Lorenzo Silva: «Yo soy madrileño y lo soy como me da la gana»

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Lorenzo Silva está entre los autores más vendidos con su nueva novela, «Castellano»
Lorenzo Silva está entre los autores más vendidos con su nueva novela, «Castellano» cedida

De muy pequeño quería ser millonario, y lo es en lectores. El escritor triunfa con «Castellano», una novela en la que define su identidad, y sigue sumando reediciones de los casos de Bevilacqua y Chamorro

12 dic 2022 . Actualizado a las 00:50 h.

Para Lorenzo Silva (Madrid, 7 de junio de 1966), un clásico en el top-ventas, la identidad no es caso resuelto, ni siquiera un caso sencillo para dos agentes como Bevilacqua y Chamorro. Castellano se presenta como su novela más personal y comprometida y nos hace ver por la mirilla de la ficción documentada un episodio desconocido por muchos: la rebelión de los comuneros contra Carlos V cinco siglos atrás. ¿Es su novela más personal y comprometida? «Una novela siempre tiene algo que ver contigo. Hay algo al escribirla que te interpela. Y la literatura tiene que comprometerse. Si no lo hace, no remueve y, si no remueve, no conmueve. Y, si no conmueve, se olvida», comienza Lorenzo Silva. Escribir, admite, fue su tercera vocación. «De muy pequeño, eso dice mi padre, quería ser millonario. Luego, como mi padre era militar de aviación, me dio el siroco del pilotaje, pero muy pronto descubrí la literatura, y desde entonces no he tenido otra vocación», asegura. «Todas las novelas son personales, pero esta tiene un mayor grado de exposición, porque se refiere a esa cuestión tan espinosa que hemos dado en llamar identidad. ¡En un país donde eso es un campo de minas!, y desde una identidad, la castellana, que está señalada y hasta diría que vilipendiada», considera Silva. 

-¿Por qué volver al 1521, a la revuelta de los comuneros contra Carlos V?

-Es una historia que tiene un significado profundo para entender la España posterior, la Castilla posterior y su declive. Y también es una historia que tiene un valor universal, que cuenta la lucha de unas personas que intentan defender su dignidad y libertad frente a unos gobernantes que la desprecian. Esta es una idea que después no se pierde. Ellos salen derrotados, pero la idea aún prevalece.

-¿Tiene algo que ver aquel contexto con el que vivimos hoy?

-No, pero hay circunstancias que pueden invitarnos a ver alguna analogía. La rebelión de los comuneros es la rebelión de las clases emergentes que no encuentran un lugar en el sistema que les plantea Carlos V y que lo piden. Y lo piden a través de una revuelta que señala los límites del poder. Tiene que ver con un debate vivo en la sociedad española: ¿hasta dónde tiene el poder el que tiene el poder?, aunque lo tenga democráticamente. Porque puede ejercerlo en contra de los demás, en contra de los que no le siguen o no comulgan con su ideario.

« No voy a decir que busco la felicidad escribiendo, que me parece naíf, pero sí estar lo más en paz posible con lo que soy y lo que hago»

-¿Como escritor se reconstruye o se inventa?

-Todos nos inventamos un poco. El que crea que no, se equivoca. La memoria es caprichosa, todos tenemos algo de piedad de nosotros mismos y pretendemos dar de nuestra propia biografía una visión lo más aceptable posible. La escritura yo la veo como una forma de trabar las piezas de uno; eso de uno que está disperso y desencajado encajarlo de alguna forma. Me ha sido muy útil. No sé si puedo enseñar algo escribiendo, pero sí sé que aprendo mucho.

-Los mimbres de su vida dan personalidad al relato. ¿Nació el libro sobre todo para aliviar ese peso que siente desde niño por definir su identidad y hacer el puzle entre su parte castellana y la andaluza con más alegría?

-Pues sí... sí, francamente. No voy a decir que busco la felicidad, que me parece naíf, pero sí estar lo más en paz posible con lo que soy y lo que hago, y con el lugar que ocupo en el mundo. El libro tiene una parte de reacción serena, que no soy de ir a pedradas contra nadie... A mí me ha pesado una concepción imperativa de la identidad. Empecé viendo una manera de proponer la identidad española desde un perfil autoritario. Y después he visto, lamentablemente, otras afirmaciones de la identidad que han llegado a recurrir a la violencia, al asesinato, para afirmar la pujanza de que una identidad territorial sea reconocida. En nombre de la identidad se ha ninguneado la voluntad de los que no tienen esa manera concreta de verla y sentirla, a los que se ha considerado malos españoles, malos vascos, malos catalanes... Frente a esto propongo una visión menos colectiva y colectivizada de la identidad. La identidad es un camino personal. Cada uno elige lo que es y también cómo lo es.

«Reivindico, a través de mi identidad castellana, el mestizaje de identidades»

­-¿Y usted qué elige ser?

-Yo soy madrileño y lo soy como a mí me da la gana. No necesito que me vengan a decir cómo hay que ser madrileño.

­—Es algo muy español, eso de decirnos cómo hay que ser...

—Sí. Reivindico, a través de mi identidad castellana, el mestizaje de identidades. La identidad es un mestizaje. La propia Castilla es una mezcla de cristiandad, islam, de la España preislámica y la España hebrea y la España musulmana...

­—¿Fue en Barcelona donde emergió más su esencia castellana, por contraste?

