La reina islandesa del suspense: «Nunca quise un crimen al uso. Quería que fuera atroz»

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Sigurdardóttir es considerada hoy la reina del suspense nórdico
Sigurdardóttir es considerada hoy la reina del suspense nórdico Lilja Birgisdóttir

Yrsa Sigurdardóttir firma un libro en el que ya el primer capítulo consigue poner los pelos de punta

03 mar 2025 . Actualizado a las 12:41 h.

La atmósfera que consigue crear Yrsa Sigurdardóttir en El grito aterroriza. Por momentos incluso consigue oprimir el pecho del lector que asiste estupefacto a una novela negra en su máxima expresión. Tan negra que la primera escena ya asoma sin artificios. Quita el aire. Provoca pesadillas y expone el crimen sobre el que rondará toda la historia de una forma tan cruda que solo el hecho de imaginárselo pone la carne de gallina. A crear esa escena tan gris ayuda el enclave en el que se mueven los personajes, las frías calles de Reikiavik, donde Sigurdardóttir —considerada la reina islandesa del suspense— irá desarrollando una novela coral con multitud de personajes cuya psicología y dramas personales y familiares tendrán mucho que aportar al relato.

 El grito es la puerta de entrada a Los casos de Freyja, una saga que conforman seis novelas que irán llegando a las estanterías en los próximos meses. El primer número arranca con el terrible y siniestro asesinato de una mujer en el que la única testigo es su hija de siete años, que durante el acto permanece escondida debajo de la cama. Incapaz de hablar, el detective Huldar y la psicóloga Freyja (que además de lidiar con el caso deben hacerlo con la complicada relación que les une) comienzan una investigación en la que la psicología acabará jugando un papel fundamental.

­—Vivimos en una época dorada de la narrativa del crimen. En España triunfan toda clase de pódcast sobre el «true crime» y hay un gran apetito lector por historias como la tuya. ¿Por qué surge ahora con fuerza este fenómeno?

—En cuanto a las novelas, creo que es porque cuando uno lee literatura negra existe un pacto implícito con el lector que pasa porque, pasarán cosas terribles, pero al final te lo resolveré todo. De alguna manera, podemos decir que se hará justicia. Pero en la vida real no siempre es el caso. Si a la gente le interesara simplemente el crimen porque sí, solo leería el periódico o buscaría por Google asesinatos. El interés y la fascinación surge porque creo que tratamos de entender por qué ha pasado una cosa así, quién lo ha hecho, por qué una persona siente en un determinado momento la necesidad de asesinar de manera tan atroz. Y todo esto es mucho más profundo y no se puede indagar en ello leyendo simplemente una noticia que salga en la prensa. También creo que parte del encanto (si es que puedo utilizar esta palabra) tiene que ver con el hecho de que a la gente le gustan los misterios, los rompecabezas... Entender, saber, descubrir... Y en los libros de novela negra tenemos la promesa de que al final, de alguna manera, todo encajará.

­—La primera escena de «El grito» pone los pelos de punta. ¿Tenías claro desde el principio que querías que el asesinato fuera tan atroz o te planteaste dulcificarlo?

—Para nada. No quería un crimen al uso; típico. El plan fue desde el principio que fuera atroz de principio a fin. Porque, además, yo quería enfatizar y hacer hincapié en que un asesinato es atroz en sí mismo, da igual la forma en la que se cometa. Me gusta el terror y yo creo que esa escena es digna de ese género. Te reconozco y admito que la escena es terrible. Y el siguiente libro de la serie también va en la misma línea. Después de estos dos casos te planteas, ¿y ahora qué? ¿Quiero seguir escribiendo cosas cada vez más crudas? No quiero acabar en una especie de género de porno tortura. También soy consciente de que, como autora, en algunos casos es necesario que haya una escena terrorífica. Pero no tiene sentido que todo se reduzca a una simple violencia gráfica porque sí. Tiene que haber una razón y una justificación que luego encaje con la historia.

­—Uno de los personajes más determinantes es el de Margrethe, que es incapaz de contar lo que ha visto debajo de la cama. ¿Cómo trabajaste para entender cómo se desarrollaban los interrogatorios?

—La idea surge después de descubrir lo que aquí en Islandia se conoce como la casa de los niños. Es una especie de centro de acogida. Ellos me ayudaron a entender cómo trabajan, me explicaron por qué es importante no manipular las respuestas de los menores cuando son testigos de un crimen, cómo hacen para no guiar demasiado al niño, me dieron materiales de referencia...

­—¿No te resultó complicado escribir desde la perspectiva de una niña?

—Es que yo empecé escribiendo literatura infantil. Así que estoy acostumbrada a utilizar esta perspectiva.

—Libros infantiles y después una novela negra. Menudo cambio...

—Después de escribir varios libros infantiles, me tomé un año sabático. Luego sentí esa necesidad de volver a escribir, pero para un público más maduro. Porque hay temas que no puedes plasmar en los libros para niños, porque no puedes dañarles su inocencia ni arrastrarles al mundo de los adultos. Y me decidí por la novela negra... No me costó nada porque esto es de lo que a mí me gusta leer. Y ojo, porque durante la pandemia volví a escribir un libro infantil y, a la vez, también una novela de terror. Bastante horripilante, he de confesar. Y no me costó tanto. Por la mañana me ponía el gorro de la literatura infantil y luego por las tardes me metía en el tema de terror.

«El grito»

Yrsa Sigurdardóttir

??? EDITORIAL Destino PÁGINAS 528 PRECIO 22,90