La película por la que sí hay que pagar

andrés quintián / s. f.

FUGAS

Fotograma de «Una batalla tras otra», de Paul Thomas Anderson.
Fotograma de «Una batalla tras otra», de Paul Thomas Anderson.

«Una batalla tras otra» es todo a lo que debería aspirar una cinta de alto presupuesto

03 oct 2025 . Actualizado a las 09:10 h.

¡Revolución! O eso parece que ocurre en Hollywood cada vez que un estudio del tamaño de Warner Bros le da tropecientos millones a un autor de la categoría de Paul Thomas Anderson para que haga lo que le venga en gana. Al final, este cambio de paradigma se suele quedar en un mero conato, ya que la mayoría de veces que las productoras apuestan por crear obras autorales de gran presupuesto el asunto suele ir bastante mal en taquilla y en las siguientes ocasiones miden mucho más a qué o a quién otorgarle estas cantidades de dinero. Esto es realmente una pena, ya que de estos arrebatos salen joyas como Una batalla tras otra.

Anderson adapta la novela Vineland, de Thomas Pynchon, y crea una obra sobre la lucha contra el autoritarismo en la que se ríe de todo y de todos. Aquí se nos presenta a una banda de revolucionarios llamada French 75, liderada por Pat Calhoun —una especie de hermano radical del nota de Jeff Bridges en El gran Lebowski—, encarnado por un hilarante Leonardo DiCaprio, que vuelve al registro cómico de su personaje de Érase una vez en Hollywood, y Perfidia Beverly Hills, interpretada por una imponente Teyana Taylor, que es la pareja de Pat, con quien tiene una niña. Este grupo es perseguido por el coronel J. Lockjaw, al que le da vida un Sean Penn que es carne de Óscar, y que cada vez que entra en escena con su particular forma de andar y su ridículo peinado provoca una mezcla de risa y amedrentamiento. El militar consigue frustrar los planes del grupo y obliga a Pat a fugarse con su bebé a otra ciudad y a cambiar de identidad, para que 16 años después, Lockjaw vuelva en la búsqueda de ambos.

Anderson construye una historia de persecución y venganza con un pulso y ritmo narrativo que hacía años que no presenciaba en una sala de cine. El montaje utiliza la maravillosa banda sonora de Jonny Greenwood como hilo conductor de un metraje de 161 minutos en los que se combinan a la perfección la comedia, la acción y el drama, y que antes de que te des cuenta, ya se ha terminado. En las labores de dirección, el cineasta norteamericano raya los niveles a los que ya nos acostumbró con las colosales Pozos de ambición o The master, y deja algunas de las secuencias y manejos de cámara más impactantes y memorables del año. No me puedo olvidar de mencionar también a la debutante Chase Infiniti, cuyo personaje es Willa Ferguson, la hija de Pat, y que representa el halo de esperanza que son las nuevas generaciones para que en el futuro las cosas puedan cambiar, y que deja una interpretación a la altura de los titanes con los que comparte escena.

En su primer fin de semana, Una batalla tras otra solo ha recaudado 48 millones de dólares, lo que da a entender que generará unas pérdidas considerables. No obstante, este fracaso es un maravilloso grito de libertad y rebeldía que merece ser visto en la mejor sala de cine disponible y al que espero que le vaya bien en la temporada de premios, para que a Warner no le tiemble el pulso al invertir en obras de estas características.