Iria Ares y Xoán C. Mejuto traen a Galicia «Escándalo en Palacio»: «Nos inspiramos en si Kennedy le hubiera dado el sí a Marilyn»
FUGAS
La obra comienza su gira por Galicia en el Teatro Colón de A Coruña los días 10 y 11 de enero. «Los políticos españoles necesitan un poquito de amor», confiesan
03 ene 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Con la pregunta de si el amor puede cambiar la política comienza Escándalo en Palacio, la comedia satírica que llega a Galicia en los próximos días y comienza su gira en el Teatro Colón de A Coruña los días 10 y 11 de enero, aunque también pisará ciudades como Santiago, Pontevedra, Ourense, Vigo y Lugo. Iria Ares y Xoán Carlos Mejuto son los protagonistas y encargados de darle vida a Paola D'Angio y Bernard Mathieu, la primera dama y el presidente del gobierno de un país europeo conocido como Escandalonia. Entonces, ¿qué ocurriría si los políticos, en lugar de enfrentarse, aprendieran a amarse los unos a los otros? Esta obra tiene la respuesta.
—¿Qué se va a encontrar el público con «Escándalo en Palacio»?
—Iria Ares. Queremos que la gente pase una noche de risas, porque en el fondo es una comedia para pasárselo bien y divertirse mucho. Pero, a mayores, siempre decimos que también ofrecemos un espectáculo que recuerda un poco a las comedias clásicas del antiguo Hollywood, donde todo era glamur, personajes bien vestidos y diálogos muy punzantes e inteligentes.
—Xoán C. Mejuto. Aparentemente la obra puede parecer una sátira política, pero realmente es un telón de fondo y el espectador va descubriendo, a medida que avanza la trama, que realmente está asistiendo a una comedia romántica entre la pareja presidencial protagonista.
—¿Cómo son vuestros personajes?
—X.C.M. El mío es un presidente del gobierno de un país europeo indeterminado llamado Escandalonia. Un político de raza, hecho a sí mismo, que ha llegado al poder y que tiene muchos recursos y mucho carisma. Está profundamente enamorado del personaje de Iria Ares y le cuesta verbalizar la palabra amor, pero en el fondo, detrás de toda esa máscara de hombre hecho para el poder, es un hombre realmente romántico.
—I.A. El mío es el de Paola D'Angio, una primera dama que a día de hoy sería imposible que existiese, porque nos recuerda mucho a Marilyn Monroe. Jugamos con ese guiño. Es aparentemente una rubia tonta, pero de tonta no tiene nada, sino que lo que hace es obligar a la clase política corrupta que está siempre buscando el poder y el beneficio individual y personal, a pensar con el corazón, a ver el valor de las buenas acciones, de la honestidad y del amor. Es muy simpática e imprevisible. Pienso que es necesaria en los tiempos que corren, porque todos estamos demasiado encerrados en lo que es el realismo. Este personaje es muy fantástico, pero nos invita a jugar, a ser como niños y, sobre todo, a creer en la inocencia, en el amor y en las soluciones en las que nadie piensa para salir de problemas complejos.
—X.C.M. Realmente nuestra obra es una versión de la original de Pedro Ruiz, que nos dio libertad y nos animó a actualizarla. Durante la fase de creación de nuestra versión, jugábamos con la inspiración y con la idea imaginaria de qué hubiera ocurrido si John F. Kennedy hubiera dado el sí a Marilyn. Con esos dos personajes, nuestra imaginación nos dio mucha materia para crear comedia.
—¿Creéis que los políticos españoles necesitan un poquito de amor?
—I.A. Sí, totalmente. Yo contesto por mí y por Paola, porque las dos pensamos lo mismo. Nosotros llevamos dos años con esta obra y hemos pasado de todo, como todos los españoles: adelanto de elecciones, casos de corrupción, lo que ocurría con los jueces... Y también todo este ambiente de crispación y de insultos. Estamos muy orgullosos de que en esta obra la gente salga de verla con un rayo de esperanza hacia el cambio. Creo que el teatro tiene que ofrecer eso y obligarle a la clase política a ser mejor, porque nos lo merecemos. Esa es un poco la denuncia que se hace en Escándalo en Palacio en clave de comedia.
—Pero cada vez la sociedad está más polarizada en nuestro país. ¿Serían los políticos capaces de quererse unos a otros teniendo ideologías diferentes?
—X.C.M. Básicamente, lo ideal sería que empezasen a compartir desde la discrepancia política un verdadero proyecto para el país. Están tan enzarzados en darse guantazos, políticamente hablando, que últimamente se habla cada vez menos de hacia dónde vamos y qué proyecto tiene nuestra clase política para España. No sé si toda esa crispación entre ellos es porque tienen dos proyectos distintos para el país o lo que realmente quieren ocultar es que no tienen ninguno haciendo todo esto. La política se está convirtiendo en una especie de circo, un espectáculo mediático.
—Además de las risas, ¿hay algún tema con el que vaya a reflexionar el público?
—X.C.M. Se habla un poco de todo. El detonante inicial es un escándalo sexual, pero se habla de las falsedades de algunos medios de comunicación que lanzan ese escándalo, de corrupción... Pero de un tema en concreto de la política actual, no. Evidentemente, hay referencias a la actualidad política, aunque son más adiciones de improvisación del actor que temática de la obra.
-I.A. Durante la primera temporada sí que ha habido una reflexión que para nosotros ha sido una sorpresa. Nos sorprendió muchísimo el resultado, y es que daba igual si los espectadores eran de izquierdas o de derechas, si votaban al PP, al PSOE, a Podemos o a otros partidos, porque todos salían con una idea de unión y de que se puede remar hacia un sitio común. Nadie veía un ataque furibundo solamente a una de las partes. Lo que se veía era una reflexión sobre que puedes votar a quien quieras, pero hay algo que está por encima de todo, que es el respeto y el amor hacia los demás.
—Esa es una de las claves del éxito de la obra...
—I.A. Sí. Lo que no nos hubiese funcionado bien es que viniese alguien del PP y dijese: '¡Ah, mira cómo se ríen de Sánchez!'. O viniese alguien del PSOE y pensase: '¡Ah, mira cómo se ríen de Ayuso o de Feijoo!'. Eso no nos ha pasado nunca, y creo que es una de las virtudes de la obra y por lo que el tema ha calado tanto en el espectador. Pienso que la crispación entre los políticos lleva al enconamiento ciudadano y provoca que la gente de izquierdas se radicalice en contra de los votantes de derechas, dividan la sociedad, y viceversa. De todas formas, considero que la sociedad está bastante más tranquila que nuestros políticos y eso para mí es un buen síntoma. Esto no es ni humor de izquierdas, ni humor de derechas, es humor universal.