Los ojos que faltaban a la cirugía

LA GALICIA ECONÓMICA

SANDRA ALONSO

Dos estudiantes de Medicina de la USC han diseñado un dispositivo que cuantifica en tiempo real la concentración de bacterias. Bactidec permite anticiparse a la aparición de una infección que suele tardar tres días en hacerse visible y afecta al 9 % de las personas operadas

26 ago 2019 . Actualizado a las 09:48 h.

Aunque Bactidec naciese en la rotación quirúrgica de dos estudiantes de Medicina, la verdad es que esta historia empieza antes, mucho antes. Aquel día en el que José Rodríguez Gago y Carlos de Frías se conocieron. Habían coincidido dos mentes despiertas y sobre todo muy inquietas, que bullían en su etapa en las Doroteas de Pontevedra; que ganaron grandes premios en el instituto Sánchez Cantón y que ahora, cuando van a empezar quinto y sexto año de Medicina, han diseñado un dispositivo revolucionario. Algo así como los ojos que faltaban a la cirugía. «Queremos que llegue a ser como lo que en su día fue el termómetro o el fonendoscopio. Que sea un aparato que sea de uso común, que se utilice todos los días» y a eso contribuye un diseño sencillo, un coste asumible y un tamaño cómodo.

«Descubrimos que muchas veces los pacientes sufren infecciones posquirúrgicas tras una operación que aparentemente ha salido bien, que puede dejar al paciente tocado o incluso llegar a morir», recuerda Carlos. El 9 % de los pacientes en España, como media, desarrollan una infección posoperatoria. Descubrieron también que, en realidad, no existía nada capaz de anticiparse a la aparición de la infección. Así que un día, hace poco menos de dos años estaban inmersos en una de esas tormentas de ideas que los caracterizan y José y Carlos se acordaron de la espectrofotometría de masas. Fueron a consultar con su profesor de bioquímica. Y después con el de microbiología. Y después con un compañero que sabía de cuestiones electrónicas. Y con todo han creado un dispositivo capaz de cuantificar bacterias en tiempo real.

«Tienes una cicatriz y tomas unas muestras seriadas y puedes ir viendo dónde aumenta y disminuye el número de bacterias. Si localizas un punto donde hay muchas bacterias puedes limpiar y mejorar la asepsia», explica Rodríguez Gago. La medición se hace lanzando un haz de luz. Cada molécula absorbe una cantidad concreta, con lo que la que vuelve de rebote permite discernir si hay bacterias o no. Y cuántas. «Buscamos unas moléculas concretas que hay en la pared bacteriana y de esa forma sabemos cuántas están presente en tiempo real».

Claro que las bacterias no son buenas. Ni tampoco malas. Depende del contexto. «Tenemos bacterias en el intestino y son nuestras mejores amigas, sin ellas no podríamos hacer la digestión. Pero si salen al peritoneo son muy peligrosas», aclaran. Pero diferenciarlas es importante por una razón: el tratamiento. «Tenemos pensado desarrollar más el dispositivo para que nos permita diferenciar entre grampositivas y gramnegativas, dos grandes grupos con tratamientos antibióticos diferentes. Lo hacen midiendo moléculas que están presentes en un tipo, pero no en el otro.

Es un avance importante, una manera de obtener información precisa en tiempo real con un dispositivo portátil. Pero no es por sí misma una herramienta diagnóstica ni va a barrer las alternativas actuales, como los cultivos, sino que lo más probable es que colabore con ellos.

«Quisimos dar otro enfoque, no tanto a saber qué bacterias desde un primer momento, si no que las hay, lo que nos permite hacer dos cosas: prevenir la infección mejorando las técnicas de asepsia y en el caso de que aparezca, tratarla mejor, anticiparse a ella». Su idea les ha valido un viaje a Silicon Valley .

Porque las infecciones tardan en hacerse visibles hasta tres días, que es el tiempo en el que aparecen síntomas y ese retraso supone un coste de 90.000 euros por paciente. «Todo el tratamiento es en base a los síntomas, porque no hay otra manera de verla: fiebre, supuración...». Lo único que se puede hacer durante esos tres días es suponer que la hay y tratarla.

1 La tecnología. Bactidec se basa en la espectrofotometría de masas, que mide la presencia de bacterias en un punto determinado en tiempo real.

 2 El funcionamiento. Con la espectrofotometría buscan unas moléculas concretas presentes en las paredes bacterianas y son capaces de cuantificarlas en tiempo real.

 3 Las ventajas. El dispositivo es pequeño, manejable y tiene un coste asumible. Además, permite anticiparse a las infecciones posoperatorias, que afectan al 9 % de los pacientes en España y suponen 90.000 euros por persona.