La protesta protagonizada la semana pasada en las dependencias del Parlamento por un grupo de afectados por las participaciones preferentes fue la gota que colmó el vaso de los servicios de seguridad de la Cámara, que se vieron desbordados por la situación y ni siquiera fueron capaces de garantizar la seguridad del conselleiro de Economía e Industria, Javier Guerra, increpado por varios de los damnificados cuando intentaba hablar con ellos en los pasillos,
Además, en el momento de desalojar del hemiciclo a un grupo de unas 18 personas, algunas de ellas se negaron a abandonar el Parlamento y se dedicaron -así lo recoge el informe de seguridad- a correr por los pasillos gritando: «Vai arder Galiza».
Pero ese no fue, ni mucho menos, el único altercado de los últimos días. También un grupo de activistas de Galiza Nova, la organización juvenil del BNG, abroncaron a la conselleira de Traballo y otros colectivos suelen utilizar la tribuna, a la que acuden invitados por los grupos políticos, para desahogar su ira contra el Gobierno.
Invasión del recinto
No obstante, nada de lo ocurrido en los últimos días llegó a igualar el sabotaje sufrido por el Parlamento a finales del 2005, cuando 200 cargos del PP invadieron el recinto de la Cámara para protestar por la suspensión de uns obras por parte del bipartito, lo que llevó a la entonces presidenta, Dolores Villarino, a tildarlos de golpistas.