Los tres mejores murales del mundo están en Galicia: «El feísmo nos favorece, las fachadas monstruosas son lienzos inmensos»
FUGAS
Sfhir, Lula Goce y Yoe33 transforman el feísmo en maravilla mundial. Hablan tres grandes del arte urbano, distinguidos por la plataforma Street Art Cities entre 50 obras de gran formato de todo el planeta
16 feb 2024 . Actualizado a las 15:31 h.Tres bellas, enormes, sugerentes e imperturbables mujeres han atraído a Galicia el interés del mundo entero. Son las protagonistas de los tres murales distinguidos como los mejores del mundo por la plataforma Street Art Cities, que reúne a la comunidad de arte urbano más grande del planeta, conectando artistas, festivales, galerías y ciudades. «Esto está siendo una locura», confiesa a Fugas Sfhir, el artista madrileño con debilidad por Galicia, que pintó a una violonchelista que hace que suene la luz en una calle de Fene. Esta música gigante, que toca el chelo usando como mástil el patio de luces de un edificio de la calle Fraga, es la protagonista del mejor mural del mundo. ¿Cómo nació? «Me invitaron al Perla Fest, a la primera edición de ese festival [de muralismo, arte urbano y musical]. Me conocían del Meninas, que se celebra al otro lado de la ría. Me dijeron que habían cerrado la mítica sala Perla y que, como había sido un disgusto, querían hacerle un homenaje con el festival. Me pidieron que la temática fuera musical; vi la composición de la pared del edificio, que tiene unos 700 metros cuadrados y está partida por el patio de luces. Así que se me ocurrió usarlo para el mástil del instrumento», resume Sfhir, que ha conseguido que suene la luz. «¿Que suene la luz?...». Es que las ventanas del edificio se iluminan por las noches, ¿no? «Ah, sí, y este no era un efecto pensado. Es la luz que se enciende cuando sube un vecino las escaleras... En este aspecto, hubo suerte. Lo descubrí el primer día que pinté. Subió un vecino y empezó a iluminarse todo. Dije: 'Qué suerte hemos tenido de que esto funcione así'. Parece una instalación audiovisual».
En Nigrán, nos hace elevar la vista la Dona do Estuario, una de las diosas humanas que han viajado de la cabeza de Lula Goce a un muro. Con esta dama inspirada en su madre ha ganado la artista de Baiona el segundo premio de los mejores murales del mundo. «En Galicia y en España hay un nivel de arte urbano brutal. Tenemos gran tradición pictórica, mucha tradición de mural, mucha más que el resto de Europa», señala esta artista urbana que creció a la brisa salada del mar.
De Cádiz a Vizcaya, sobresale el arte de intervenciones de gran formato que maquilla la cara desnuda o gastada de muros y medianeras, pero en Galicia hay algo más. «El feísmo nos favorece. Tenemos una cantidad de medianeras y de espacios que necesitan relectura, por esa construcción masiva de los años 70, 80 y 90. Y ahora que estamos en fase de repensar los espacios, el urbanismo, la sociedad, esta es una solución buena», apunta Lula Goce. Una observación con la que concuerdan Sfhir y Yoe33, autor del tercer mejor mural del planeta con una guerrera que impone en la ronda de la Muralla, de Lugo, y que él resistió a hacer fea, pese a algunas sugerencias que recibió para hacer a esta «abuela» de lucenses. Hermosa e inquietante es Copora, interpretación de Yoe33 de esa mujer prerromana de la tribu de los Coporos, que lleva una nueva victoria artística a Lugo tras el triunfo de Diego As en el 2021 con su Julio César junto a la Muralla.
«El gran escollo que teníamos era el patrimonio. Tuvimos que luchar para defender hacer una obra en esa zona, al lado de la catedral. Presentamos un proyecto con una documentación que parece una tesis: tuvimos que rescatar mucha, y el Museo Provincial nos facilitó las cosas», cuenta Yoe33, que detalla que todo lo que lleva esta castreña (cuchillo, collares, vestimenta) es propio de Lugo. «En este caso, la guerrera no podía ser una fantasía, debía tener un peso argumental. Todo tiene una razón de ser». Salvo la cara de Copora, que es cosa del artista. «Y eso me generó dudas —revela Yoe33—: '¿La pongo como una mujer de rasgos faciales duros o la dulcifico...? Ese proceso, al no tener base, lo vas creando con imaginación. Primero la hice más grotesca, luego fui cambiando. Esa cara es una creación personal».
¿Por qué brilla Galicia en arte urbano?
«No es lo mismo tener una fachada llena de ventanas, que es al final lo idóneo para vivir, que una monstruosa... Estas fachadas monstruosas para vivir no están nada bien, pero llevadas a nuestro terreno son lienzos sin obstáculos. Son lienzos inmensos, inmejorables», sostiene Sfhir sobre las oportunidades que le da el feísmo al artista en este recuncho.
