En clase, más Merkel y menos Goethe

Jorge Casanova
jorge casanova VIGO / LA VOZ

GALICIA

19 nov 2011 . Actualizado a las 06:00 h.

«Schaffe, schaffe, Häusle baue, und net natch dem Mädle schaue». Si el lector no tiene previsto emigrar en los próximos meses a Alemania, no es necesario que preste mucha atención a la frase que abre el reportaje. En caso contrario, conviene su estudio más allá del vocabulario o la gramática: «Trabaja, trabaja; edifica tu casa y deja de mirar tanto a las chicas», podría ser una traducción libre de un viejo dicho suevo muy arraigado en las zonas más industrializadas de Alemania, las que demandan a los cotizados profesionales gallegos y que se han convertido en el nuevo Eldorado para una cultura con la emigración en su ADN.

La frase suena en la boca de Lisa, una alemana recién llegada a Galicia y que está becada como lectora en la escuela oficial de idiomas de Vigo, donde descubrió por cierto que aquí también hubo suevos. Lisa corrige la clase de conversación que dirige la jefa de departamento, Ana Fernández. Allí, un grupo de 16 alumnos se preparan en el B-1, un curso intermedio. Son la nueva ola de estudiantes de la lengua de Günter Grass: universitarios con perfil técnico y con una expectativa muy pragmática de las 140 horas que consume cada curso.

Aulas llenas

La profesora vive con pasión el repunte insospechado del interés por el alemán: «Hace unos años parecía que era algo para hijos de emigrantes o para gente que no tenía nada mejor que hacer. Esto ha cambiado mucho». Para empezar, el número de alumnos se ha multiplicado -casi el 60 % en los primeros cursos- y el interés es más vivo: «En el otro grupo tengo un alumno que asegura que perdió el trabajo de su vida por no saber alemán. Es un prototipo».

Ana interrumpe un momento la clase y pregunta cuántos tienen previsto a corto o medio plazo irse a trabajar a Alemania: tres brazos se levantan, cuatro, cinco... «Y ahora la gran pregunta: ¿cuántos os iríais a trabajar a Alemania si os ofrecieran una buena oferta?». Toda la clase levanta el brazo. Todos menos una funcionaria, que admite que no se iría tan fácilmente.

Varios alumnos explican que prefieren alcanzar un nivel aceptable con el idioma antes que emprender la aventura. Un contrato de trabajo reclama normalmente un nivel B-1, que es el que se cursa en el aula. Así que pronto estarán listos para intentarlo, aunque es evidente que a muchos aún les haría falta un empujón.

El declive naval

En una de las mesas se explica una joven ingeniera con trabajo en un astillero de Vigo: «El naval va claramente a peor. Y yo hablo con frecuencia con gente que está en Alemania o en Noruega y tienen unas condiciones de trabajo mucho mejores». Entre los alumnos hay cuatro ingenieros con una previsión muy clara de salir hacia Alemania. Uno de ellos, especialista en automoción, ya estuvo en aquel país con una beca Erasmus: «Uf. Eso es completamente diferente. Ves cómo enseñan y cómo trabajan allí y te das cuenta de que aquí aún estamos en el Tercer Mundo». ¿Y por qué entonces nos valoran tanto? El mismo exerasmus contesta a la pregunta: «Porque aquí somos más versátiles. Sabemos un poco de todo y mucho de nada. Allí saben todo, pero de una sola cosa».

«Un ingeniero, en su primer trabajo puede ganar unos 45.000 euros anuales», explica Lisa, que dice tener varios amigos en esa situación. Algunos de los que estudian en la escuela ya le han preguntado por el asunto. Y la profesora, Ana Fernández, tampoco se engaña: «Ha cambiado mucho y es todo por la canciller». Aquella oferta de la Merkel sigue siendo más tentadora que nunca. «Yo tengo una hija que está en Berlín. Encontró trabajo a la primera. Y seguramente podrá cambiarlo pronto por otro mejor». Así que los cursos se paran poco en Goethe y mucho en la funcionalidad del idioma. Prácticamente nadie en el aula echa de menos al autor de Fausto. Profundizar en la literatura alemana queda para cuando ya estén allí instalados.

«Ves cómo enseñan y cómo trabajan allí y te das cuenta de que aquí estamos en el Tercer Mundo» Antiguo erasmus

«Esto ha cambiado mucho y es todo por Angela Merkel»

Profesora de alemán