
Arrasa allí donde pasa gracias a una imbatible combinación de honestidad, empatía, actitud y derroche de energía a la hora de poner sobre el escenario lo que ya es una auténtica colección de himnos generacionales. Lo volverá a hacer el viernes 29 en el Galicia Fest, en Vigo
22 ago 2025 . Actualizado a las 05:00 h.Lo de artista revelación ya quedó muy lejos. Duró apenas un suspiro cuando se presentó en solitario tras la ruptura de Auryn. Hoy Dani Fernández es ídolo de masas, capaz de encandilar a públicos de lo más diverso. Cincuenta mil personas reunió hace unos días en Roquetas de Mar. Y la venta de las 20.000 entradas para sus dos conciertos en su pueblo, Alcázar de San Juan, generó colas kilométricas. Con todo, su actitud sobre el escenario y su conversación recuerda a la de un chaval que vive con fascinación sus inicios en la música. A alguien que se resiste a sucumbir a la vorágine y a renunciar a su identidad. Algo que ya le ocurrió. «Y aprendí la lección», comenta. El viernes 29 actúa en el Galicia Fest, en Vigo. Es su cuarta visita a Galicia en lo que va de año. Y aún le queda otra.
—A lo mejor vas a tener que ir pensando en comprarte una casita por estas tierras...
—Pues mira, eso es algo que ya hemos hablado mi mujer y yo. Me gustaría coger una casita antigua en algún pueblo pequeño de Galicia, reformarla y hacerla nuestra. Nos encanta la magia que tienen los pueblos de la costa de Galicia. Son muy inspiradores y la gente es encantadora. Yo creo que en el futuro, alguna temporada de nuestra vida, la viviremos en Galicia.
—Viendo lo que pasó en Roquetas o en Alcázar, ¿tienes miedo de que todo esto llegue a alcanzar una dimensión tan brutal que se te pueda escapar de las manos?
—Lo que ha pasado en mi pueblo, con la gente on fire, pero viendo a mis padres un poco saturados, sí que me ha preocupado un poco. Pero no le tengo miedo. Mi único miedo es que deje de venir la gente a mis conciertos, pensar que en algún momento no voy a volver a subir a un escenario.
—Y frente a todo esto que te está pasando, ¿qué o quién te pone los pies en el suelo?
—Toda mi gente: mi equipo, mi familia, mis amigos... Desde el tortazo que me pegué cuando dejamos Auryn, tengo muy claro que esto se puede acabar en cualquier momento. Y creo que eso es lo que hace que yo siga disfrutando, que me siga esforzando y sintiendo esto como algo que no a todo el mundo le pasa. Porque soy muy consciente de que lo que estoy viviendo no estaba ni en mis mejores sueños.
—Una de tus grandes bazas es el carisma que transmites desde el escenario. ¿De dónde sacas toda esa fortaleza?
—De mi amor por la música. Cada vez que subo a un escenario, como que me sale por los poros de la piel esa pasión, esas ganas de seguir creciendo y de darlo todo. Desde pequeño siempre he sido así. Es algo que me sale innato. Pero es cierto que, a veces cuando veo vídeos míos en el escenario, digo: «¿Pero quién es ese?». No me reconozco.
—¿Qué has tenido que sacrificar para llegar hasta donde ahora estás?
—Lo que más he sacrificado es el tiempo con los míos. Sobre todo, en fechas importantes. Yo no suelo estar en los cumpleaños de mis amigos, ni en el de mi hermana... Tampoco quiero que la gente que lea esto sienta que me estoy haciendo la víctima porque, al final, todo mundo sacrifica cosas con sus trabajos. Pero sí es verdad que a quienes nos dedicamos a la música de forma profesional y vamos hacia arriba, cada vez se nos exige más. Hay una cosa que tengo últimamente mucho en mi cabeza y es el debate interno entre si quiero crecer más o me quiero quedar donde estoy. Porque tengo la sensación de que cada vez que me va mejor tengo que sacrificar más cosas. Muchas veces me pregunto a mí mismo: «Joder, si estoy bien así, ¿me gustaría que me fuera mejor?».
—¿Y a qué no estás dispuesto a renunciar nunca?
—Pues justamente a pasar más tiempo con mi familia y con mi hija. Si tuviese en algún momento la sensación de que no estoy en la vida de mi hija, no me lo perdonaría nunca. Yo siempre he sido muy muy familiar y muy amigo de mis amigos. Sin eso, la música no tendría sentido porque no sentiría que estoy haciendo las cosas bien. La música es muy importante, pero no lo es todo. Si en algún momento noto que esto se va de madre, elegiría a mi familia y a mis amigos antes que a la música.
