El Club Financiero Atlántico de A Coruña cierra con una deuda de 300.000 euros

LA GALICIA ECONÓMICA

La última junta directiva intentó evitar el concurso de acreedores con una derrama de mil euros por socio
06 mar 2020 . Actualizado a las 14:14 h.Tras más de 30 años de historia, el Club Financiero Atlántico de A Coruña cerrará sus puertas «de forma inminente». Así lo han anunciado esta mañana el expresidente de la entidad, Mariano Gómez-Ulla, y el abogado del proceso concursal, Rafael González del Río. Indicaron que, tras iniciar el proceso concursal el pasado 23 de diciembre, el juzgado dictó hace dos semanas la resolución del club y, en breve, decidirá la liquidación de la actividad y la extinción de los contratos laborales. Gómez-Ulla indicó que también iniciarán ahora un proceso para la venta de los activos de la entidad (mobiliario, bienes materiales, el famoso piano de cola...), aunque por el momento la propietaria del inmueble no les ha instado a abandonar las instalaciones y no tienen fecha fijada para ello.
El expresidente del Club Financiero explicó que la entidad decidió solicitar un concurso voluntario de acreedores al llegar a una situación económica «lamentable», teniendo que asumir deudas ajenas a su actividad para las que no estaba preparada. En este sentido, el abogado Rafael González del Río, del despacho coruñés Caruncho, Tomé & Judel, explicó que la última junta directiva tomó el mando del club en un momento complicado. Para intentar encauzar la situación, entre otras medidas de urgencia se solicitó a los socios una derrama extraordinaria para atender las obligaciones que estaban pendientes de pago, pero se encontró con sucesivas deudas y obligaciones que correspondían a entidades ajenas en material laboral, de seguridad social e incluso de mantenimiento de las infraestructuras del club que les llevó a una situación insostenible. Gómez-Ulla aclaró que la derrama fue de mil euros por socio, insuficiente para hacer frente a una deuda que superaba los 300.000 euros. «La nueva junta directiva llegó en abril del 2015 y la derrama se decidió sobre mayo o junio con el objetivo de liquidar deudas e intentar reflotar el club. Aquella derrama nos costó una pérdida de socios, por lo que no insistimos más y no se volvió a plantear ninguna otra», relató el expresidente del Club Financiero.
El abogado González del Río aclaró que las desavenencias con la empresa propietaria de las instalaciones y la falta de acuerdo para renovar el contrato de alquiler «no dio lugar al concurso de acreedores» y que la carga más pesada fue asumir, estos últimos años, la contratación de los 21 trabajadores. En este sentido, ambos recordaron que el club nació en 1989 por la iniciativa de tres sociedades. Una de ellas era la titular del inmueble; otra, el propio club; y, la tercera, Remocsa, encargada de gestionar los servicios que se acometían. Esta última entró en concurso de acreedores y fue el Club Financiero el que tuvo que asumir sus deudas, incorporando también a sus 21 trabajadores, muchos de los cuales llevaban trabajando en las instalaciones más de 25 años. Rafael González del Río explicó que el club no debe a los trabajadores salarios previos al concurso de acreedores y que están pendientes de pago los de enero y febrero. «Se dejaron pendientes otras cosas para cubrir las nóminas de los trabajadores», indicó.
Por otro lado, el expresidente de la entidad negó cualquier posibilidad de que el Club Financiero Atlántico vuelva a resurgir a corto o medio plazo. «No hay posibilidad de continuidad», zanjó. Aunque reconoció que hubo conversaciones y contactos con diversos socios para intentar buscar una salida. En relación a si hubo un encuentro con el presidente de Inditex, Amancio Ortega, Gómez-Ulla comentó: «Todos los socios son conocedores de la situación. Y Amancio Ortega es un socio más, con los mismos derechos y obligaciones. Y él pretendió que así fuera siempre».
Gómez-Ulla recordó que el Club Financiero tenía 192 socios hace cinco años y que en el tiempo de gestión de la última junta directiva se consiguió elevar hasta los 370. En el momento en el que se inició el concurso de acreedores el número había descendido hasta 270.