Habló Pablo: «No sé dónde habría acabado, si el rap no hubiese aparecido en mi vida»

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Es la antítesis del rapero «gangsta». Desbordante de honestidad, emoción y sensibilidad, el músico lucense afincado en A Coruña se abre en canal en su primer disco «No soy nadie pero soy yo»

16 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.

Lo conocen bien los seguidores del Dépor —ha actuado dos veces en Riazor— y los del Básquet Coruña —también ha hecho dos apariciones en el Coliseum—, pero la mejor manera de entenderlo en plenitud es escuchar su disco de debut, No soy nadie pero soy yo. Una conmovedora declaración de principios y un brutal derroche emocional, entregados a corazón abierto desde la honestidad y sobre un andamiaje musical en el que tienen cabida las bases del rap clásico y las aterciopeladas cadencias vocales del slam poetry.

—Eres un rapero atípico. ¿Me lo compras?

—Depende. Es que el rap es muy amplio. Dentro del género te puedes encontrar desde rap cristiano hasta gangsta rap. Pero es cierto que lo que hago no es rap ortodoxo. Sí, quizá sea un poco atípico.

—Y alejado del estereotipo.

—De eso intento huir como de la lepra. Yo con 20 años también pensaba que esto era una religión y que no te podías salir de los márgenes. Pero a día de hoy, lo que más valoro del hip hop es que sea auténtico y que sea coherente lo que cuentas con lo que vives. Yo intento ir por ahí y, desde luego, no cerrarme el estereotipo.

—De hecho, parece que lo que se impone en el género es el «malote» y tú eres un rapero «buenote».

—(Se ríe) No sé si buenote, pero sí que por lo menos no fuerzo esas actitudes. Yo creo que tiene que ver mucho con la madurez de la persona y con lo que vives. De hecho, hay grupos de gangsta rap que me gustan porque lo que están diciendo tiene sentido y porque es coherente con lo que viven.

—«Nunca se trató del resultado, ni de ser famoso, ni de pasta, ni de halagos», dices en un tema. ¿De qué se trata entonces?

—Se trata de hacer lo que crees. Para mí escribir es algo muy importante, casi terapéutico. Es como algo espiritual. Una manera de conocerme a mí mismo. Yo empecé en el rap por eso. Ojalá algún día llegue el reconocimiento y el dinero, pero yo no voy a sacrificar la coherencia ni la autenticidad por eso. Voy a intentar que sea un proyecto que tenga personalidad por encima de todo lo demás, que, después, vendrá o no vendrá.

—En esa canción también dices que el rap te rescató. ¿De qué?

—De caer en una depresión muy complicada con 17 años. Yo venía de dedicarme al deporte de competición, de viajar y de vivir fuera de casa desde los 14 años. Y cuando tengo que abandonar el centro de alto rendimiento en el que estaba y volver con mis padres, para mí fue un poco como una muerte. Es ahí cuando me empiezo a volcar con el hip hop, que fue lo que consiguió que por las mañanas me levantase y pensara que mi vida volvía a tener sentido. No sé muy bien dónde hubiese acabado yo, si no hubiese aparecido el rap en mi vida. Por eso, siempre digo que se habla mucho de las vidas que se perdieron por el rap y poco de las vidas que se salvaron gracias a él, que son la mayoría, como es mi caso.

—¿Cómo definirías tu propuesta, tu proyecto, tu música y tus letras a alguien que nunca ha escuchado a Habló Pablo?

—Diría que es rap casi confesional, porque cuento muchas cosas de mi vida. Y tiene una parte de slam poetry, que es lo que le aporta una nota diferencial.

—Confesional y a corazón abierto. «Esto es para el niño al que nunca invitaron, para el gordo, el feo, el solo en el recreo, para el bicho raro, para el paria, para el olvidado....», dices en la canción que abre el disco. ¿Tú sufriste todo eso?

—No todo, por suerte. Yo tuve una niñez feliz, pero luego sí que tuve una adolescencia complicada y después de dejar el deporte de competición, tuve momentos de mi vida en los que me sentí perdido y un perdedor, que es algo muy jodido, porque te hace dudar de todo lo que haces. El disco está dedicado a toda la gente que se sintió así alguna vez y es una manera de decirles que nadie tiene derecho a hacernos sentir así y que incluso nuestras imperfecciones son maravillosas porque nos hacen únicos. También es una manera de autoafirmarse. Vale, vengo de la mierda, pero ahora me voy a aceptar. Este soy yo y a quien no le guste, el problema lo tiene él.

—Una propuesta tan personal como la tuya hace que no sea fácil encajarte en una escena o en un circuito. ¿Dónde te ves?

—Yo pienso que el hecho de que este proyecto no sea ortodoxo es un valor positivo. Creo que puede llegarle a casi todo tipo de gente. No se separa mucho de lo que hace un cantautor, aunque la forma en la que se transmita el mensaje sea diferente. Pero, al final, se trata de contar cosas y de ser honesto. De hecho hay mucha gente que tras los conciertos me dice «pensé que no me iba a molar porque a mí no me gusta el hip hop y sin embargo me gusta lo que haces».

—El disco es en castellano, pero hay un tema, «Jerga Gallega», en el que te recreas en las singularidades de nuestra lengua.

—Sí, es la canción que rompe un poco la línea del disco. Aunque la mayor parte de él sea en castellano, yo creo que se ve mucho de dónde soy. Está muy presente mi identidad, mi realidad, la gente con la que me relaciono y, obviamente, mi tierra. Yo estoy muy orgulloso de ser gallego y creo es algo que te marca bastante la personalidad.