—Parafraseando el título de una de tus canciones, ¿ha habido gente que ha querido joderte la vida?
—Yo creo que a todo el mundo, ¿no? Todos hemos sentido alguna vez que alguien ha ido a por nosotros o que no han sido justos con uno. Son cosas de la vida. Yo siempre he creído en el karma, en que la vida te devuelve las cosas, así que intento no pensar que la gente lo hace a mal, sino que actúa sin pensar. Intento creer que la gente que ha ido a hacerme daño, y que a veces lo ha conseguido, no lo ha hecho aposta.
—Te hablaba antes de tu fortaleza, pero, al tiempo, en las letras de tus canciones muestras tu vulnerabilidad. ¿Mostrarte vulnerable te hace más fuerte?
—No es que me haga más fuerte, pero es como considero que debe ser la música. Yo siempre he pensado que la música es transmitir, es mandar un mensaje y compartirlo. Entonces, si yo lo he pasado mal en algún momento y escribo sobre ello, es más fácil que le llegue a una persona a la que le haya podido pasar algo parecido y que se sienta identificada. Para mí es muy importante mostrarme como soy. De hecho, a la hora de escribir mis letras lo que más me cuesta es inventarme cosas. Es mucho más fácil hablar de lo que me ha pasado a mí. Luego, cuando estoy en el escenario, me acuerdo de eso y me es más fácil hacérselo llegar a la gente.
—Has dicho que tuviste que hacer las paces con tu pasado porque hiciste cosas de las que te arrepentías. ¿Cuáles fueron?
—La más clara es no haber intentado ser fiel conmigo mismo. En algún momento de mi vida, por intentar dedicarme a la música, no fui fiel a mí mismo. No fui cabezón y fui dejándome llevar por lo que opinaba la gente a mi alrededor y por la industria. Dedicarme a la música era mi único foco y no me di cuenta de que hay muchas más cosas que te hacen feliz. Eso es una de las cosas de las que me arrepentí mucho. Pero ahora ya está hecho, así que ya no me queda otra.
—Hace unos días te manifestaste de manera muy vehemente contra la reventa de entradas, ¿cómo se puede atajar eso?
—Creo que los artistas tenemos que educar a nuestro público, diciéndoles que no compren entradas en reventa. En el momento en el que la gente que compra entradas para venderlas más caras vea que está perdiendo dinero, dejarán de estafar a la peña. Yo siempre le digo a mi gente que no compren en reventa o que lo hagan en TicketSwap, que es la única plataforma que me ha demostrado que tiene un seguro y que la gente no va a perder su dinero.
—¿Qué opinas de los diez Metropolitanos de Bad Bunny?
—Es una pasada, ¿no? Es algo es algo histórico. Yo creo que todo el mundo está sorprendido. Al final es un artista que ha conseguido llegar a la gente y tiene a todo el mundo loco. Yo no voy a ir al concierto pero mi mujer sí y como ella es bastante objetiva y bastante crítica, tengo ganas de que me diga qué es lo que ha sentido y cómo lo ha vivido.
—Tú que siempre defiendes ese sentimiento de comunidad con tu banda, ¿qué piensas cuando ves a 15.000 personas alrededor de un cantante que está absolutamente solo en el escenario?
—Por mi forma de ver la música, yo miraría para atrás y me vería vacío. Notaría que me falta mi banda, que me falta mi gente. Yo siempre he estado muy ligado a los instrumentos, pero porque es mi forma de ver la música. En una ocasión leí una entrevista a Quevedo y decía que la gente que critica al reguetón es porque no ha vivido esa filosofía de música y que, entonces, no lo podemos entender. Puede que sea verdad. Yo intento respetar lo que cada uno haga en su forma artística. Cuando yo era chaval, por ejemplo, a mí me gustaban Violadores del Verso, que con solo una base musical hacían cosas que sí me llegaban a la patata.
—¿El último concierto al que has ido?
—Uno de los Sexy Zebras. Fue muy divertido porque hacía mucho tiempo que no podía ver en un concierto en un festival y con los Zebras siempre intento salir a los pogos y a disfrutar. Y el otro día en Barbate pude salir y estuve allí en medio del público. La gente me decía: «¿Pero tú qué haces aquí?». [Se ríe] Aunque cada vez lo puedo hacer menos, la verdad es que me encanta ir a conciertos.
—¿El último disco que tienes en bucle?
—El último de Barri B, Chato. Me flipa, me parece un tío con supertalento.
—¿Un día perfecto para Dani Fernández?
—Un día perfecto es un día en familia, haciendo una barbacoíta con tu gente y mucha música. Y si puede ser un una barbacoa terminando en un concierto, mejor.
—¿Y una noche loca?
—Pues eso, en un concierto de Sexy Zebras.