Jorge Mills, voz de Auto Sacramental: «Hacemos la música que nos apasiona, y si es periférica y al margen, que así sea»
FUGAS
Mirando al pospunk de los primeros 80, el trío acaba de lanzar «Diario de la plaga», un excitante disco que presentan en vivo
24 ene 2025 . Actualizado a las 14:04 h.Oscuro, inquietante e intenso. Así se presenta Diario de la plaga, el segundo trabajo de Auto Sacramental. El trío compostelano capitaneado por Jorge Mills sigue así un camino de bajos prominentes, sintetizadores atmosféricos, guitarras góticas y mensajes desesperados. Una senda que conecta con otros puntos de la España subterránea, pero que en Galicia se presenta como una excitante rara avis. Lo están presentando en directo. Mañana lo hacen en A Coruña junto a Ocre (Acéfala, 21.00 horas, 10 euros).
—Su disco empieza diciendo: «Hemos perdido la esperanza, el paraíso que nos prometieron, ¿dónde está?». ¿Es ese el estado de ánimo con el que lo grabaron?
—Esta semana misma fue la toma de posesión de Trump, que refleja bastante bien la deriva que está tomando el mundo. El disco habla de una nueva Edad Media, esta digital. La verdad está escondida en bulos, mentiras, odio y rencor. Lo llevamos al terreno personal, a cómo nos hacen sentir.
—Se plantea por el miedo a que te juzguen los demás. ¿Vivimos tiempos de claustrofobia digital?
—Sí, todos queremos tener presencia online. Todo es un constante aparentar, ser feliz, ser más duro... Siempre pensando en los demás. Toda la idea del disco empezó leyendo en la pandemia La peste de Camus. Él habla siempre de la mirada de los demás, de cómo nos definimos por eso.
—¿Hay una lectura política en el disco?
—Totalmente. En Diario de la plaga canta Álvaro de Biznaga. Ellos son 100 % explícitos. Denuncian las cosas. De hecho, publicaron hace poco en su Instagram que estaban en contra de la metáfora. Auto Sacramental tiene una postura política más implícita, tú lo puedes deducir de ese pesimismo. No nos gustan el mundo actual y el estado de las cosas, pero tampoco es una denuncia mayúscula.
—Son un grupo al margen, situado en la periferia. ¿Están cómodos ahí?
—Según para qué cosas. Tal y como está planteado el modelo en España, el hecho de no vivir en Madrid o Barcelona ya te supone ser de la periferia de lo que se está haciendo, si cantas en castellano. Pero esto no es buscado. Es lo que es porque no sabríamos ser de otra manera. Hacemos la música que nos apasiona y, si esta es periférica y al margen, con menos vocación de mainstream, que así sea.
—A nivel nacional hay una vuelta a los primeros 80 en un nivel muy minoritario. Incluso hay un caso de éxito: Alcalá Norte.
—Sí, ya ha habido revival del pospunk otras veces. Ahora lo hay a nivel nacional. Alcalá Norte tiene un pie en el indie. También me gustan Somos la Herencia. Hay un cierto resurgir de esos sonidos.
—¿El inadaptado sigue vistiendo de negro? ¿Hay una atracción hacia lo oscuro?
—Podríamos empezar por los poetas malditos franceses, como Baudelaire, Rimbaud y Verlaine. Si lees la biografía de Ian Curtis, otro inadaptado, estos eran sus escritores favoritos. Se inspiraba en ellos. Igual esa atracción viene de lejos. Lo mismo que Johnny Cash, que era un poco friki dentro del rock vistiendo de negro, que lo hacía por todos los desheredados. Siempre hay ahí algo de outsider y de fascinación por el lado oscuro.
—¿Es verdad que usted empezó a tocar el bajo por Joy Division?
—Sí, de niño iba a un colegio de curas, a los Maristas. Me apetecía ser un rebelde sin causa y me puse a escuchar heavy metal, que era algo prohibidísimo. Yo no podía andar allí con camisetas de Iron Maiden. Pero nunca me planteé hacer música, porque me parecía muy complicado. Hasta que escuché con 14 años Unknown Pleasures y dije: «¡Ya está!». Me compré un bajo y me aprendí el disco entero, de pe a pa.
—¿Se marcó ahí el camino definitivo?
—Totalmente. La gente tiene a Nirvana o a los Beatles como grupo de antes y después. En mi caso fueron Joy Division y luego New Order, claro.
—En el disco dice que lo que les queda es usar la ironía como autodefensa, aunque al tiempo aseguran que han rebajado la ironía. ¿Cómo concilia esas dos ideas?
—Nuestro primer disco era muy irónico, con letras sobre El Escorial, la Virgen de Covadonga y motivos religiosos usados de ese modo para reírse un poco de la España rancia. Los tiempos cambian y ahora me apetecía hacer algo más intenso. Ahí no me salían las bromas. Pero esa letra de usar la ironía como autodefensa habla de lo que usamos muchas personas con la cultura de los memes y reírse todo el tiempo en las redes sociales.