Martín Guevara, guitarra y voz de Capsula: «Ya hay demasiada bajona, el rock ha de ser energía»
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Llevan más de 20 años recorriendo mundo con una propuesta que aquí apenas había gozado de reconocimiento más allá del circuito que les es natural. Hasta el 2021...
04 feb 2022 . Actualizado a las 05:00 h.El garage y el fuzz de vieja escuela han encontrado siempre en Capsula garantía de fidelidad. Pocas bandas han representado como ellos ese sonido. Phantasmaville, su disco más luminoso hasta la fecha, ha situado por fin al trío afincado en Bilbao más cerca de donde realmente les corresponde.
—«Phantasmaville» se coló en muchas listas de los mejores discos del 2021.
—Sí, fue un subidón de ánimo. Y más en este caso, que hemos vuelto a la autoproducción después de 16 años publicando con distintas discográficas. Además, lo de las listas es una excusa perfecta para que más gente escuche el disco.
—¿Por que creéis que ha pasado esto? ¿Que tiene «Phantasmaville» para haber llamado tanto la atención?
—Tiene buenas canciones, básicamente. Y llega en un momento de mucha madurez en la banda, en el que tenemos muy claro qué queremos decir, cómo lo queremos decir y cuáles son los sonidos que queremos usar.
—¿Y qué es eso que queréis decir?
—Santa Rosa y Bestiarium eran discos bastante oscuros. Fueron un poco premonitorios de lo que podía venir. Y, efectivamente, vino. La cuarentena nos pilló em empezando a preparar nuevo disco. Nosotros veníamos de componer siempre entre giras, en la furgoneta, basándonos en los paisajes que íbamos viendo, en la gente que íbamos conociendo y en las historias que nos iban sucediendo. Y de golpe nos vimos confinados, solo con la ventana de casa, desde la que veíamos la ciudad vacía, fantasma. Esa fue la primera idea. Lo que pasó es que a medida que las noticias que nos iban llegando eran todas tremendistas, sentimos que lo que teníamos que hacer era justamente lo contrario, un disco que transmitiera energía. Dejar de lado la oscuridad de los discos anteriores para animar a bailar, a salir, a comunicarse entre la gente.
—Es cierto. La mayoría de los discos pospandémicos son discos de bajona y el vuestro es lujurioso y excitante.
—Eso es. Ya hay demasiada bajona en la gente como para insistir en eso. La función que ahora mismo tiene que tener el rock and roll es justamente proporcionar energía y el encuentro entre la gente a la que nos gusta la misma música. Esa es la idea.
—En muchas listas de lo mejor del 2021 habéis coincidido con Bala. ¿Conocéis o seguís a algún otro grupo gallego?
—Sí, sí, varios. Bala, por supuesto, nos flipa. También hace poquito que estuvieron grabando en mi estudio The Bo Dereks, de los cuales soy muy muy fan. Y en Pontevedra vamos a tocar con unos amigos de allí que se llaman Dreams of Dolly Ship, que son brutales... Mi primera banda, cuando tenía 13 años, se llamaba Los Fimóticos en homenaje al Opera tu fimosis, de Siniestro Total. Así que imagínate si la música gallega nos influencia.
—En este disco incluís tres temas en castellano, un idioma que prácticamente había desaparecido en vuestros últimos trabajos.
—Bueno, nuestros tres primeros discos eran casi enteros en castellano. Es cierto que sí, después nos pasamos al inglés. En esta ocasión simplemente ocurrió que cuando estábamos empezando a componer las canciones los fraseos nos salían en castellano y quedaban bien, así que dijimos «¿por que no?». Nosotros con las voces y las letras lo que primero buscamos son sonoridades y después nos dedicamos a encontrarle sentido a las palabras. En esta ocasión el castellano nos funcionaba bien así que dijimos «venga, para adelante». Y lo mejor es que creo que tienen unidad con las que son en inglés.
—Da la impresión de que las nuevas generaciones le han dado la espalda al rock de vieja de escuela. ¿Como podemos seducirlos de nuevo?
—Yo tengo la sensación de que hubo una generación intermedia, la de hasta hace dos o tres años que sí que se había decantado por otro tipo de sonidos. Pero ahora veo en chavales muy jóvenes, de 16 a 18 años, que otra vez están descubriendo y abrazando el rock and roll. Desde los años 50 el rock and roll ha pasado por muchos estatus diferentes, pero al final siempre sigue ahí. Yo creo que se aviene una etapa de mucho rock and roll porque justamente es lo que la humanidad necesita. El mundo se está robotizando y deshumanizando demasiado. Lo que necesitamos todos es un poco de humanidad. Y en la música, igual. Por eso creo que ahora la tendencia va a ser a que la música sea un poco más humana. Que se van a dejar un poco de lado las cajas de ritmos y los autotunes y la gente va a volver a tener ganas de crear con sus colegas una banda de guitarras y salir a tocar.
PONTEVEDRA KARMA VIERNES. 21.30 H (18 euros)