Amaral: «Nos hemos creado una coraza, es que si no, te devoran»

FUGAS

Amaral visita Galicia el día 24.
Amaral visita Galicia el día 24. -

Maestros en gestionar el éxito y en cultivar con elegancia la imagen de antidivos, charlamos con unos cercanos y afables Juan Aguirre y Eva Amaral, que el próximo día 24 actúan en el festival Río Verbena

09 ago 2024 . Actualizado a las 10:15 h.

Hace tiempo que van a su bola y no les va mal. Fueron quien de escapar de una industria que amenazaba con devorarlos de éxito. Y lo hicieron sin perder un ápice de magnetismo. Al contrario. Las nuevas generaciones los reivindican con fruición. Son ellos quienes se marcan sus ritmos. Casi siempre en contra de los dictados del márketing. Han publicado ocho discos en 26 años. El último, Salto al color, en el 2019. Pero antes de que finalice el 2024 tendremos nuevo álbum de Amaral. Algunas de sus canciones ya sonarán en directo en el concierto que el sábado 24 de agosto ofrecerán en el festival Río Verbena, en Pontevedra.

—Siempre pienso que el paradigma de la gestión del éxito en España en el mundo de la música popular sois vosotros. ¿Eso se aprende o nace de manera innata?

Juan. Eso te lo encuentras. Porque el éxito no lo decides tú. Todo lo que nos ha pasado desde el 2003, que fue cuando empezamos a crecer, nadie lo podía prever.

Eva. Cuando nosotros comenzamos, difícilmente los músicos conseguían sobrevivir con su arte. Así que cualquier pequeño logro nos parecía siempre un sueño inalcanzable. La verdad es que la vida nos ha regalado mucho más de lo que esperábamos.

—Siempre habéis mantenido vuestra independencia, desde la honestidad.

J. Yo creo que la base es que hemos tenido suerte de que un público muy masivo ha asumido nuestra manera de entender la música. Y un ingrediente importante para que eso haya ocurrido es que nunca hemos intentado repetir el mismo disco dos veces ni hacer las segundas partes de nuestras canciones de más éxito. Y la gente lo ha aceptado. Podrían haber dicho, «No, no. Queremos más de lo mismo». Pero en nuestro caso, la gente ha ido evolucionando y al tiempo se sumaba gente nueva.

E. Eso que tú defines como honestidad yo lo llamaría terquedad. Quizá venga dado por nuestro origen aragonés (se ríen), pero sí es verdad que siempre nos hemos empeñado en hacer las cosas a nuestra manera, aunque no fuera la habitual o la que se estilaba en cada momento.

—El primer adelanto del nuevo disco, «Rompehielos», ¿es una muestra definitoria de lo que nos vamos a encontrar en él o es una rareza?

E. No es que sea una rareza, porque cada canción del disco es una escena de lo que hemos estado viviendo. Siempre desde ese propósito de vivir siendo consecuente con lo que eres y de no preocuparte por las opiniones externas.

—Porque esa coraza de la que habláis en esa canción, «que parte por la mitad los miedos», ¿os venía de serie?

E. Yo creo que se construye. Esas cosas de serie no suelen venir. Tú naces inocente y la vida es la que te va creando esa coraza, porque, si no, es que te devoran.

J. Pero eso no quiere decir que permanezcamos insensibles a los tiempos en los que vivimos. Al contrario. Creo que vas construyendo esa coraza porque eres sensible.

—De hecho, las letras de vuestros últimos discos son mucho más comprometidas. Algo que me complace porque parece que ese territorio está reservado en exclusiva para el punk rock o para el rap.

J. El punk rock, tal y como yo lo conozco, es un mundo bastante conservador. Escucho cosas que parecen hechas con inteligencia artificial. Casi todo parecen clichés. De hecho, me puede parecer más potente una canción hecha con una guitarra acústica o alguien reivindicando la música de sus abuelos, como puede ser Baiuca.

E. O Rodrigo Cuevas.

—Hay quien dice que estamos soportando una sociedad adormecida y las pocas voces que intentan despertarla son castigadas. Vosotros habéis sido víctima de ello. ¿En qué punto os situáis?

J. Yo soy optimista. Nosotros no somos abanderados de nada. Las veces que hemos opinado sobre algo, lo hemos hecho desde nuestra condición de personas de a pie. Pero sí que creo que somos una inmensa mayoría la gente que queremos que se respete a los seres humanos, a la naturaleza...

