Susana Fortes novela la gran historia de amor del siglo XX: «La mujer de Albert Camus no permitió que María Casares fuera al entierro de él»
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«María fue una mujer de rompe y rasga, una enorme actriz y mucho más que la amante del premio Nobel Albert Camus», reivindica Fortes, que publica «Sólo un día más»
14 feb 2025 . Actualizado a las 13:50 h.«María Casares es una figura a reivindicar más en Galicia, era una mujer de rompe y rasga y fue mucho más que la amante de Camus, fue una enorme actriz, nuestra Sara Bernhardt...», con estas palabras la también gallega Susana Fortes pone en valor a la protagonista de su nueva obra, Sólo un día más, en la que retrata la relación del Albert Camus y María Casares. Tras una documentación exhaustiva, Fortes entrelaza también, como contrapunto actual, la historia de amor de una escritora. «Todos tenemos relaciones no resueltas», apunta.
—¿Por qué la de Camus y Casares ha sido una gran historia de amor?
—Porque él está casado, porque están viviendo una guerra, una posguerra... Después, con la guerra fría, hay una constante sensación de que le van pisando los talones, de que él está en el punto de mira. Los dos son exiliados, ella republicana... Eso hace que la adrenalina se dispare. Y también está esa frase que pone la faja del libro: lo que hace avanzar el mundo, la historia, la literatura no son los amores felices, sino los contrariados. Si Dante se hubiera casado con Beatriz, no tendríamos la Divina Comedia. A mí no me gusta decir que fue un amor imposible, porque fue real.
—¿Y fue un amor feliz?
—Fue un amor que pasó por muchas etapas. Duró 15 años ¡y a ver qué matrimonio iguala eso! No fue una historia convencional o canónica o bendecida, pero fue intensísima y se mantuvo muchísimo tiempo hasta la muerte de Camus en un accidente de coche. Pero es verdad que los dos se quejan mucho de una cosa: no pueden estar juntos una Navidad, ella pasa la Nochevieja sola, no pueden disfrutar de lo cotidiano...
—Cuando lo conoce, ella tiene 21 años y, con la perspectiva actual, leyendo las cartas de Camus, nueve años mayor, tan obsesionado... ¿Sabía ella dónde se metía?
—Ella era muy joven, cuando eres joven crees que lo puedes tener todo. No te paras en barras. Tienes ese orgullo, un poco de altanería. Además ella era temperamental, de carácter, pero María había tenido una vida muy poco convencional, en una familia muy poco convencional. De hecho, casi de adolescente, con 13-14 años, tuvo una relación muy complicada con un amante de su madre, el Trotskista. Ella había traspasado límites de alguna manera. Pero el enamoramiento que le entra con Albert es brutal y es apasionado y lo quiere todo. Entonces, el 75% que le propone él no le vale.
—Ella es todo o nada, como dices, y él le propone tener ese 75%.
—Él tiene nueve años más y se desespera por explicarle que no quieren hacer daño a nadie, que pueden vivirlo de otra manera, pero ella al principio no lo entiende. Y por eso te decía que la relación pasa por muchas fases. Pasa por esa fase de separación, de casi cuatro años, cuando la mujer de Camus vuelve. Pero el al azar interviene en sus vidas. La primera noche que pasan juntos, el 6 de junio de 1944, es la del desembarco de Normandía, y cuatro años después, cuando estaban separados, justamente el 6 de junio, se encuentran en el bulevar de Saint-Germain, los dos van caminando, torciéndose la cara y de repente dan unos pasos, se dan cuenta del día que es, se dan la vuelta y sin más se abrazan para siempre. Entre ellos había alta tensión.
—¿Ella se conforma o quiere eso también?
—Él le ofrece a ella ese 75% desde el principio: «No tendremos el 100%, pero el 75% siempre será nuestro». Y ella eso lo acepta, se da cuenta de que el 75% con Camus es mucho más que el 200% con cualquiera. Los dos tuvieron amantes en épocas de distanciamiento físico, pero se lo contaban todo. Yo creo que tuvieron el sentimiento constante, el apego… La sensación de estar hechos el uno para el otro es muy potente en esta pareja, tenían un amarre muy fuerte.
