Thelma y Louise

Mercedes Corbillón LA CIUDAD Y LOS LIBROS

FUGAS

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29 ago 2025 . Actualizado a las 21:36 h.

En la mesa donde Louise y Thelma están apoyadas hay un cuenco de palomitas. Alrededor hay gente bebiendo y bailando, todos vestidos con un estilo que a nosotros nos parece texano, aunque puede que el bar de carretera y luces de neón esté en Utah o Nevada o Colorado. Ellas todavía no sueñan con llegar a México porque aún no ha intentado violarlas sobre el capó de un coche un cerdo al que le dicen no.

En nuestra mesa también hay palomitas, aunque el padre de mis tesoritos nos ha advertido que son altamente cancerígenas, más que ninguna otra chuche, asegura. Menuda manera de fastidiar una fiesta de peli y sofá. Pensamos que por una vez no pasará nada y seguimos adelante con el plan. Para Tormentito es la primera vez del clásico de Ridley Scott, para mí es la primera vez en versión original. Me gusta ver la fascinación que la peli le provoca, aunque también me provoca desazón lo vigente que está la historia, lo reconocibles que son para una chica de 16 años todos esos tics machistas que padecen las protagonistas y seguimos sufriendo todas, también las adolescentes que se encuentran en medio del verano con los insultos insospechados de alguien que era un amigo. Lo típico, gorda, zorra, pringada. Un chaval queriendo sentirse bien intentando denigrar a una chica con la que algún día se ha besado viendo el atardecer de agosto.

Menos mal que de autoestima vamos bien y nos vemos más diosas que gordas, al margen de nuestra talla de sujetador, pero las ganas de disparar a las ruedas y que estalle el camión del tipo en bolas de fuego no nos faltan. Al menos a mí, Tormentito lo compadece un poco ahora que intenta disculparse. Está bien, el rencor no va a ningún lado, ni siquiera con los proyectos de capullo de barba incipiente. Bastante tienen con lo suyo.

Nosotras tenemos, cada una las suyas, amigas con las que subirnos a un Ford Thunderbird y recorrer las carreteras secundarias sintiendo la libertad en el rostro y soñando con alcanzar ese paraíso donde los margaritas siempre estén fríos y los hombres dejen de tratar a las mujeres como ganado.