A la vista de las más recientes decisiones de Street Urban Cities, Galicia es potencia mundial en arte urbano. ¿Qué nos hace fuertes? «Son varios factores: apostar por una disciplina, junto con el feísmo, y que la ciudadanía lo está secundando». «Tres murales protagonizados por tres mujeres y cada uno en una zona distinta de Galicia —pensó Yoe33 al ver el top3 gallego de Street Art Cities—, ¡solo falta Ourense! Es interesante ver cómo triunfa el arte en sitios rezagados. Somos minorías muy fuertes. El otro día me decían que en Madrid y Barcelona había gente con miedo a zonas más apartadas... En Madrid tienes más distracciones, aquí estás muy focalizado en tus cosas, aparte de que este clima te hace ser más introspectivo». ¿No estar en el centro favorece la solución creativa? Puede.
En todo caso, ser periférico no limita la acogida del arte de gran formato, que es hoy notable y genera turismo. La gente no solo mira, es parte en este arte del proceso de creación, señalan los artistas. «Y tú vas viendo cómo va cambiando el lugar donde trabajas, cómo cambia la actitud. El arte del mural es algo más vivo, orgánico. Se acerca gente de alrededor, los primeros días suelen ser escépticos porque les plantas una grúa y a veces les cortas la calle... Pero después empiezan a hablar entre ellos, se paran, quieren saber», expone Lula Goce.
Lo femenino, la mujer como sujeto, domina el arte del mural en Galicia. Es algo que reivindican Yoe33, Lula Goce y Sfhir. «Yo abogo por la igualdad y la sociedad la veo descompensada: está todo muy centrado en el hombre -advierte Sfhir-; donde hay toma de decisiones suele haber un hombre, y creo que esto antropológicamente es un desastre. Que no se me malinterprete, no es ir contra el hombre, pero creo que en el equilibrio hombre-mujer, de lo femenino con lo masculino, está la virtud. Lo que tiene el hombre de impulsividad y de ira es fatídico si se normaliza y generaliza. Hace falta la reflexión femenina, en general, y reivindicar que todos venimos de ahí, de esa fertilidad creadora. Antes los dioses estaban dedicados, precisamente, a la fertilidad, con figuras. Y luego se nos dio por los dioses masculinos, señores que nos dicen cómo se deben hacer las cosas. Creo que esto es un error. Hace falta un equilibrio».
¿Es lo mismo grafiti que mural?
Grafía con espray no es sinónimo de «intervención mural», donde tienes en cuenta, al crear, el espacio, los colores de los edificios o cómo pasa la gente, dice Lula. «Uno de mis caballos de batalla es utilizar el entorno y no imponer mi criterio —añade Sfhir—. Porque es importante el diálogo entre la obra y su entorno, la arquitectura, la naturaleza, la luz, la gente...». Sfhir percibe delgada la frontera entre un grafitero, «que casi se ve como un vándalo», y el artista urbano, que está reconocido incluso por las instituciones. «Me gustan ese tipo de paradojas que se producen cuando a un grafitero le multan por hacer una pintada en la calle y el ayuntamiento, a la vez, lo está contratando para un mural con un plan preestablecido. Es la misma persona. A veces lo que hace falta es educar a la gente, a los artistas desde pequeños de lo que está bien y de lo que está mal. En las ciudades se construye para las personas. Si alguien quiere jugar al fútbol, hay un montón de campos, pero para pintar... ¿cómo lo haces, cómo pintas en la calle? No hay sitios habilitados para eso».
Si eres artista en la calle, el tiempo te pone más en tu lugar... «En Sada me pasó una vez, y otra en Suecia, de pintar y caer de repente una tromba de agua y tirar dos horas de trabajo —cuenta Lula Goce—. También la luz influye, acabo de estar en Fuengirola y allá la luz es amarilla. Te vas a Suecia y es azul; eso varía el tono de la pintura, que no se ve igual en cada sitio». También varía la pintura con la gente que habita cada lugar. Lula recuerda especialmente una ocasión en Valencia en la que estaba pintando en la zona del Cabañal: «Recuerdo estar pintando en una casa que parecía zona cero. Al lado, vivían dos familias de rumanos con niños pequeños. La madre les ponía a los niños un cartón delante de la grúa y allí se sentaban cada día a mirar cómo yo pintaba. Tenían acceso a una creación artística. Ese poder de llegar a la gente es bonito».
Es posible llegar, como lo es entablar un diálogo creativo entre instituciones, artistas y el común de la gente, señalan estos grandes referentes del arte urbano.
¿Hay escuela de arte urbano? «Un compañero mío, profesor, siempre se quejaba de que las paredes de la universidad solían estar limpias. La enseñanza se limita a lo teórico, no te dejan hacer nada... Y decía: 'Si esta es la Universidad de Bellas Artes, ¿por qué te dejan pintar nada?'. El resto de profesores, chapados a la antigua, el decían: 'Se van a poner a pintar cosas que no deben...'. ¿Qué problema hay? Hay que democratizar un poco el arte. Se debe ir generando un diálogo. Si los chavales están aprendiendo a pintar, ¡que pinten! Que no llega solo con hablar de cómo se pinta y cómo hay que pintar. La técnica es muy importante para aprender, pero también lo es ponerse con las manos en la masa», señala Sfhir.
La creatividad marcará la diferencia, dicen estos artistas mundiales. Un pensamiento de gran formato.