Una guerra que destrozó a un veterano

d. s. santiago / la voz

GALICIA

Cacharro consideró que la operación fue un linchamiento político contra él

06 mar 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

Que la policía y el fiscal entren a saco en una institución pública, como sucedió cuando arrancó la operación Muralla, no es bueno para quien está al frente de la misma. Francisco Cacharro, que nació en Jaén poco después de iniciarse la Guerra Civil, se libró de la imputación, pero no de otra «guerra», la declarada por el fiscal Izaguirre a una presunta corruptela en la adjudicación de diversos contratos, y que destrozó a este veterano de la política al que su partido acabó dejando solo y fuera de cualquier puesto. Cacharro no tuvo más remedio que marcharse para casa, después de ocupar el sillón de San Marcos entre 1983 y el 2007, por el desgaste de la operación y también porque los suyos lo abandonaron. Quizás tuvieron un pretexto maravilloso en la operación para deshacerse de quien era senador desde 1977 y dejarlo fuera de la circulación política. Cacharro siempre defendió la legalidad de sus actuaciones y advirtió que la investigación era un «linchamiento político y social en contra de él». Llegó a decir que trataron de destruirlo dándole «un trato más duro que el que se le da a un terrorista».