Macaco: «Los conciertos que doy ahora son de tipo acústico-galáctico»

FUGAS

Toni Albir | EFE

El artista llega a Galicia dentro de la gira de su último disco, «Vuélame el corazón», un álbum conceptual sobre las relaciones sentimentales elaborado en tono íntimo.

23 ene 2023 . Actualizado a las 22:51 h.

Este Macaco no es como el Macaco que tenemos todos en la cabeza. En su último trabajo, Vuélame el corazón (2020), el catalán Daniel Carbonell bajó revoluciones, reformuló su sonido y logró algo tan diferente a lo anterior que se asienta perfectamente en el formato de un auditorio. Así se le podrá ver en el día 27 Vigo (Auditorio Mar de Vigo, 21.00 horas, desde 25 euros) en una gira única previa al desembarco en festivales.

—¿A qué responde el cambio experimentado en el último disco?

—Es un disco conceptual sobre el amor en el que me apetecía explorar otros registros, cantando más cerca del micro. Pero esto viene de más atrás. Durante la pandemia hice unos pocos conciertos en teatros, que no es mi lugar habitual. Hay canciones como Coincidir, Lo quiero todo... donde las letras tienen una especial importancia. Aparecieron otras dinámicas, se podían mascar las palabras y fue muy emocionante. De repente, para ese disco me dije que quería ir más allá.

­—Casi canta en susurros...

—Total. Era la intención, que fuera tan cerca del micro que sintieras que te lo están cantando como un susurro al oído. La producción iba por ahí.

­—Eso generará una dinámica de directo muy particular. ¿Es el nuevo material una burbuja dentro de lo que es Macaco?

—Es una burbuja, pero que funciona muy bien dentro de los mundillos que hemos montado. Unimos canciones con escenografía que, de repente, hace que suba mucho la dinámica. Luego cae y pasa una cosa con una lucecita. Y, de repente, nos vamos a unas versiones de unos temas en plan afro. Y, de repente, vuelve a caer y te vas a un piano... Los conciertos que doy ahora son de tipo acústico-galáctico. Porque hay una parte de sintetizadores muy retromodernos con efectos y pequeñas locuras. Parece una película con varias áreas.

­—El disco tiene un punto muy ensoñador.

—Totalmente.

­—Pero la gente, seguramente, tenga la idea de Macaco como algo explosivo y multicolor. ¿No se descoloca?

—En los últimos discos ya íbamos hacia esa dirección. Las canciones más populares de Macaco hoy en día son temas como Coincidir. Esa canción sube un millón de escuchas cada semana. Es una auténtica locura que, además, se generó de boca a oído de manera totalmente orgánica. Lo quiero todo también. Hay canciones que siguen estando ahí. Esto era un ejercicio de amplificar ese tipo de narrativas.

­—¿No cree que, a lo mejor, su público ha crecido y necesita canciones así?

—Tengo los dos registros. La parte monkey siempre está ahí. En los festivales sale más. He hecho un montón de festivales en el 2022 por todo el país. Ahí el público es más de 20 a 30. Cantan los temas de ahora y los de antes. Tengo un repertorio súper up. En ese disco temas como Vive a tu manera o Me lía, con los Estopa, son también de meterlos y venga, para arriba. Puedo hacer las dos cosas. Quiero mimar los dos mundos. Yo en los festivales funciono muy bien porque doy fiesta, pero hay un público que también me pedía esto. Nunca había hecho teatros.

­—Dice la nota que en esta gira «el concepto de banda adquiere unas dimensiones nunca vistas en su carrera». ¿Cuáles son?

—Esa dimensión entre la raíz y la antena, entre lo acústico y lo galáctico. Didac el batería, por ejemplo, puede llevar un bombo leguero, un cajón flamenco, mucha electrónica o elementos percutivos de tierra. Con las guitarras ocurre lo mismo, porque junto a las acústicas hay muchos efectos, con mucho eco y delays. Adri toca piano, pero al tiempo hay sintetizadores retromodernos en plan Blade Runner /Stranger Things. Se juega con esta cosa de tierra/aire.

­—Hay un tema en el disco, «Quiéreme bien», que lo canta con Leiva, que brilla especialmente. Canta: «No quiero que me quieras/ por encima de todo / ni a pesar de todo / Solo quiero que me quieras/ Que me quieras bien». Tremendo.

—Total. Es una canción que ha llamado mucho la atención. Fue el primer sencillo, un tanto arriesgado porque hay una parte hablada. Pero estábamos todos muy entusiasmados con la canción. Cuando la escuchó, Leiva lo tuvo claro, quería hacer esa porque le encantaba la narrativa. Me hizo mucha ilusión. Hay gente que ha escrito sobre ella y cómo las formas de querer se han transmitido de unas generaciones a otras, relacionando el amor con la propiedad. Amor es otra cosa. Como decía el maestro Lennon, no somos medias naranjas, nacemos enteras. Todo lo que nos han querido imponer sobre las reglas del amor hay que romperlo de alguna manera. Salió esta canción y estoy muy contento de ella. Es el del amor consciente. En Tirititrán, la que hago con Tanxugueiras, hablo de una ruptura debida al ego.

­—¿Cómo surge esa relación con Tanxugueiras?

—Estamos en la misma empresa de Management. Me las pusieron y me encantaron. Hablamos por teléfono y me cayeron superbién, porque son tres personitas maravillosas, que tienen la verdad, la calidad y la naturalidad. Luego, tocamos juntos en Pirineos Sur y me parecieron muy de verdad. Fue un concierto precioso. Se ha creado una relación muy bonita. En breve sacaremos un videoclip. Es una maravilla trabajar juntos.

­—¿Se subirán con usted al escenario en Vigo?

—Pues a ver si nos inventamos algo y están ellas por allí. Vamos todos tan liados que a ver si es posible. Ojalá.