Cogió un papel en una mano y lo flexionó. De esta manera tan simple les explicó Geert Koffeman a los miembros del gabinete de crisis lo que le pasaría al Prestige si no aceptaban su propuesta de refugiarlo en A Coruña o en Vigo. Se rompería inevitablemente. El director comercial de la compañía de salvamento Smit relató ayer en su declaración como testigo la «frustrante» reunión en la mañana del día 15 de noviembre del 2002 en la Delegación del Gobierno. En este encuentro estaba el acusado José Luis López Sors, entonces director general de la Marina Mercante. El presidente del tribunal pidió al directivo de la firma holandesa que lo mirara para ver si lo reconocía. Aunque estuvo un tiempo observándolo, no se acordaba de él. Estaba claro que el que dejó huella en su memoria fue el entonces delegado del Gobierno y hoy director de la Guardia Civil, Arsenio Fernández de Mesa. «Yo lo llamaba el gobernador, era el representante del Gobierno de Madrid y era el que más hablaba. El señor De la Mesa (sic); todo el tiempo decía 'para afuera'».
Ese «para afuera» fue el único mensaje comprensible que salió de la Administración española cada vez que el negociador de Smit hablaba de refugio, una solución que, como recordó la abogada del Estado, habría proporcionado pingües beneficios a la empresa de salvamento. España tendría que afrontar los riesgos basándose en una póliza de seguros de Smit de unos 100 millones de euros.
«Tenía el mando»
Pero lo que sorprendió fue su insistencia en el papel de mando de Arsenio Fernández de Mesa, desimputado durante la instrucción judicial y que declarará este mes como testigo. En una declaración para la Justicia francesa, Koffeman le otorgaba más poder que al acusado López Sors. En Brest recordó que, cuando amenazó con llevar el buque a Gibraltar, De Mesa le dejó claro que enviaría a la Armada. «Tuve la impresión de que el gobernador tenía el mando», declaró entonces Geert Koffeman.
A pesar de que en uno de sus informes aseguró que la Administración española le había ofrecido hacer un trasvase al sur de las islas Canarias, Koffeman lo negó. «Eso lo propuse yo», dijo, contradiciendo un documento que él mismo redactó. «La reunión fue un monólogo», concluyó, al tiempo que lamentó que en aquel momento no hubiera «personas razonables» con las que negociar. Sin embargo, Koffeman tampoco dio detalles de un supuesto plan de salvamento que nunca se llegó a presentar a las autoridades españolas. Ni siquiera un nombre de los buques que podrían tener disponibles para realizar el trasvase.