Emilio del Río, el profesor más «loco por los clásicos»: «El dinero no quita la felicidad, ya lo dijo Séneca»

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El escritor y profesor Emilio del Río, autor del pódcast Locos por los clásicos.
El escritor y profesor Emilio del Río, autor del pódcast Locos por los clásicos. cedida

«Las emociones se entrenan, que se lo digan a Alcaraz...», dice Emilio del Río, que publica «Carpe Diem. Autoayúdate con los clásicos», una guía con 42 capítulos de «crossfit mental». Como buen «latín lover», para este clásico un chapuzón en Galicia en verano es lo más...

20 jul 2025 . Actualizado a las 18:16 h.

«La receta para llegar a la vejez con vigor es la de Espurina», dice este autor que lleva años volviéndonos locos por los clásicos y que acaba de ser condecorado por Italia por su promoción del latín y la cultura y la civilización romana. Un Latín lover de estirpe es Emilio del Río (Logroño, 1963), una suerte de Séneca afeito al pulpo á feira, que se ducha en agua fría, se baña en el mar siempre que puede y que tanto medita a lo Marco Aurelio como escucha a Los Manolos, cantando a esa amistad que quizá no sale en Facebook pero dura para siempre.

Este clásico vivo que escribió en Lugo Calamares a la romana, revela, se baña varias veces en el río de Heráclito, y otros cuantos clásicos, en Carpe Diem. Autoayúdate con los clásicos. «En todo el mundo de la autoayuda hay mucho charlatán de feria, mucho homeópata del alma. Dan respuestas facilonas a problemas complejos, frases de azucarillo de café... No vale. Aquí hay que entrenar todos los días. No vale hacer una carrera de 20 kilómetros y ya», despeja Del Río.

­—En «Carpe Diem» nos recomiendas destinos clásicos. ¿A qué clásico debemos ir sí o sí a veranear este año?

—Lo mejor, primero, es coger una guía, Carpe Diem. Autoayúdate con los clásicos. Ahí uno ya elige si se va con Marco Aurelio, Séneca, Epicteto, Homero, Cicerón... ¡Los clásicos son autoayuda! Marco Aurelio y Cicerón escriben autoayuda, pero incluso la buena literatura es buena para la vida. Entre los clásicos a los que ir este verano, Homero, que no hace autoayuda, pero sí escribe aventuras maravillosas de Ulises. Todo clásico es buen destino de verano.

­—«Carpe Diem» nos suena a todos, no siempre sabiendo bien de qué...

—Nos suena sobre todo después de ver El club de los poetas muertos. Recuerda esa escena en la que acerca a sus alumnos adonde están las fotos de todos los que han pasado por ese college y les dice: «Escuchen la foto... Carpe Diem! Porque todos ustedes van a acabar así». Carpe Diem es de Horacio, que escribió el que es uno de los tatuajes más habituales con «Amor de madre». Carpe Diem no es irse de botellón, es prestar atención al equilibrio interior para afrontar lo que nos pasa.

­—¿La felicidad es cuestión de práctica?

—Claro. Carpe Diem es una guía práctica como de dermatología. ¿Por qué? Cuando vamos al dermatólogo, ¿qué dice? «Vayamos al grano? ¡Pues igual! Carpe Diem va al grano. No puedes controlar lo que te pasa. Lo único que puedes controlar es la respuesta que das. Ahí radica la felicidad, en elegir tu respuesta, en entrenar las emociones. Las emociones se entrenan, ¡como se entrena físicamente! Que se lo digan a Alcaraz...

—En Wimbledon no pudo son Sinner...

—A veces se gana y otras se pierde. El año pasado, en Cincinnati, por primera vez en su vida, Alcaraz rompió una raqueta. Pero rectificó y dijo: «Tengo que entrenar más mis emociones». La ira hay que controlarla. Al que tenga más temperamento, le lleva más entrenamiento que a otro.

—La ira la perdonan los dioses, no como la soberbia y la ingratitud, ¿no?

—Dice Séneca que la ira es el peor de los delitos, de los delitos del espíritu. Hoy vivimos en una sociedad muy encolerizada. Pero una cosa es lo que dicen los clásicos y otra lo que dicen los dioses de la mitología. Los clásicos nos dicen que la amabilidad nos hace felices. Cuando decimos «se hace de querer», hablamos de alguien amable. Y gracias y gratis tienen la misma etimología, porque dar las gracias es gratis. La amistad y la gratitud propician el bienestar emocional.

—¿Cómo lo hace Marco Aurelio para ser un top-ventas 2.000 años después?

—Es todo un long-seller con las Meditaciones. Me parece muy bien el budismo, pero la meditación ya está en nuestra tradición cultural grecolatina. Meditar es una de las claves de la felicidad. Otra lección de los clásicos, de las primeras que recoge el libro, es «nada en exceso», ni siquiera cosas buenas... Porque te vas al Prado tres horas, y a las tres horas prefieres el cartel de salida que Las meninas. Comer y beber son un placer, pero si te pasas, te empachas.

—¿Marie Kondo es una reedición de una receta clásica del orden para el bienestar?

—Sí, parece que esta superventas ha descubierto el orden, pero los clásicos ya hablan del orden. El orden es fundamental, tanto el exterior como el interior. De ahí viene cosmos. Y de cosmos, cosmética, porque el orden es bello. 

—Ojo con no hacer nada en vacaciones. Receta de clásico: haz cosas distintas.

—Sí. De la misma forma que hay que tener hábitos de trabajo (los Hábitos atómicos ya están en los clásicos), hay que desconectar. Busca el ocio con contenido, que dicen los clásicos como Cicerón.

—¿De relaciones tóxicas también saben los clásicos?

—Sí. Ahí tienes la etimología de diablo, diabolus, que es el que habla mal de los demás. Séneca dice «evitemos a los que se lamentan de todo. La queja es un enemigo de la tranquilidad interior».

—¿Receta para llegar y llegar bien a la vejez?

—Séneca nos dice «haz ejercicio», pero no seas vigoréxico... Plinio visita a un amigo que tiene 77 años de la época (que serían hoy ciento y pico) y dice que hay que hacer como Espurina para llegar con vigor a la vejez: ten una dieta equilibrada, pasea, duerme mucho, toma un poco el sol, ten conversaciones con amigos después de comer... La conversación es terapéutica. Ya dijo Demócrito sobre la amistad: «En pez compartido no hay espinas». Y Demócrito defiende, como Benedetti, que hay que defender la alegría. Algunos confunden la serenidad con la seriedad y la resignación. Vivir es combatir, dice Séneca. No contra nadie, sino muchas veces contra las circunstancias y contra uno. Dice: «Hay que imitar a Demócrito antes que a Heráclito». Heráclito lloraba. Demócrito reía. A Heráclito todo le parecía una desgracia, a Demócrito una estupidez.

—¿Hay una gran diferencia entre sencillez y humildad?

—¡Hombreee! Tú y yo conocemos a muchos soberbios de vida sencilla. El dinero no quita la felicidad. Lo dijo Séneca: «En casa del sabio las riquezas están al servicio. En la del necio, a la orden». Para ser feliz no hay que vivir sin nada. Lo que hay que hacer es no tener ansia viva de las cosas.

—¿Y los baños de bosque también son un clásico?

—¡Son una gilipollez!, ahora les llaman baños de bosque, pero ya los clásicos recomiendan el contacto con la naturaleza, y si vives en Galicia y te puedes dar baños de mar..., ¡el no va más!