
¿Quién mató a Laura Palmer? No respondas, solo entra, mira y pide un café tan negro como una noche sin luna, como le gusta al agente más metafísico del FBI. ¿Qué es lo que tus sueños te quieren decir?
09 may 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Hubo una pregunta que nos quitó el sueño, semana a semana cada jueves, en los confortables 90. Hubo un tiempo en que las cosas se hacían esperar, desesperar, aguzando el deseo y metiendo la paciencia en la curiosidad. «¿Quién mató a Laura Palmer?» fue durante aquel curso extraescolar en Telecinco la cuestión que, bajo ningún concepto, había que contestar. Quizá la respuesta es el cabo más suelto de la serie. La noche del 15 de noviembre de 1990, dos millones de españoles se sumieron en la oscuridad industrial con ojos de neón e instintos básicos de Twin Peaks, pequeño pueblo ficticio del estado de Washington que, si estuviera en Galicia, podría ser As Pontes. El gran David Lynch (Cabeza borradora, El hombre elefante, Dune. Terciopelo azul) revolucionó la televisión logrando picos de audiencia propios de la Champions en aquel tiempo pasado que Filmin resucitó. El club de seguidores de todas las sombras y secretos humanos que se esconden entre los sicomoros y las paredes tapizadas de madera de Twin Peaks no ha dejado de crecer y vive una nueva edad dorada en su reciente emisión. La serie marcó un antes y un después, desatando un fenómeno social. El agente Cooper, sus mensajes a Diane, sus dalai-lamadas, sus sueños surrealistas y los pequeños casos como ríos que dan al mar del crimen de Laura Palmer en esta hipnótica aldea infernal, han vuelto 35 años después, para mostrar que en un thriller maestro, al final, lo de menos es resolver el caso. Lo mejor, quedarse en el guion y lo pintoresco de los personajes, todos con su vuelta y su parte de atrás. Abusos, incesto, droga, café «negro como una medianoche sin luna» y cortinas gritonas que alguna mujer convierte en propósito vital se combinan con mano de ilusionista en la serie que rompió el molde y que, vista hoy, sí desprende en detalles de forma un aire involuntario a Stranger Things.
DE ALASKA A «LOS SERRANO»
Ese desfase temporal también se palpa al volver a Doctor en Alaska, otra joya noventera que, a diferencia de la anterior, te hace, sobre todo, sentir bien. Si el pasado septiembre fallecía Diane Delano, la sargento Barbara Semanski, que seguía la pista de las excentricidades de los habitantes de Cicely, este Macondo hippy que descongelaba Alaska con su voltaje emocional de relaciones nunca concluyentes permanece hoy en Filmin en el top de las series más vistas de la platafora, dando seis largas temporadas y 110 episodios al doctor Fleischman para acostumbrarse, y darnos arraigo en la tierra de los alces. Como en Twin Peaks, lo mejor es la humanidad extravagante y a la vez de andar por casa de los personajes. Aunque nos aburra ver a Joel enredar y marear la perdiz con Maggie O'Connell, una Amelia Earhart reinventada. En Cicely se quedaron, en este resurgir, muchos nostálgicos y algunos versos sueltos de la generación Zeta.
Nunca es mal momento para sintonizar con el culto y sensible Chris: «Buenos días, aquí Chris de la mañana, desde la K-OSO, Cicely, Alaska. Como todos sabéis, este es mi rincón particular, un pequeño refugio para almas inquietas y sensibles. Aquí se abre una metafórica ventana para que podáis disfrutar de los despertares, reflexiones, sueños, monólogos y poemas de Chris, en los 570 de OM, emisora de la cadena de comunicaciones Minnifield. ¡Vamos amigos!, desempolvad los archivos de la memoria. ¿alguien quiere colaborar?»
Para los que no tuvieron la suerte de vivir aquella España tan «jamón, jamón» de Los Serrano, que ahora empieza a supurar con lo que cuentan tras años de silencio los pequeños actores de la serie que se comió la tarta de la audiencia en el despegue del milenio, ha sido una sorpresa descubrir en Amazon Prime que «uno más uno son sieteeeeee»... Quién se lo iba a decir a los taberneros Serrano que la guerra de sexos en clave de comedia iba a reeditar su éxito más de veinte años después.
Pues sí, lo políticamente incorrecto sube hoy en afición como los Machos Alfa, no sabemos bien si para deconstruirse o reconstruirse en plan Putin en Kursk.
Más «sexo en Nueva York» o seguir estirando el chicle
Sexo en Nueva York lo ha habido en pantalla desde 1998, pero quizá con más ganas, o con más perecilla, con el revival And Just Like That (Prime Video). Si hubo quien pensó que las «mamis» de Girls o Gossip Girl (otro hit este que vive una segunda primavera en Netflix) iban a darse por acabadas en el 2004, veinte años después el cuarteto femenino más pijo y promiscuo de la Gran Manzana nos hace echar ojo a los Manolos, pero ya no morder el fruto machirulista del argumento. Que conste que algunas frases de Samantha son para subrayar: «Si me quedo insatisfecha una vez es culpa suya, dos veces..., culpa mía».
La nueva temporada de And Just Like That llega a fin de mes a HBO sin Samanthaza. «Carrie» que esta vez me quedo a dos velas... O a cafés y sueños raros en Twin Peaks, con esa sensualidad que al terror le da Lynch.