El PP tropieza con el PP

Domingos Sampedro
domingos sampedro SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Las vías de respiración se le están obstruyendo al PPdeG por ascender de forma rápida a casi todos los niveles institucionales y clavar su bandera de forma simultánea en la Moncloa, la Xunta, tres de las cuatro diputaciones y 217 de los 315 concellos

02 jun 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

El PP gallego empieza a acusar algo parecido al mal de altura. Las vías de respiración se le están obstruyendo por ascender de forma rápida a casi todos los niveles institucionales y clavar su bandera de forma simultánea en la Moncloa, la Xunta, tres de las cuatro diputaciones gallegas y 217 de los 315 concellos. A su modo, Rubalcaba predijo que algo de esto acabaría ocurriendo al pregonar en la última campaña de las autonómicas aquello de que Feijoo «era aguerrido cuando gobernaba Zapatero y pasó a ser cautivo con Rajoy».

Y lo cierto es que, al menos políticamente, Alberto Núñez Feijoo vivía mucho mejor contra Zapatero que con Rajoy, como admiten en privado varios diputados del partido de la gaviota, lo que denota que el PP se ha convertido en un enemigo para el propio PP con algunas de las decisiones controvertidas que se adoptan desde la Administración del Estado y que levantan ampollas en Galicia.

El Gobierno de Feijoo apenas tuvo información de primera mano de la reforma de la Administración local impulsada por Cristóbal Montoro, contra la que planteó un extenso pliego de alegaciones. Ni tampoco fue puesto en alerta de las intenciones de Alberto Ruiz-Gallardón de suprimir buena parte de los partidos judiciales para implantar solo uno por provincia, algo que desde el PPdeG ven como una declaración de guerra contra Galicia por no mantener siquiera la excepcionalidad con Vigo y con Santiago.

Tampoco agradó a Feijoo la decisión de distribuir el déficit público de forma asimétrica entre las comunidades autónomas, por temor a que se premie el incumplimiento de los objetivos, ni tampoco tiene la Xunta pista alguna sobre lo qué pretende hacer Madrid con la ley de reforma y racionalización administrativa que impulsa el departamento de Soraya Sáenz de Santamaría, quien a diferencia de otros ministros sí convocó el pasado lunes a los consejeros del PP -en el caso gallego, Alfonso Rueda- para pulsar su opinión sobre la posible supresión por ley de organismos y entes públicos autonómicos, como podría ser el caso de los defensores del pueblo. El texto de esta reforma que podará el Estado autonómico se conocerá a finales de este mes de junio, pero en Galicia admiten no tener la más mínima pista de por dónde van a ir los tiros.

Apoyar lo bueno, callar lo malo

A diferencia de la etapa que discurrió entre el 2009 y diciembre del 2011, en la que Feijoo no se cansó de afilar estiletes para recriminarle casi de todo a Zapatero, ahora se impone la lealtad a Rajoy, y todo el PPdeG está llamado a «defender lo que está bien y a callar lo que pueda estar mal», como apuntan desde la dirección del partido.

De momento, lo único que Feijoo tiene en su favor es que su oposición política en el Parlamento, representada por el PSdeG, Alternativa y el BNG, parece estar más entretenida disparándole con la pólvora de las fotos de Marcial Dorado que pidiéndole explicaciones con algunas de las decisiones controvertidas tomadas por el «Gobierno amigo» de Madrid, como denominaba Fraga al primer Gabinete de José María Aznar.

Claro que incluso el expresidente Fraga tuvo que pagar algunos peajes y cambiar de forma abrupta el discurso cuando su partido pasó a instalarse en la Moncloa ya con la comodidad de una mayoría absoluta, similar a la que ahora sustenta a Rajoy. Con lo del Prestige, el fundador abrevió y llegó a recriminarle a Aznar que no manchara sus zapatos en las playas gallegas afectadas por el chapapote. Está por ver si Feijoo llegará alguna vez tan lejos.