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—Es muy «Casablanca»: «El mundo se derrumba y nosotros nos enamoramos».
—Sí, por eso yo insisto mucho en la parte documental. En la historia de Albert Camus y de María Casares no me invento nada. Todo lo tengo documentadísimo. Lo recreo en algún momento, con algún diálogo, pero está todo documentado. Y esto lo cuenta tanto ella como él en las cartas, ella en sus memorias, se cuenta en las biografías…
—A él le llaman el Humphrey Bogart de las letras..
—La broma de Humphrey Bogart viene porque la revista Vogue tituló así el reportaje dedicado a Camus: The New Humphrey Bogart. Y él estaba en las fotos de esa entrevista con la gabardina que le regaló su agente en América. Pero sí que tiene un parecido, porque no era un hombre especialmente guapo, pero tenía ese atractivo, era un hombre de arriba abajo. Aparte de todo, está su papel intelectual, político. Él tiene la valentía de asumir posiciones de izquierda heterodoxas. Él criticaba no solo Auschwitz, sino los campos de concentración del gulag soviético. En el libro también cuento el desprecio de Sartre y de Beauvoir por él.
—En el libro pasas de puntillas por la teoría del asesinato de Camus.
—Yo eso no me atrevo a decirlo porque ha habido una investigación, pero lo que sí se puede afirmar es que Camus estaba vigilado. Y les venía bien a todos que se quitara de en medio. Era un hombre molesto para todos. A los tres meses justos de la muerte de Camus, Kruschev es recibido por De Gaulle en París y nadie dijo nada en contra, porque la voz disidente, que era la de Camus, ya no estaba.
—María era una «lubina salvaje». ¿Habría conseguido él el Nobel sin ella? ¿Y ella sería la actriz que fue sin él?
—Los dos tenían talento por separado, porque eran individualidades muy singulares y muy independientes. Pero es innegable que los dos se aportaron mucho y se enriquecieron el uno al otro. Igualmente, creo que hubieran sido ella una gran actriz y él un gran escritor.
—¿Quién quiso más?
—Yo creo que los dos quisieron mucho, muchísimo. Al principio creo que Camus estaba más desesperado. Y además hay celos también. En las cartas están todos los matices que puede haber en una relación muy pasional. Ellos tuvieron una complicidad de transparencia de almas total. Vivían pendientes de las estafetas de Correos, se escribieron continuamente, en cualquier circunstancia... Los dos expresaban su deseo de convivir, pero no pudieron, excepto en momentos en los que se escapaban unos días.
—¿Por qué Camus no se separó?
—Él hay un momento que al principio tiene mucha culpa, no quiere separarse, lo tenía muy crudo, tenía dos hijos, su mujer estaba muy enferma y eso no entraba dentro de los códigos del honor y de la responsabilidad que tenía. Luego se va de casa, pero vive cerca y siempre estuvo en todas las fiestas familiares. A mí también me da mucha ternura la figura de Francine, su esposa, porque era una mujer extraordinaria y además era sensible, lista, tocaba el piano, pero era una mujer frágil y tuvo muy mala suerte en el amor. Realmente Albert Camus fue un padre maravilloso, un amante superenamorado, pero un marido pésimo.
—Recogió el Nobel con su mujer y María no pudo ir a su entierro. ¿Sufrió mucho?
—Él, nada más llegar a Estocolmo, le escribe, no deja de estar con ella y María sabe que está en la distancia con él, pero el día del entierro de Camus, Francine no permite que ella vaya. El decoro social era ese. Por eso, tras el entierro, los amigos de Camus le llevan a María un saquito con un trozo de tierra. Ella tuvo el amor incondicional, «solo un día más» era una frase que se decían, un código entre ellos, y su amor perduró después de su muerte, porque cuando muere Francine, la hija de Camus, Catherine, quiso conocer a María y las dos fueron muy buenas amigas hasta el punto de que María le dejó todas las cartas a ella. Gracias a ambas, hoy tenemos esta gran historia de amor.