Lucía Lago despunta con su ópera prima, una novela de meigas que te lleva a una mansión encantada en la playa de Cirro. «Me fascinan las casas abandonadas», revela
18 oct 2024 . Actualizado a las 05:00 h.Se siente como un pequeño aloumiño. Huele a humedad, a musgo. Suena a mar. Y se ve como una bruma... Adentrarse en El faro de la sirena, la primera obra de Lucía Lago (A Coruña, 1988) supone peregrinar por la Galicia de las meigas, de las leyendas y de la magia. Su cuidada prosa no solo lleva a viajar por las dos historias que componen la novela, la de Mairi (en los años 20 del siglo pasado) y la de Clara (situada en el 2007), sino que propicia en muchas ocasiones que el lector las sienta en su propia piel.
A muchos, las páginas de esta ópera prima —que la propia autora y el editor presentarán este viernes a las 19.30 horas en el Sporting Club Casino de A Coruña— les recuerdan a aquellas atmósferas góticas que tanto caracterizaban a Charlotte Brontë, o a aquellas sombras que oprimían a la Rebeca de Daphne du Maurier. No en vano, el misterio, el romanticismo, la amistad y, sobre todo, el amor por la literatura y los libros son los ingredientes que vertebran la historia de la sirena de Lucía Lago. «Es un libro que habla de leyendas, pero también sobre relaciones familiares, sobre la importancia de la amistad a lo largo de la historia y que pone el foco en la naturaleza de Galicia. De hecho, uno de los temas que vertebra la historia es la relación de las personas con la naturaleza y la importancia de esta en las propias relaciones humanas», relata Lago.
Con estos mimbres, se va tejiendo la historia de las dos protagonistas, dos mujeres fuertes que, a pesar de vivir en dos momentos tan alejados cronológicamente, guardan un lazo que las une de manera especial. La de Clara, la más actual, pivota sobre una casa que la hipnotiza por completo: «Esa casa existe, está muy cerca de la playa de Cirro, que es el lugar en el que yo paso los veranos. Esa vivienda estuvo abandonada muchísimo tiempo y yo siempre me quedaba hipnotizada mirando y preguntándome quién habría vivido allí. Esa fascinación que yo siento por las casas abandonadas me ayudó a construir la parte de Clara», explica la autora gallega. Ese embelese por la morada al pie de la playa también lo siente la protagonista más actual y ese es precisamente el impulso que guía su historia. Clara decide abandonar Madrid después de un despido en una consultora para tratar de encontrarse a sí misma mientras va desentrañando todos los secretos de la mansión indiana que la obsesiona desde su infancia. Y aquí es donde entra en juego otro personaje misterioso y fascinante: Hilda Silva, una mujer que carga a sus espaldas con una mochila llena de secretos.
La otra cara de la moneda la protagoniza Mairi, una pequeña que vive una niñez solitaria con la compañía de su padre —farero en una pequeña aldea situada en la costa atlántica— y algunos personajes conmovedores como dos mujeres tildadas de meigas y un sacerdote amante de la literatura. Todo este universo —ambientado en los años 20— sufre un seísmo a causa de la construcción de una enigmática casa de estilo indiano sobre las rocas de su pueblo y el posterior aterrizaje en tierras gallegas de la distinguida familia Andrade Puig i Serra: «Detrás de la historia de Mairi se encuentra la leyenda de la sirena de Sálvora, que cuenta cómo el héroe de guerra Roldán (sobrino del emperador Carlomagno) se encontraba convaleciente en la isla de Sálvora cuando una mañana se encontró en la playa el cuerpo de una mujer. Al acercarse a ella se da cuenta de que se trata de una sirena, de la que se enamora perdidamente. Pero, cuando le pregunta su nombre, descubre que es muda, por lo que decide bautizarla con el nombre de Mariña, por su procedencia del mar».
Aprobó la oposición
Los avatares de Mairi y de Clara se han ido escribiendo a caballo sobre unas oposiciones, las que Lucía Lago aprobó hace unos años para entrar a formar parte del cuerpo de la Administración General del Estado. Unos exámenes que no han podido ser más fructíferos. No solo por conseguir la plaza, sino porque de aquellos tiempos, la gallega atesora un cuaderno entero pertrechado de un sinfín de bosquejos: «Cuando me despistaba cinco minutos y me venía alguna idea o una frase para futuras historias, la escribía en una libreta que tenía cerca y, acto seguido, me volvía a la ley de contratos», relata. De ese tesoro en forma de papel también está extrayendo una historia «prácticamente construida» que espera materializar en los próximos meses. Pero no quiere poner puertas al campo y también se plantea probar en otros géneros. «Me encanta el thriller y soy una enamorada del cozy crime —esas historias llenas de intriga con un toque amable, más liviano y humorístico al del thriller habitual—. Creo que un cozy crime gallego podría ser algo muy divertido. Lo que tengo claro es que me seguiría inspirando siempre en Galicia, porque es mi tierra, son mis raíces, mis costumbres y se me ocurren millones de historias que contar aquí».
¿Tendremos Lucía Lago para rato? «Ojalá», dice. De su lado están las meigas...