Cora Novoa, referencia de la música electrónica: «No siempre hay que poner una gaita encima del bombo»

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Viridiana Morandi

La DJ y productora ourensana regresa a Galicia para subir al escenario del Marisquiño, en Vigo, el 9 de agosto

01 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Berlín, Londres y, desde hace unos años, Barcelona han sido las plataformas de proyección de Cora Novoa desde que decidió abandonar tierras ourensanas a la procura de nuevas metas y nuevos horizontes. Y los halló, desde luego. Su talento y su inquietud, personal y profesional, la han llevado a pinchar en los mejores clubes europeos, a publicar en los más prestigiosos sellos e incluso a crear el suyo propio, Seeking the Velvet. Bajo esa marca ha coordinado el line up del sábado 9 en el escenario Oasis del festival Marisquiño, compartiendo cabina con la DJ local Russ y con el live de la neoyorquina Lady Starlight.

—¿Cómo ves la escena de la electrónica en Galicia ahora mismo?

—Creo que hay mucho talento, pero no hay un tejido cultural que lo sostenga. Entonces, se va. Y eso es una pena. Estaría bien invertir, no tanto en dar ayudas a artistas a dedo, sino en crear una estructura: hacer salas de ensayo, salas de producción, un programa anual de cursos, becas, residencias... Eso en Cataluña existe.

—En Galicia, cuando se habla de electrónica la mayoría de la gente piensa en proyectos que la fusionan con la música tradicional.

—A mí me encanta Baiuca y lo que hace es increíble, pero, claro, nos hemos quedado con la idea de que la música de vanguardia viene siempre de fuera. La música experimental no forma parte de la identidad de Galicia. Siempre hay que ponerle una gaita encima al bombo. Pues no. Vayamos un poco más allá. Me gustaría que en Galicia se hiciera esa reflexión.

—¿Qué encuentras en Barcelona que no tienes en Galicia?

—Encuentro festivales, medios de comunicación, agencias de contratación, de management... Encuentro un montón de colectivos y una red muy diversa de gente que está empezando, nuevos talentos. Y hay espacio para ellos. Siento que en Barcelona hay como una ebullición constante.

—¿Cuál es el tópico que más detestas sobre la electrónica o el trabajo de DJ?

—Que piensen que solo trabajamos los días que tenemos bolos. Es horroroso. Muchas veces tengo más trabajo de oficina que otra cosa. La gente se piensa: «Oh, estáis creando en el estudio». Pues yo rara vez tengo tiempo para hacer música. Al final, dedicas más tiempo a la parte de llevar a cabo el proyecto. Ahora un artista no solo hace música, tiene que saber de márketing digital, de redes sociales, de prensa..., tienes que hacerlo todo.

—Respecto al papel de las mujeres en la cabina, en el 2014 decías: «Destacas más, pero te miran con lupa». Once años después, ¿sigue siendo igual?

—Sin lugar a dudas. La industria musical sigue siendo muy machista. A ver, yo creo que la electrónica es un poco más plural, pero al fin y al cabo, la música es un reflejo de la sociedad y ese poso machista sigue existiendo. Necesitamos a todo el mundo —hombres, mujeres y personas no binarias— apoyando la diversidad y la libertad.

—¿Y hay edadismo en la escena electrónica?

—Sí, también. Cien por cien. De Richard Hawkins o de Laurent Garnier escuchas decir: «¡Qué guapo, qué sexi!». En cambio de DJs mujeres de esa época, como pueden ser Miss Kitty o Ellen Allien lo que oyes es: «Esta tía está vieja». Ya sabes, los hombres maduran y las mujeres envejecemos. Sí, claro que hay edadismo. Lo que consume la industria es juventud. La belleza es joven.

—La evolución de la tecnología en el ámbito de la música electrónica está siendo sido descomunal. ¿A dónde crees que nos va a llevar? ¿Hacia dónde va a derivar?

