Patricia Benito: «La vida son dos días y no vas a pasar uno muerto de miedo»

FUGAS

Asier Montaño

«Cada noche te escribo» es el nuevo poemario de la autora, que lo escribió como terapia para superar la ruptura de un amor tóxico

01 jun 2021 . Actualizado a las 13:21 h.

Cien noches se dio de margen Patricia Benito (Las Palmas, 1978) para olvidar una relación que no le hacía bien. Y no solo lo consiguió, sino que además publicó su tercer libro con todas esas cosas que le quedaron por decir. Cada noche te escribo es un acto de soledad, un compendio de versos tras el que se ha quedado en paz, «como te sientes después de un berrinche», asegura la autora de Primero de poeta, que hace honor a su frase más viral. «Vive, joder, vive», sentencia la escritora, que presume de tener «incontinencia sentiverbal y dos libros con erratas». Con el tercero ya está triunfando.

­-Se puede decir que estás ya en tercero de poeta.

-¡Ja, ja! Yo qué sé. Yo me siento en preescolar todavía, porque me gusta mucho sorprenderme de todo. No lo sé, es que de verdad que estoy alucinada, no aterrizo.

­-¿Escribir poesía es como llorar?

-Sí, sí, totalmente. A mí me cuesta mucho llorar. Soy una persona muy sensible, pero el hecho de llorar, como que los ojos se me ponen vidriosos, pero no consigo arrancar al berrinche. Esa sensación que se te queda después de pegarte un berrinche, que necesitas vaciarte y soltar lo que te está pasando, es la sensación que tengo. Cuando dices «qué bien», aunque sigas en el mismo lío.

-¿Es un viaje a través de la asimilación de una ruptura, de ese no querer que se vaya?

-En realidad es no querer que se vaya y por otro lado estar deseando que se vaya. Habla de una relación que no es como debería ser. No quiero que te vayas, quiero que estés, pero quiero que estés de otra manera. Pero por otro lado, estoy deseando que te vayas para poder respirar y salir de ahí. Hay uno de los poemas que habla de que la superficie ya no eres tú. De esa sensación de que te está ahogando, llegas a la superficie y coges la bocanada de aire. Era estar un sitio perdidísima.

 
 
 
Ver esta publicación en Instagram
 
 
 

Una publicación compartida de Sara Carbonero (@saracarbonero)

-«Cuando parece que se acaba, vuelves. Siempre vuelves». ¿Escribes al amor tóxico, al ni me quedo ni te dejo ir?

-Exacto. Además, era también la parte personal, la que analiza qué es lo que está en tu mano. Al final, yo no puedo conseguir cambiar a otra persona o que sienta cosas, pero lo que sí puedo trabajar es mi parte. Dices: «Estoy llegando a un sitio en el que me encuentro más tranquila, más segura, y de repente vuelves y ya me vuelvo a desmontar». Parece que cuando ya está casi conseguido, otra vez caes. Pero llega un día que dices: «ya no importa si vuelves, ya me da igual si te vas».

-¿A veces lo que queremos cambiar del otro es lo que nos engancha?

-Somos seres tan complejos... No sé por qué tenemos este imán, supongo que es un tema educacional de no saber querernos ni exigirnos que nos quieran bien. Yo entré ahí como casi voluntariamente porque tenía tal desorden fuera, problemas en mi familia, pérdidas... que era como una especie de huida. Entonces estar ahí dentro, en esa cosa tan horrible, me parecía que era mejor. Era un poco autolesión esa relación. Pero otras veces sí, nos gusta eso. Imagino que con el tiempo localizas eso antes y no llegas tan lejos.

-Ahora esa persona puede leer lo que no fuiste capaz de decirle.

-Claro, para mí es un regalo, porque este libro es como la típica frase que te sale en la ducha y que piensas: «¿Por qué no dije esto?». A mí es que me cuesta decir lo que siento. Soy muy cerrada, muy del norte. Yo antes de Primero de poeta no había escrito nunca, ni diario ni nada.

-¿Y a quién le escribes tú cada noche?

-El título nació casi antes del libro, y salió con esa idea de salir de ese agujero negro. Como no era capaz de expresar lo que quería explicarle, me lo tomé como un reto. Dije mira, voy a escribir cada noche y le voy a decir lo que estoy pensando y no pude decirle. Lo voy a escribir, lo voy a dejar aquí y va a ser una terapia para mí. Y cuando esté todo dicho, lo tengo que soltar. De hecho, valoré otro título, Cien noches para aprender a olvidarte, para potenciar esa idea de que tenía ese plazo para explicárselo. Si en cien noches no ha vuelto y todo sigue igual, ese día se acaba. Poner una meta era más fácil.

Este libro es como la típica frase que te sale en la ducha

-¿Y lo conseguiste?

-Sí, sí, ya me ves. ¡Y encima saqué un libro increíble! Ja, ja.

-Amigos los tienes muy buenos. A Sara Carbonero le encantó el libro y los actores Esther Acebo y Alejandro Tous rodaron un vídeo con uno de tus poemas en inglés.

-Es que Sara es adorable. Hay gente con la que conectas muchísimo, a ella es como que le quiero cuidar, que le vaya bien. Se hace querer enseguida, y ese es un superpoder que tiene. Un día hablé con ella por la noche, aún no sabía cómo iba a entenderse el libro, porque hablar de una relación tóxica no era bonito, era muy vergonzoso para mí reconocerlo. Fue de los primeros feedbacks que tenía, y me emocionó mucho con las cosas tan bonitas que me dijo. Y con Esther, que es mi amiga, le comenté que me hacía ilusión hacer algún poema en varios idiomas. Pero no de ti lo tengo en gallego, en euskera, en catalán, en inglés... Tuve esa idea y conseguimos hacer este vídeo recitándolo en inglés, que parece una película. Es precioso.

-El libro lo cierras como la herida, con esperanza: «Sigo creyendo en el amor porque en algo hay que creer».

-Sí, el libro tiene tres partes. Primero la parte tóxica, después la de analizarme a mí misma, que soy una lobra que a veces hace que huyan para intentar no sufrir. Pero después en la tercera dejo un poco de esperanza. Yo soy atea y no creo en muchas cosas. En el amor es lo único en lo que creo, en su capacidad para cambiarlo todo.

-Dices: «No aprendí nada, mamá, y me sigo tirando de cabeza sin saber nadar».

-Es explicar un poco mi manera de ver el amor. Muchas veces se dice hay que tener un amor sano, de acuerdo, pero hay veces que vamos con tanta protección y cabeza que a veces se nos olvida que hay que querer, dejarse llevar, vivirlo.

-Ya lo escribiste: «Vive, joder, vive».

-Claro, porque si no estás con el freno de mano echado toda la vida, y no puede ser. Puedes tener una temporada de más calma, de recomponerte y vivir en paz. A veces vas con esa armadura, pero otras dices: «¿pero por qué?». Si me tengo que recomponer, lo hago. Siempre hablando de relaciones sanas, claro. Es que son dos días, no vas a estar uno muerto de miedo, o sin decir lo que quieres decir, dejando de sentir por si acaso se acaba.