E. En realidad, son cosas muy sencillas y muy básicas. Es difícil comprender que haya alguien a quien eso no le parezca lo normal. Yo, como decía Juan, creo que estamos avanzando, lo que pasa es que siempre que se mira hacia adelante, hay personas e ideas que luchan contra ese avance.

—En una canción de «Salto al color», habláis de «los fantasmas del pasado». ¿Cómo os lleváis con los vuestros?

J. Yo no tengo muchos fantasmas porque tampoco miro demasiado al pasado. Para mí, el pasado es Zaragoza, la ciudad en la que crecí, en la que estudié, en la que empecé a tocar, en la que nació el grupo... Era una ciudad en la que los fines de semana era como si fueras a la universidad. Había una serie de bares donde ponían una música increíble. Para mí el pasado tiene que ver con el momento en el que todavía no habíamos empezado a viajar a lo loco y estábamos en Zaragoza y cuando venía un grupo, soñábamos con hacer lo que hacían ellos... Si ahora lo pienso, mis fantasmas del pasado tienen que ver con lo que me pasaba allí siendo jovencillo.

E. Yo estoy en paz con mi pasado. Por supuesto, siempre hay cosas que piensas «sí en vez de hacer esto hubiera hecho lo otro...». Pero bueno, si cambias el curso de la historia, ya sabemos por Regreso al futuro que luego a lo mejor pasa algo que no es lo oportuno. Así que dejémoslo como esta, que de todo se aprende.

—Eva, parafraseándote, ¿eres más cantante o más cantera?

E. Yo básicamente soy una intérprete. Lo de cantante y cantera era una broma que hacía porque yo estudié en la escuela de artes y me especialicé en talla en piedra. Y ahí estaba, con mis cinceles, mis gubias y mis martillos, aporreando piedras. Después ya empecé con la música y eso me absorbió completamente, pero siempre hacía la broma de que yo era una cantante cantera.

—Hoy vas a una fiesta o a un festival, de repente suena «Marta, Sebas, Guille y los demás» y aquello es un éxtasis, con la chavalada, muchos de los cuales casi no habían nacido cuando sacasteis la canción, bailando y coreándola de cabo a rabo. ¿Cómo os quedáis cuando veis eso?

J. A mí me recuerda a cuando nosotros crecíamos con música de bandas que no eran de nuestra época. Y creo que ese fenómeno se ha acentuado porque antes la industria del disco estaba programada para que una moda sustituyera a otra, y eso ahora ha desaparecido. Hoy, con un golpe de ratón, escuchas a Elvis, luego te pones una de Amaral y luego pueden sonar Baiuca o Duki. Conviven canciones que se editaron ayer con las que se editaron hace 19 años.

E. Sí, sí, yo veo que lo cantan con bastante enjundia, sobre todo la parte del «imbécil de tu jefe», que es una frase que ha sido transversal a todas las generaciones.

J. Carolina Durante nos escribieron porque la querían grabar y nos comentaron que la querían personalizar un poco. Nos pidieron permiso para incluir en la letra los nombres de algunos de sus amigos y les dijimos que adelante, pero que sí que nos gustaría que se mantuviese la historia de la chica que estaba currando sin contrato y se queda sin trabajo y eso que dice el estribillo de que en la calle pasábamos las horas, porque allí era donde nos juntábamos los chiquillos. Era como una escuela paralela.

—Ahora las horas las pasan encerrados con la Play en su habitación.

J. Yo creo que hay más similitudes que diferencias entre la gente de nuestra generación y la actual. Da igual que te juntes con tus amigos en el portal de tu casa o a través de un programa de ordenador para jugar.

—¿Qué es de Marta, Sebas, Guille y los demás, seguís manteniendo el contacto?

J. Con Sebas, el de Buenos Aires, sí nos escribimos a menudo.

E. Y con Marta y con Claudia, también.

En menos de un mes venís dos veces a Galicia, al Río Verbena, en Pontevedra, y al Recorda Fest, en A Coruña. ¿Cómo es vuestra relación con esta tierra?

J. Galicia es uno de los sitios donde más hemos tocado desde el principio. Ya desde el primer disco íbamos a tocar muy a menudo. Supongo que porque es una tierra muy musical. A partir de ahí, siempre que hemos ido hemos visto que tiene muchas similitudes con Aragón: la impronta de la música tradicional es ahí muy potente. Y luego, tenemos muchos amigos y hemos colaborado con muchos músicos gallegos. Tocar en Galicia es casi como tocar en casa.