—Yo creo que llegará un momento en el que la música hecha por humanos va a tener su su sello de denominación de origen... Yo tengo sentimientos contrapuestos con esto. Porque a mí me gusta mucho la tecnología y me encanta también experimentar con la IA, pero, por otra parte, me da miedo, porque el ser humano, que somos quienes usamos esa tecnología, somos gilipollas. Y una tecnología estupenda pero mal usada puede dar unos resultados nefastos. Por otra parte, creo que hay mucha burbuja con la IA... A ver qué pasa. Hay que acercarse a la tecnología sin miedo, pero siendo precavida.

—Da la sensación de que la chavalada está volviendo a rescatar los sonidos más duros del tecno.

—Yo creo que eso está asociado a una rebelión después del covid. Es como un movimiento punk en la electrónica. Y está bien que suceda. Lo bonito de la música es que va evolucionando según el momento sociocultural y socioeconómico en el que vivimos. Y pasan estos fenómenos.

—Acabas de publicar «Mental Diary (ACT III)», un disco del que dices que es un «diario sonoro». ¿Cómo se escribe un diario sonoro?

—Pues intentando compartir las historias que una va viviendo allí donde me encuentre. Ese era mi objetivo.

—¿Pero cómo las cuentas? ¿Cómo expresas esas emociones o sentimientos solo con música electrónica?

—Primero, me documento. Intento sacar muchos audios y samples que tengan que ver con la narrativa que quiero expresar y uso esas fuentes sonoras de forma creativa. Otra manera es con los videoclips, con lo que cuentas en redes sociales, con la puesta en escena o con las visuales que proyecto en el directo.

—Dices que este «Mental Diary. Act 3» marca un punto de inflexión en tu trayectoria, ¿por qué?

—Porque es el trabajo que más tiempo me ha llevado hacer. Publicarlo ha sido como algo catártico. Decir: «Bien, lo he hecho, lo he sacado». Me apetecía mucho cerrar esta trilogía. Ha sido como quitarme un de peso encima. Y ahora estoy abierta y con ganas de ver lo que pasa. Tengo claro que me apetece experimentar en el estudio, pero quiero hacerlo con calma porque a veces he maltratado mucho mi música.

—¿A qué te refieres?

—Tal y como funciona esta industria y cómo se consume, no te paras a cuidar como deberías la música, que es algo precioso y tiene mucho valor. Ahora te pasas más tiempo promocionando la música que creándola. Y me gustaría más tener tiempo para experimentar en el estudio, con nuevas técnicas yver por dónde quiero explorar y abrir más caminos.

—Me sorprendió que en una entrevista reciente dijeras que habías pensado muchas veces, y que de hecho seguías pensándolo a veces, en tirar la toalla. ¿Qué es lo que se te hace más duro de tu trabajo?

—A ver, yo, por ejemplo, en redes sociales solo comparto las bondades de mi trabajo. Pero la vida de un artista no es siempre así. Da igual quién seas. Como si eres Justin Bieber o Rosalía. Vas fluctuando y en los momentos de bajada, cuando nadie se acuerda de ti o no tienes bolos, es muy jodido. Pero hay que seguir. También te digo que yo ahora estoy en el mejor momento de mi vida. Estoy muy realizada profesionalmente, me siento valorada y tengo mi hueco. Me ha costado llegar hasta aquí, eh!. Pero soy realista y consciente de que igual dentro de un año pueso estar en bajada.

—¿Cómo recibiste la propuesta del Marisquiño?

—Con mucha ilusión, la verdad. Coincidió que yo estuve de público hace tres años y me encantó. Así que cuando me ofrecieron coordinar la programación del sábado 9 bajo el nombre de mi sello, Seeking the Velvet, se me ocurrió llevar a un talento local, que es Russ, y a Lady Starlight, que es una productora que me fascina.

—Dentro de unos días regresas a Galicia, ¿cómo llevas lo de la morriña?

—Fatal. Mi idea es, dentro de unos años, volver. Me gustaría que fuera a corto o medio plazo. Desde luego, no a largo plazo. Es que al final la tierra tira y en Barcelona se está bien, pero ya no hay calidad de vida. Esto es un parque de atracciones.