Spirou, el clásico reconvertido en una lección de historia

FUGAS

Emilie Bravo

El hispanofrancés Émile Bravo enfila el final de su serie sobre el célebre botones con un tragicómico homenaje a la resistencia al nazismo

07 jun 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

Los dos episodios más relevantes del siglo XX en Europa, las dos guerras mundiales que aquí se desataron, han inspirado algunas de las mejores obras del cómic mundial, desde Maus, de Art Spiegelman, hasta La guerra de las trincheras, de Jacques Tardi. Entre ambos conflictos bélicos, un dibujante francés llamado Robert Velter comenzó a publicar en una revista las aventuras de un botones de hotel llamado Spirou. Empezó a leerse alrededor de 1938, bajo la sombra de la primera gran guerra, y anticipando que venía la segunda. Aquel hombre, que firmaba como Rob-Vel, creó un icono, un clásico de la cultura que se ha terminado convirtiendo en una franquicia desarrollada por diferentes autores, y con bastante fortuna (al contrario de lo sucedido con Astérix, ya sin Uderzo y Goscinny, por ejemplo, con resultados desiguales). Spirou es un personaje que han retratado Franquin —posiblemente el autor más conocido— o Jean-Claude Fournier, y más recientemente José Luis Munuera, Olivier Schwartz... Y que ha dado lugar a sagas colaterales, como la de Marsupilami. 

Hace unos quince años, el botones del traje rojo cayó en manos de Émile Bravo, que inició una serie histórica con este inquieto personaje y su inseparable Fantasio. Ahora enfila su recta final. Acaba de publicarse en España el tercero de los cuatro tomos de La esperanza pese a todo, que a su vez es continuación del maravilloso Diario de ingenuo, el origen de todo esto que ha ingeniado el dibujante hispanofrancés. Lo edita Dibbuks (que, todo hay que decirlo, lleva algo de retraso en la edición española).

Interior y portada del último álbum de «Spirou»
Interior y portada del último álbum de «Spirou»

Estructurado en cuatro álbumes, la serie es un viaje a los orígenes del tiempo en el que Rob-Vel ideó al pillo Spirou, en compañía de Fantasio y de la ardilla Spip (otra joya como papel secundario), en la Bélgica que defendía la idea de no alinearse con nadie en la Segunda Guerra Mundial, pero que terminó con buena parte de Bruselas bombardeada y bajo la cruz gamada. Bravo hace un viaje 90 años atrás para contar un lustro determinante en Europa. Y en un trabajo tan ambicioso, hasta folletinesco, hay sitio para todo: desde la delación de judíos hasta los trenes que llevaban a los campos de exterminio; desde la prensa que iba alfombrando la llegada de los nazis hasta los colaboracionistas locales; desde espías hasta pilotos de guerra; desde guerrilleros machistas hasta sacerdotes izquierdistas... Todo para narrar el ejercicio del hundimiento primero y resistencia posterior de un pueblo tras la irrupción de los de Hitler. Sin edulcorar. Puede chocar ver en un trabajo de apariencia juvenil secuencias duras, bombardeos, destrucción, traiciones, muerte, golpes inesperados, amantes despechados, violencia, orfandad y diálogos cargados de sarcasmo. Pero tampoco falta una de las premisas de Spirou: un cierto sentido cómico de la vida. La hilaridad se la deja Émile Bravo al coprotagonista, Fantasio, ese reportero tontorrón que va creciendo mientras avanza la trama y con el que es difícil empatizar, sí, pero que aporta la distensión necesaria en los momentos amargos. Spirou en cambio es aquí menos trasto (que es la traducción en valón de su nombre) y más racional.

La historia transcurre entre saltos cortos de tiempo para los que Bravo opta por un formato interno muy interesante: casi todas las microhistorias que conforman la narración principal se cuentan en dos, cuatro páginas, de manera que el lector va construyendo el todo a través de pequeñas píldoras, tirando de un formato clásico de 12-13 viñetas por plancha que solo rompe cuando merece la pena: la llegada de los aliados, una gran destrucción, la entrada de tanques nazis o el final de cada álbum. Un trabajo interno muy meditado que acompaña con un dibujo claro con pequeños detalles y diálogos muy ocurrentes.

La esperanza pese a todo es al final una novela tragicómica en la que funcionan desde los escenarios —sobre todo Bruselas— hasta la galería de secundarios: dos pintores alemanes judíos que tienen que ocultarse en una buhardilla; un grupo de maquis; unos granjeros convertidos en eje de la resistencia; un grupo de niños que buscan sobrevivir entre el fango tras perder a sus padres; un cura que sirve de enlace para conseguir papeles falsos; un editor que se resiste a caer en la dialéctica del nacionalsocialismo... Funciona todo porque Bravo tiene claro qué quiere contar, adónde quiere llevar a Spirou y ante qué desafío enfrentarle. El principal, si sería capaz de empuñar un arma para defender los valores en los que cree, si se dejará vencer por la ingenuidad o si al final ganará la esperanza. Lejos del hotel y de su uniforme rojo.

«La esperanza pese a todo»

Émile Bravo

 EDITORIAL Dibbuks PÁGINAS 116 (tomo 3) PRECIO 20 euros