Miguel Fernández, biógrafo de Aute: «Era un volcán en erupción constante»

FUGAS

Luis Eduardo Aute, en un concierto en Lugo en el año 2007.
Luis Eduardo Aute, en un concierto en Lugo en el año 2007. CORRAL

Un libro para un genio. El periodista Miguel Fernández publica «Me va la vida en ello», una nueva biografía íntima y un paseo por la cabeza de Aute

13 jun 2025 . Actualizado a las 17:26 h.

El niño que miraba siempre al mar creció para convertirse en un incorregible. En un incorruptible. En un defensor apasionado de las cosas que importan. El amor, la verdad y la justicia. Mientras muchos de sus coetáneos jugaban al anarquismo estético y se convencían de que la revolución era llevar más hombreras —para revelarse señoritos en cuanto se pasaron las modas de su brillantina—, Aute se mantuvo firme en su trinchera de idealismo comprensivo. A veces solo y a veces bajo la lluvia. Pero así era él. Su voz suave revivía cosas muertas. Suspiros escondidos en los recovecos de las entrañas. Un baile lejano y una caricia. Una derrota y un anhelo de las cosas que pudieron ser. Porque Aute era de los que casi siempre perdían, incluso con la razón de su parte. Pero que bonito habría sido si no hubiera fracasado.

—¿Por qué Aute?

—Tengo la sensación de que la transición y lo que vino después lo cambiaron todo. Gente que pensaba de una forma luego pensó de otra, y gente que estaba allá luego apareció acá, nada era lo que parecía. Y me puse a buscar y ahí recordé todas esas canciones de Aute que habían acompañado mi infancia y mi adolescencia, y me encontré efectivamente que era un hombre leal, bueno, natural. Como decía Machado, una persona en el mejor sentido de la palabra. Bueno, pero a su vez comprometido y fiel a ese compromiso, leal a ese compromiso. Y entonces pensé que esa historia merecía contarse, que merecía la pena. Y me puse a hablar con gente de su entorno con familia, con amigos con compañeros de profesión.

—¿Qué tiene este libro de diferente?

—Tuve la suerte, que es quizás uno de los ejes del libro, de que Peri Bautista me brindara unas horas de conversación que los dos habían mantenido poco antes de que Eduardo cayera enfermo, y donde estaba la quintaesencia del pensamiento y de las ideas de Eduardo. Porque claro, en esas conversaciones Eduardo no le está hablando a un periodista ni a un biógrafo, le está hablando a un amigo, y eso cambia mucho las cosas. Entonces era el Aute más genuino, y con todo eso ha salido esta historia.

—Los más rebeldes de la movida han resultado ser, al final, los más conservadores. Pero Aute se mantuvo contestatario hasta el final...

—Porque él supo ir creciendo con el tiempo que le tocó vivir. Él viene de esa generación de la fascinación. Imagínate lo que debió sentir cuando se sentó por primera vez en una sala de cine oscura y vio en color a Marilyn Monroe. Fueron la generación que puso en el plato el primer disco de Elvis. Vivió en París un rato antes de mayo del 68. Conoció el fin del franquismo. Colaboró con los movimientos que luchaban contra la dictadura, y luego fue un espíritu crítico. O sea, él no dijo «hasta aquí me quedo» o «hasta aquí hemos llegado». Conforme fue avanzando la historia del país, él avanzó también, pero manteniendo su espíritu crítico, lo que le acarreó unos pocos disgustos y malentendidos. Nunca compró el afán militarista de la entrada en la OTAN, criticó a la Beautiful People, criticó a la izquierda inactiva, se sorprendió y le llamaron muchísimo la atención todos los movimientos del Madrid indignado. Es decir, era un hombre en constante evolución. Era un volcán en erupción constante, y eso evidentemente es muy difícil apagarlo.

—Tuvo mucho la razón, pero casi siempre estuvo en el lado de los que al final perdieron...

—Creo que eso conecta con esa visión sentidocomunista que él tenía de la vida. Sabía que la vida va en serio. Él era una persona tremendamente vitalista. Era de sus amigos. Su casa siempre estaba abierta de par en par. Practicaba una cosa que, hoy en día, por desgracia, se ha convertido en insólita, y era que entre esa multitud de amigos que cada noche o cada tarde iban a su casa había gente de un color y del otro. De una ideología y de otra. Pensar como él, o no, no era un inconveniente para poder sellar una amistad leal. Hoy, los grupos de amigos dicen que no hablan de política para «no enfadarse». Ellos se querían y hablaban de todo y discutían mucho. Y por encima de todo estaba su amistad. Este libro es un canto a precisamente eso. Un canto a la amistad.

«Me va la vida en ello»

Miguel Fernández

Plaza & janés, 296 págs, 22 euros