La novela debut del verano que le hará odiar (más) el trabajo

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«Supersaurio» es una crítica a la precariedad, un grito de clase ácido desde la perspectiva de una «millennial», pero para todos los públicos

26 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Para finalizar el verano, probablemente lo último de lo que quiera leer sea del trabajo. Puede que esté disfrutando de los últimos momentos de ocio de las vacaciones o que la pausa veraniega se le antoje ya lejana a estas alturas de agosto y ya lleve varios días con la cuenta atrás para el próximo parón estival. Pero, aún así, de hecho con más motivo, este libro también es para usted. Supersaurio (Blackie Books, 2022) es un grito de auxilio que quien más y quien menos ha soltado tras una extenuante jornada de trabajo o después de consultar la cuenta corriente a final de mes. Lo que lo hace especial es que Meryem El Mehdati (Rabat, 1991) debuta con este hilarante alarido de 320 páginas y lo hace con un ingenio que invita a devorar el libro de una sentada.

La trama puede resultar familiar. La protagonista, Meryem, tocaya de la autora, es una joven becaria que cada mes lucha por estirar los 500 euros que le pagan en los supermercados canarios Supersaurio. Estos malabares los tiene que hacer mientras tira cada día más de tres horas de su vida en un autobús que la conecta con su pueblo natal porque el sueldo le impide vivir más cerca de su trabajo. «C. Tangana llora en la limo, tú en los asientos delanteros de la guagua un viernes por la tarde», narra la protagonista de la historia. Son estas referencias a la cultura popular una de las señas de identidad del libro, escrito con tal ritmo y desparpajo que, en ocasiones, parece la transcripción literal de un monólogo oral. Meryem El Mehdati critica el capitalismo y la precariedad mientras rememora un capítulo de Los Simpson o recita un verso de una canción de Enrique Iglesias, alivios cómicos entre el desquiciado periplo por los primeros pasos por la vida laboral de una millennial.

El libro se divide en tres partes en las que el lector acompaña a la protagonista por varias fases de su vida profesional y personal. La crítica al trabajo se entremezcla con los valores familiares, los orígenes, la religión, la amistad o el amor de forma orgánica. La fluidez del relato impide levantar la mirada del libro y solo la rapidez de la escritura hace que el lector pare, aunque sea únicamente para tomar aire y seguir devorando esta ópera prima.

Pero no todo el libro es beligerancia hacia el sistema. La protagonista en su viaje por las oficinas de Supersaurio pasa por momentos de resignación, de alegría y de tristeza. Meryem pone la otra mejilla porque cree que sería injusto para sus padres ver cómo su hija abandona su trabajo después todo el esfuerzo que han hecho. Meryem acaba asistiendo a eventos que perjuró que nunca pisaría por favorecer una cultura de empresa que nunca defendió. Meryem duda si se ha convertido en esa persona que tanto criticó en sus inicios. «Yo era una persona con las cosas muy claras. Había dos bandos, ellos y yo. [...] Tenía claro quién era mi enemigo. Ahora ya no sé bien quién soy. Odio estar aquí, pero no me voy. Mis preocupaciones ya no son las que tenía cuando entré, ahora se parecen a las de ellos», reconoce la protagonista en un punto de la historia. Son estas contradicciones las que dotan de humanidad al personaje, que empieza la historia con la impertinencia y seguridad que otorga la juventud, pero que va mutando hacia las dudas y los cuestionamientos propios de la experiencia.

A lo largo de la novela, la crítica de clase se mezcla con el discurso feminista, la negación de la meritocracia y la condena a la turistificación. Todos estos temas se entrelazan con agilidad y consiguen crear un caos que lejos de resultar confuso da frescor al libro. A esto se suma también la división en capítulos cortos, algunos de apenas diez líneas, que dan un ritmo frenético al relato. En Supersario se aprecian dos grandes influencias en la escritura de El Mehdati. Por un lado, quizá la referencia más evidente, es la de la fanficción. Desde su adolescencia, la autora cogió soltura con la escritura a través de este género que consiste en utilizar los personajes existentes de, por ejemplo, una película y crear historias con ellos. Es un rasgo presente en el libro de forma explícita, ya que la autora intercala los capítulos convencionales con pequeños relatos con la estructura de la fanficción sobre sus compañeros de oficina. La otra de las influencias es Twitter. Los códigos de esa red social se ven reflejados a lo largo de toda la novela bien por el tono de queja y desahogo de Supersaurio bien por el ingenio y acidez característicos de la red social. Estas podrían ser las señas identificativas también de la generación millennial, que puede encontrar en el libro un espejo en el que identificarse.

Supersaurio es, en definitiva, un libro fresco, ágil y divertido, pero a su vez trágico, introspectivo y profundamente crítico. Un nuevo acierto de Blackie Books en el descubrimiento de nuevas voces que ya ha consolidado una segunda edición y una autora a la que habrá que seguir con atención.