Valérie Perrin, la autora «top-ventas» en Francia: «Una de las escenas más bonitas del cine es el inicio de ''Volver'', de Pedro Almodóvar»

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La escritora presenta en España «Tatá», su última novela
13 sep 2025 . Actualizado a las 16:39 h.El inicio de la historia es potente: Agnès recibe la noticia del fallecimiento de su tía, Colette, cuando supuestamente esta ya llevaba enterrada tres años. Valérie Perrin (Remiremont, 1967) viaja de nuevo a su pueblo natal, Guegnon, al que ahora cita expresamente, para trasladarnos al universo de Tatá (Duomo), la historia con la que vuelve a convertirse en un fenómeno de ventas en Francia.
«Es una novela que gesté durante varios años antes de escribirla. Me interesaba mucho el tema de la desaparición. Cómo se organiza la propia desaparición. Es algo que me fascina. Y también quería imaginar quién descansa, quién está enterrado en lugar de Colette. Quería que la novela empezara con estos dos temas y que la narradora, Agnès, descubriera, al igual que el lector, respuestas a sus preguntas», cuenta la autora, que ha viajado a España para presentar el libro.
—Dice que con «Tatá» ha ido un paso más allá en la escritura. ¿Por qué?
—No escribes una cuarta novela igual que escribes la primera. Han pasado diez años desde entonces. No me censuro, pero es verdad que con esta me he atrevido con todo en la narración. Es la primera vez que escribo un libro que me ha requerido años de trabajo.
—Sus personajes femeninos se rebelan, deciden, actúan. ¿Cómo se enfrenta el retrato de las mujeres resilientes?
—Lo primero, hay que situarlas en su contexto. Colette nació después de la guerra, mientras que Agnès nació en los años 70.
Así que yo visualizo en qué momento nacieron, cómo son sus padres, cómo van a afrontar su vida sentimental, su vida amistosa y cómo se van a sentir respecto a su trabajo, a su profesión. Eso es algo propio de todos mis personajes femeninos.
—También el humor. ¿Es la otra cara de la tragedia?
—En mi narración, y en mi vida, el humor es fundamental. Si no te ríes un poco cada día, la vida es algo terrible. La risa salva. Me gusta mucho la gente que tiene sentido del humor. Me parece que es gente atractiva. Y de hecho, muchas veces ocultan algo oscuro...
—¿Saltar del pasado al presente, de la realidad al territorio de la ficción, es su rasgo creativo?
—Es verdad que en mi proceso creativo, muchas veces, el pasado se une con el presente. Intento insuflarles mucha vida a los personajes para que los lectores puedan sentirse cercanos a ellos e identificarse. Generalmente, cuando abordo una novela, ya tengo los grandes ejes, los grandes temas, los personajes principales y conozco el final, pero cuando empiezo con el trabajo de escritura, todavía no sé qué camino voy a coger para llegar a ese desenlace. Es como si improvisara en base a algo muy estructurado. Y dejo que la vida se una a la novela, que se incorpore a la novela. Por ejemplo, voy conociendo a personas que me hablan de su vida, de su trabajo y, a veces, los convierto en personajes. En resumen, mezclo la vida diaria y la vida de la gente con la ficción.
—De hecho, la protagonista, Agnès, es cineasta, como su pareja, Claude Lelouch.
—Es una de las personas a las que dedico el libro. Pude observar todo el proceso de creación y cómo convertir las palabras en imágenes gracias a él. Me parece que es fascinante observar cómo un director de cine dirige a un actor, siempre con mucha dulzura, porque Claude siempre trabaja con mucha dulzura.
—¿La voz grabada tiene un poder que desconocemos, como descubre Agnès con las cintas de audio de su tía?
—Las cintas de audio de Colette son como un puente entre lo no dicho y lo que debe ser expresado. En realidad, le dan la posibilidad a Colette de contar muchas cosas a su sobrina, tomarse el tiempo de revelarle muchas cosas de su vida. Creo que Colette no habría conseguido hacerlo mirando a su sobrina a la cara, a los ojos, porque era una mujer muy secreta, muy reservada y con mucho pudor. Y me encantó imaginarla delante de la grabadora, por las mañanas, por las tardes, por las noches, sola o acompañada. Lo descubriremos en la novela.
—Una constante en su obra son los cementerios. ¿Por qué le atraen tanto?
—Porque representan la pena, pero también la belleza y la poesía. Con una parte de misterio. Y sobre todo, te quedas pensando qué vida ha tenido toda esta gente. Es increíble. Hay mucha gente que me dice que, después de leer El secreto de las flores, ha empezado a ir a pasear por los cementerios. Y que le gusta. En los cementerios grandes hay muchos animales, muchos gatos, y hay silencio, y sombra. También pueden ser lugares de paz para los vivos. Un lugar para meditar, donde tener momentos de recogimiento para gente que ha perdido a seres queridos. Una de las escenas más bonitas del cine es el inicio de Volver, de Pedro Almodóvar. Cuando están las mujeres limpiando las lápidas en el cementerio.
—¿Qué espera que se lleven los lectores españoles de «Tatá»?
—Las historias de amor que unen a todos los seres luminosos que atraviesan esta novela. Y que, a pesar de los momentos complicados y difíciles, se queden con el amor, la amistad y el amor de la familia, que es muy poderoso. Todos los tipos de amor lo son.