—Yo viví en la Cataluña del procés, vi cómo se gestaba. Vi cómo esa afirmación de la identidad propia recurría muchas veces al menosprecio de lo castellano.

«Somos bastante dóciles para asumir visiones históricas cocinadas por el poder»

—¿Somos un pueblo ignorante de su historia? Eso señaló a este periódico Eslava Galán: «Somos un pueblo que desprecia su historia sin conocerla». ¿Lo ve así?

—Tenemos dos cosas: nos falta curiosidad y nos falta interés, no digo pasión sino interés, por lo propio. Y creo que somos bastante inertes, dóciles para asumir visiones históricas cocinadas por el poder. Durante 40 años, mucha gente tragó con esa visión de la España imperial fabricada por el franquismo, pero ahora hay otras fabricaciones de la historia que se asumen de manera acrítica, y a veces tienen premio. Igual te caen unas rebajillas del presupuesto... Se junta la falta de curiosidad de los españoles respecto a su propia historia con las maniobras gubernamentales de distinto signo para hacer creer que el pasado fue lo que al poder de turno le interesa hacer creer.

—¿No es casi inevitable? 

—Sí, pero, mira, para hacer este libro yo he consultado uno de los que tienen más material, que es la Historia crítica y documentada de las Comunidades de Castilla de Danvila, un libro del siglo XIX, ¡inencontrable! Pero lo encontré. Hoy, en la era Internet, cualquiera tiene acceso a una información que le permite no comulgar con ruedas de molino. Este es un trabajo individual, pero no es secreto ni está escondido. Está ahí, al alcance.

—No parece un patriota al uso. ¿Qué es un patriota?

—La patria tiene ya unas connotaciones de inflamación que es difícil quitárselas. Es una palabra que gritan personas exaltadas con la vena del cuello hinchada. Me parece que hay otra forma más constructiva de reivindicar la patria, qué sé yo, como un lugar de encuentro, de lealtad y solidaridad siempre entre diferentes. En la aldea más pequeña siempre hay diversas concepciones sobre esa aldea.

«La literatura es eficaz, tiene un poder mayor del que pensamos. El Quijote ha construido de una manera muy potente el carácter español»

—¿Hay mucha ficción en nuestra historia? Lo digo en el mejor sentido... La ficción siempre ilumina.

—Sí. La ficción ilumina cuando está bien hecha. Ocurre cuando nos encontramos con grandes obras de arte: El poema de Mío Cid, el Quijote... Es interesante ver cómo la literatura ha servido para trasladar ideas. La literatura es eficaz, tiene un poder mayor del que pensamos. El Quijote ha construido de una manera muy potente el carácter español.

—¿Qué raíces le tiran más, las andaluzas, las castellanas o las literarias?

—Yo le tengo cariño a todo, pero he apostado por la literatura. No la voy a poner al servicio de nada, de ninguna causa ajena a ella, a esa conversación íntima entre el autor y el lector. No soy militante, no soy más castellano que andaluz ni más andaluz que castellano...

—¿El momento que vivimos en España da para una novela negra?

—¡Da para unas cuantas! A poco que sigamos la actualidad, vemos que ciertos acontecimientos se desarrollan a través de esas alcantarillas de la novela negra. Toda la sociedad tiene sus alcantarillas, tramita asuntos en las alcantarillas.

—¿También construimos nuestra identidad por contraste?

—Sí, pero esto tiene algo de patológico, porque cuando intentamos afirmar por contraste la identidad muchas veces caemos en el resentimiento. Y desde el resentimiento no se construyen identidades sanas. No podemos convertir las diferencias en un asiento para el rencor.

«Alguno ha descubierto en esta pandemia que leer no es tan horrible como pensaba»

—¿Cómo valora los indultos a los presos del «procés»?

—No soy partidario del encarnizamiento. El propio Carlos V acabó amnistiando a mucha gente. Ahora bien, la prerrogativa de gracia es excepcional, son muchas las personas que la podrían recibir en las cárceles españoles. Creo que para hacer uso de una prerrogativa tan excepcional, que puede provocar un agravio comparativo, sería necesario que el Gobierno estuviera seguro de que esto va a redundar en una evolución positiva del conflicto creado fundamentalmente por la apuesta maximalista del independentismo catalán. Si no, el tiempo dará una respuesta desagradable. Algunos dicen que es una prueba de debilidad del Estado, que es el que sostiene las leyes. Y las leyes son las que a ti y a mí, por ejemplo, nos permiten escribir en libertad. Si puedo sentarme ante el ordenador, escribir lo que quiera y que no me echen la puerta abajo de casa es por las leyes. Porque el Estado de derecho español funciona.

—¿Cuándo vuelven Bevilacqua y Chamorro?

—El año que viene. Últimamente, vuelven los años pares.

—¿Nos hizo más lectores la pandemia?

—La pandemia ha empujado los índices de lectura. Después de un montón de años de campañas institucionales, todas fallidas, la pandemia se ha apreciado en ventas de libros. Libros míos de hace 20 años se han reeditado más que años anteriores. Y hasta me han llegado mensajes de gente que no leía: «Estamos aquí en casa, con mi marido, y no lo aguantaba más y digo: 'Anda, lee un libro'. No leía nada y ya lleva siete tuyos». De estos mensajes he recibido varios. Alguno ha descubierto en esta pandemia que leer no es tan horrible como pensaba.