Desbordante de innata ironía, festiva frescura y ritmos sureños llega la cantautora gaditana, que ahora suma a su propuesta la seducción de las texturas electrónicas. Actúa el viernes 4 de octubre en A Coruña y el 5 en Santiago
04 oct 2024 . Actualizado a las 10:40 h.«Killa Mare, ¡qué bien te va! He visto que no paras quieta», canta la cantautora gaditana en uno de los temas de su último disco. Y no va desencaminado el asunto. De un tiempo a esta parte lo de La Mare es un secreto a voces. Y es que pocas veces una artista ha sido capaz de aglutinar en su propuesta tal conglomerado de elementos atractivos. Desde unas melodías que se no te van de la cabeza desde la primera escucha a unas letras desbordantes de ironía y humor pero que atesoran además una notable carga de profundidad en sus mensajes. La Mare es puro optimismo, pero también es reflexión. Es baile, pero también llamadas de atención. La gaditana llega este fin de semana a Galicia -el viernes en el Garufa de A Coruña, en el marco del ciclo Elas Son Artistas, y el sábado en A Casa das Crechas, en Santiago- para presentar en directo El fuego. Parte I, la primera entrega de su cuarto disco, al que dará continuidad La luz. Parte II.
—¿Qué vamos a ver este fin de semana en Galicia? ¿En qué formato te pesentas?
—Como la última vez que estuve en Galicia estuve sola en acústico, esta vez voy con la banda, que es el formato más fiel a lo que puedes escuchar en el disco. Es un formato que a mí me gusta muchísimo porque el concierto se llena de colores, de arreglos y de matices.
—Estás presentado «El fuego. Parte I», un disco en el que, sin desprenderte de tu sonido indentitario, incluye nuevas influencias, entre ellas la electrónica.
—Aunque a mí me encanta la música orgánica, yo tenía muchas ganas de explorar ese universo de sonidos nuevos que me ofrece lo electrónico y lo digital. Hoy en día tenemos mil recursos para alcanzar atmósferas y ambientes musicales que no puedes conseguir de otra manera. Tampoco es que ahora de repente yo haga tecno, ni mucho menos, pero aprovecho todas esas texturas, los colores y los efectos vocales que te pueden dar lo electrónico.
—«¡Qué bien te va!» te dicen en en «El escaparate», una de las canciones de este disco. ¿Es así?
—Sí, yo estoy muy contenta. Más allá de los números, de esa enfermedad que tenemos por los likes y de esta exposición que tenemos todo el rato, que es algo de lo que ya me he quejado en otras canciones, yo estoy muy feliz porque tengo un equipo humano increíble. Tengo una banda con la que soy muy feliz en el escenario. Ya sea cantando para 2.000 como cantando para 50 me lo paso muy bien y disfruto mucho. Y creo que esa es la clave para dedicarte a la música, tener un equipo humano con el que merezca la pena hacerse todos los kilómetros que nos hacemos y pisar todos los escenarios que pisamos.
—En «El escaparate» también te dicen que tienes todo lo que has soñado, pero yo estoy seguro que no, que te quedan muchos sueños aún por cumplir.
—Sí, hay mucha gente que me dice: «Bueno, pues ya está, ya tienes la suerte de dedicarte a la música», como si eso fuera la panacea, la fantasía de cualquiera. Es cierto que yo nunca soñé con dedicarme a la música. Aunque claro que soñé con cantar para miles de personas, con recorrerme un montón de escenarios... Así que en este aspecto, pues sí, algunos de esos sueños los he conseguido. Pero el sueño de la música está muy idealizado. No es tan bonito como cuentan. Hay que tener cuidado con los sueños porque a veces se convierten en pesadillas.
—Por acabar con esa canción, aunque solo con su letra podríamos hacer la entrevista completa, en ella dices a veces piensas en retirarte. ¿Se te ha pasado por la cabeza alguna vez a tirar la toalla?
—A ver, pese a que me queje de la obsesión por los números, es algo que es inevitable. Al final nuestro trabajo, por mucho que se haya idealizado y que parezca superbonito, no deja de ser un producto. Y puedes seguir dedicándote a ello cuando ese producto funciona y te lo compran. Pero cuando no funciona o no funciona tanto como tus expectativas esperaban, claro que te planteas si merece la pena o no. Yo tengo claro que la música es una carrera de fondo. Pero en estos ocho años ha habido momentos en los que te planteas, si merece la pena el agotamiento, la entrega y también el desembolso económico que conlleva este trabajo. Claro que he dudado y que se me ha pasado por la cabeza abandonar. Supongo que muchas veces es fruto del cansancio o de no tener los resultados que esperas. Por eso te digo que al final lo que te da la clave para quedarte es tener un equipo humano que tire contigo del carro y un público fiel.
—En muchas ocasiones te he escuchado decir que la música ejerce sobre ti un poder de sanación. ¿Sigue siendo así?
—Sí, completamente. Tanto la parte más expuesta, yo cuando me subo a un escenario se me curan todos los males, como la más íntima, como es el componer. Hay días que estás completamente bloqueada o con muchos fantasmas en la cabeza, te sientas a tocar y, de repente, ¡pum!, canción. Sí, la música es absolutamente sanadora.
—Y además de como sanación, también entiendes la música como activismo. No eres, desde luego, de las que se callan.
—Me gusta pensar que quienes cogemos un micro y tenemos a gente delante que nos escucha y que tiene en cuenta lo que decimos, debemos usar ese altavoz en pro de causas que consideremos justas. Y luego también, como cantautora, creo que la canción de autor siempre ha estado ligada a la justicia social. Para mí siempre ha sido algo inherente a mi carrera. He tenido momentos de canciones más políticas y otros de menos, pero el compromiso social es transversal a mi proyecto.
—Y además de hacerlo y cantarlo bonito, lo haces y cantas con mucho sentido del humor.
—A ver, yo vengo de la tierra del carnaval y una de las cosas que más admiro del carnaval es precisamente eso, el humor, el ingenio, la elegancia con la que puedes soltarle una burrada a cualquier político que tienes sentado adelante, pero que se lo dices de una manera que es que se tiene que reír. El humor es una herramienta poderosísima y por suerte a mí me me corre por las venas. Aunque, por supuesto, tengo cosas más intensas y más profundas, me sale mucho, lo primero reírme de mí misma, que eso ya es importante, y lo segundo, pues sí, darle una vuelta de tuerca e ir un poco con la ironía por bandera a la hora de tratar ciertos temas.
—No es la primera vez que actúas en Galicia, ¿cómo es tu conexión con esta tierra?
—Para mí Galicia es la tierra de la fiesta, la tierra de la foliada, la tierra de decenas de personas tocando la pandereta y la gaita hasta que se hace de día. Esa fue la primera Galicia que yo conocí, en Pardiñas hace 12 o 13 años. Ahí fue donde me enamoré de la pandereta y me llevé una. Desde entonces, vengo tocando pandereta y escuchando frikadas galegas que mezclan folk y bastante psicodélica. También tuve una época que escuchaba muchísimo a Mercedes Peón... Soy una enamorada de la música de raíz gallega y de los contextos en los que sucede.
A CORUÑA SALA GARUFA VIERNES 4. 22.00 14,10 EUROS
SANTIAGO CASA DAS CRECHAS SÁBADO 5. 21.00 14,10 EUROS