha colado en las páginas de Una jaula de oro y por eso está enganchando a los lectores. En la vida hay que arriesgar.
-Y, ¿cómo has aprendido a gestionar el éxito a lo largo de estos quince años?
-Siguiendo con mi vida cotidiana. Tengo cuatro hijos y ellos me mantienen con los pies en el suelo. He ido a una alfombra roja y, tras volver a casa, me ha tocado cambiar pañales con mi vestido de gala. Esa es la mejor forma de gestionar el éxito. ¿No te parece?
-¿Cómo creas tus historias?
-El proceso de escritura sigue siendo el mismo. Escribo en casa en un horario de oficina, entre seis y ocho horas, y siempre en pijama. Pero ahora mi mayor problema es encontrar el tiempo para sentarme a desarrollar mis historias, porque dedico mucho tiempo a la promoción y por supuesto al cuidado de mis cuatro hijos. -¿Y qué te empuja a escribir?
-Mi principal motivación es que me gusta contar historias. Me encanta el suspense y el miedo y explorar cómo se comportan las personas.
-¿Qué autores te han influido a la hora de escribir? ¿Cuáles son tus referencias literarias?
-La novela negra anglosajona me ha influido mucho. El ochenta por ciento de lo que leo es novela negra. Me encanta Agatha Christie, Stephen King y Michael Connelly. Pero también disfruto mucho con Gabriel García Márquez e Isabel Allende.
-¿Cuál es tu próximo desafío? ¿Ya estás planeando una nueva historia?
-Mi mayor anhelo es escribir para películas o series de televisión. Pero, por el momento, no se puede desvelar nada más. Pero también estoy perfilando la segunda novela sobre Faye.
-¿Tu marido lee tus novelas?
-Mi pareja no es un gran lector, la verdad, pero sí ha leído algunas de mis novelas. Eso sí, odio que me dé consejos mientras estoy escribiendo el manuscrito. Gracias, pero no. Él es deportista. Por eso, nos complementamos perfectamente, porque él lee poco y yo no hago deporte. Odio el ejercicio.
-¿Y qué te divierte? ¿Qué te hace feliz?
-Me encanta cocinar, estar con mis hijos, ayudarles con los deberes, leer novela negra y bailar. Antes iba a clases de baile latino incluso llegué a competir a nivel profesional, pero de eso hace ya tiempo...
-¿Cómo te imaginas dentro de cuarenta años?
-Escribiendo novelas. Me encantaría seguir escribiendo novelas hasta los noventa años.