José Carlos Vila: «Buscamos a ganaderos de zonas en declive industrial para cultivar kiwis»

Sofía Vázquez
sofía vázquez REDACCIÓN / LA VOZ

LA GALICIA ECONÓMICA

Martina Miser

El director general del Grupo Kiwi Atlántico proyecta seguir creciendo en España siendo ya la primera productora

24 mar 2022 . Actualizado a las 17:05 h.

Está activo prácticamente todo el día (parece que duerme poco), y se lo sabe todo sobre el kiwi: «el asturiano es más rubio y bien hecho; el gallego, más feo pero mucho más dulce y con un toque final ácido». Matices. En su conversación se visualiza una parte de la historia de Galicia. José Carlos Vila Costas es el director general de grupo Kiwi Atlántico, conformado por tres compañías localizadas en Galicia, el País Vasco (se asociaron con una cooperativa y constituyeron Ipar Kiwi) y Madrid (Consorcio Hortofrutícola Ibérico, con instalaciones en Mercamadrid). Son los mayores productores de España y su estructura les permite una distribución ágil.

Kiwi Atlántico está conformada por productores de kiwi. Es una sociedad anónima con 70 socios, pero hay tres que tienen el 65 % del capital. El fundador, Vicente Villar Sanjurjo, el único socio no productor, se juntó con tres grandes empresarios: Antonio Estévez Garrido (fue uno de los mayores accionistas de Copo Ibérica), con la familia Piñeiro (grandes madereros), y con José Pérez Expósito (del grupo Pérez Leirós). Son ellos o sus herederos, los que hoy tienen más del 65 % del capital. Ellos en el año 88 no tenían instalaciones. Buscaron y encontraron unas muy antiguas en Ribadumia. Las alquilaron pese a que les quedaban lejos de la producción, que en su mayor parte está en Tomiño, a 100 kilómetros. En ese momento el kiwi se vendía a seis euros por kilo; y cuatro años después, a 60 céntimos. En ese momento la mayor parte de los socios pensaron que no era rentable, pero los empresarios citados empujaron e invirtieron más. Tenían una visión empresarial. Habían puesto mucho dinero en las fincas y necesitaban que fuesen rentables de cara al futuro.

-¿Cuántas hectáreas tienen?

-No tenemos. Bueno, 55 hectáreas en alquiler que eran del antiguo presidente de Pescanova. Pero los socios estarán en 300, en Galicia se concentra el 65 %. En cuanto a Kiwi Atlántico movemos 9.500 toneladas de nacional y unas 2.500 de Portugal. Así que 13.000 toneladas en total en la campaña propia porque incluimos las mil que vendemos del hemisferio sur (Chile). Trabajamos con 138 productores. Somos el mayor productor de España de kiwi. De hecho, como grupo movemos 20.000 toneladas.

-Venden en toda España, ¿darán el salto a Portugal?

-No tenemos pensado. España es deficitaria en kiwi. Puede consumir 85.000 toneladas y se producen 20.000. Italia es el país con más hectáreas y mueve 400.000 toneladas, seguida de Grecia, con 300.000. Nosotros en España competimos con ellos.

-¿Qué le pasa al kiwi, que florece tan bien en Galicia?

-Aquí es donde se hicieron más plantaciones, pero también se da bien en el Pais Vasco y en Asturias. Lo bueno que tiene Galicia es que hace frío en invierno, en la primavera no suele haber heladas y el verano no suele ser excesivamente caluroso. La planta, sin ser tropical, necesita frescura, humedad y temperaturas no muy altas. En Galicia en verano, cuando hace calor, el nivel de azúcar sube.

-Tienen posibilidades de crecer.

-Sí, y bastante. Buscamos acuerdos con ganaderos en zonas de declive industrial. El problema es que las fincas en Galicia son muy pequeñas y se necesitan grandes para que sean rentables.

-¿Cómo lo van a hacer?

-Estamos viendo opciones en las que la parte industrial está más tocada, como la zona norte de A Coruña, como Narón... Hay mucha ganadería extensiva y se podrían buscar fincas de 15, 20, 30 hectáreas y llegar a acuerdos con productores de leche (va a ser complicado) y si no, comprar terrenos y de ahí desarrollar plantaciones. Creo que a estas zonas castigadas les vendría bien un proyecto de este tipo.

-¿Están hablando de productores-ganaderos?

-Sí, pero no. Eso lo probamos en Cantabria y nos fue mal. El ganadero no sabe ser agricultor. Sabe ir a ordeñar todos los días a la vaca, pero si tiene que podar en tal fecha, le cuesta. Nosotros estábamos pensando más bien en ganaderos que tienen explotaciones y un terreno que nos puedan alquilar a cambio de una renta que les complemente sus ingresos. O si tienen fincas que puedan valer para kiwi, podrían operar en ellas un número determinado de personal fijo y otro eventual, que se trasladarían desde las fincas del kiwi hasta las del ganado.

-¿Empezaron los contactos?

-Sí, quizá en cinco meses podamos concretar algún proyecto.

-¿De cuántas hectáreas estamos hablando?

-De unas cien. Si se cultivasen, este kiwi sería «un gallego bonito».

-Es rarísimo hablar con alguien del sector agrícola al que le vaya bien.

-Los del sector agrícola y los relacionados con la alimentación no nos podemos quejar. La pandemia no nos ha afectado. Tampoco la crisis, porque los alimentos no dejas de comprarlos.

-Entonces, ¿se ven como privilegiados?

-Sí, en el sentido de que no hemos perdido nuestros empleos y seguimos trabajando. No tanto cuando empezó la pandemia y todos íbamos a trabajar con muchísimo miedo. Nosotros todas las semanas hacemos un análisis al 25 % del personal.

-Nunca vieron peligrar su empresa, pero ¿qué pensaron cuando vieron cerrar a otras?

-Pienso que es injusto. No sé hasta que punto tanto freno económico y social provocará muertes por cánceres no diagnosticados, suicidios, depresiones... La vacuna es un avance importantísimo. Tenemos que vacunarnos cuando nos llamen; por nosotros y por los demás. No podemos seguir parando. En paralelo, tenemos que buscar sistemas mucho más protectores, por ejemplo, con la hostelería, que si no se les ayuda se mueren.

-¿No son suficientes las barreras económicas que se han puesto?

-Es que no se han puesto. Sé de empresas de hostelería, autónomos que les han dado mil euros al mes durante tres meses, y si ahora hacen otra actividad e ingresan 10.000 tiene que devolverlo todo. ¡Pero si pagan 400 euros de autónomos! ¿Cuánto les queda? 600. Tienen trabajadores. No hubo la ayuda que dicen que hay. Cuando pienso en esto me da rabia. Con la cantidad de impuestos que pagamos y con las ayudas europeas estamos en una lucha superficial. No entramos en el problema. Y eso nos perjudica a todos. Vamos a crear dos tipos de personas: unas que trabajamos y otras que perdieron su empleo y están en la cola del hambre. Lo siguiente es la miseria.