«Papá nos quiere»: cara a cara con la herida que dejó papá

FUGAS

El debut literario de Leticia G. Domínguez explora el terror de una infancia inundada por la fe ultracatólica y la culpa que permanece años después

27 oct 2023 . Actualizado a las 12:10 h.

Honrarás a tu padre y a tu madre, sentencia el cuarto mandamiento. Como conjurando respeto, un legado eterno. Como queriendo decir que uno debe devolver todo eso que le han dado: compasión, amor, vida. Pero, ¿y si no hubo amor en aquel piso del sur de Madrid? Si solo hubo represión y miedo... ¿cómo se honra el terror de una niña?

La protagonista de Papá nos quiere (Caballo de Troya) lleva a la espalda una cruz. En ella, talladas, la culpa, el miedo, el ostracismo y la moral impuesta desde la cuna. Una lección que se grabó a fuego en su piel desde pequeña: «En mi vida solo Dios me va a ayudar, solo la fe me va a salvar y solo mi familia me va a querer». Ahora, a sus 26, la cicatriz aún palpita.

Hablando con Gomes, el psicólogo, nuestra narradora vuelve a aquel hogar frío, estricto, sacralizado por la fe y las reglas de un padre y una madre que, en busca de lo mejor para sus hijas, solo encuentran lo peor. En estos viajes al pasado, las ausencias (no hay restos de un abrazo cálido, un juego, un beso o un deseo) pesan casi tanto como lo que se recuerda (el miedo a decir la palabra incorrecta, a pensar la idea incorrecta o a vestir la ropa que no debe ser vestida). «Siento que papá y mamá han ido cosiendo una funda de colchón con los trocitos de piel que me arrancan con sus palabras», llega a decir. Y sobre ese colchón duermen, obnubilados por su fe, fieles creyentes de que el mundo es temible e ignorantes del odio que crece dentro de su hija.

Que esta novela coincida con la emisión de La Mesías (Movistar+), la nueva serie donde los Javis exploran el seno de una familia ultracatólica, es una bellísima casualidad. Sobre todo porque en la voz de la mamá, que pinta Leticia G. Domínguez en esta sutil, frágil y durísima novela, suenan ecos de la Montse que sale en pantalla.

Ellas, verdugos de sus propias hijas, son víctimas a la vez de un sistema que oprime a las mujeres, las culpa y las marca de por vida. Visto desde el diván que pone al pasado bajo el microscopio, la estampa era (¿es?) una verdadera película de terror.