Feijoo recibe un balón de oxígeno

Domingos Sampedro
Domingos Sampedro SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

La llegada de Banesco y las crisis en la oposición dejan respirar al PP

29 dic 2013 . Actualizado a las 07:00 h.

A las pocas semanas de instalarse en la presidencia de la Xunta, en el año 2009, Alberto Núñez Feijoo fue emplazado a tomar posición en torno al futuro de las cajas de ahorros, que se arriesgaban a acabar deslocalizadas por sus elevada exposición al ladrillo en los años del bum y la necesidad de recapitalización. Durante cinco años, la desaparición de las cajas y la entidad heredera, Novagalicia Banco, que atesora más del 40 % del ahorro de la comunidad, pendió como una espada de Damocles sobre el Gobierno de Feijoo, un asunto que la oposición quería convertir en su sepultura política, pero que el líder del PPdeG, al menos en la parte que le toca, recondujo hacia la solución menos mala de entre todas las liquidaciones posibles.

El proceso de subasta de NCG Banco, ahora en manos del venezolano Banesco, fue el principal asunto de la agenda política y financiera de Galicia del año 2013, en tanto que marcó un punto y aparte en el culebrón de la reestructuración bancaria iniciado en el 2009 y que se llevó por delante las centenarias cajas de ahorros, siguiendo la hoja de ruta pactada entre Madrid y Bruselas.

El centro de decisiones de la reforma financiera se situó siempre lejos de Galicia, pero eso no impidió que los partidos de la oposición simplificaran el problema para mostrar a la Xunta, o en su defecto al PP, como el único culpable de un posible desastre, del mismo modo que Feijoo se expuso para rentabilizar políticamente cualquier éxito. Ya el pasado mes de julio, el entonces líder del PSdeG, Pachi Vázquez, vaticinó que Feijoo pasaría a la historia como el «enterrador» del sistema financiero gallego. No obstante, la venta de NCG a una institución con escasa implantación en Galicia le presupone, a priori, un recorrido más largo del que tendría en caso de caer en manos de uno de los tres grandes bancos españoles que optaron a la subasta.

Pero aunque la solución buscada para NCG Banco no sea la peor para el mantenimiento del empleo o la red de oficinas, la oposición no dejó escapar la oportunidad de cuestionar la operación, al poner el acento en que la entidad gallega de referencia, antes en manos del Estado a través del FROB, fue ahora engullida por un banco extranjero. No comparte, ni siquiera parcialmente, el discurso positivo que el PP gallego hace de la operación.

Mudanza en el PSdeG

El entendimiento entre Gobierno y oposición parece imposible en este asunto, pero también en otros muchos, y eso es también un rasgo distintivo del 2013, en el que el PP actuó como una apisonadora al aprobar 13 leyes en el Parlamento, sin apoyo alguno de la oposición.

La llegada de Gómez Besteiro a la cúpula del PSdeG, donde sustituyó a Pachi Vázquez, fue otro de los hitos políticos del año. Y el cambio de interlocutor en el principal partido de la oposición alimentó también la perspectiva del diálogo político entre los dos grandes partidos con el fin de impulsar algunas decisiones conjuntas con las que encarar la crisis.

El diálogo frustrado

Las expectativas se disiparon rápidamente. El debate sobre el estado de la autonomía, celebrado en octubre, demostró que ni el PP está dispuesto a corregir el rumbo ni el PSdeG tiene previsto dar un cheque en blanco. Los socialistas le pusieron un peaje al diálogo: un plan para crear 30.000 empleos. Los populares, en cambio, no dieron la más mínima opción a modificar una sola cifra del programa presupuestario de la Xunta.

El posible diálogo queda relegado a cuestiones de menor empaque, como los nombramientos en los órganos colegiados, del tipo del Consello de Contas o el Consello Consultivo o el consejo de la CRTVG, ya que ni siquiera hay materia para que PP y PSdeG puedan ponerse de acuerdo a la hora de reformar la ley electoral.

El colapso de AGE

El 2013 fue un año ambivalente para el grupo revulsivo de la oposición: la Alternativa Galega de Esquerda (AGE) de Xosé Manuel Beiras. Esta formación, que junto al PP fue la cara del éxito en las pasadas autonómicas, abrió la legislatura decidida a hacer una oposición contestataria y próxima a la calle, que llevó al propio al propio Beiras a golpear en el escaño de Feijoo para protestar por su relación con el narco Marcial Dorado.

No obstante, al convoy de AGE solo necesitó dos meses para empezar a perder piezas por el camino. La torpeza demostrada a la hora de sustituir un escaño vacante desencadenó una crisis más profunda que se venía larvando desde meses atrás, y que ahora amenaza la propia pervivencia de la coalición para regocijo del PP, que en ocasiones se vio desbordado para frenar a AGE.

El 2013, en definitiva, fue un año en el que el PP aguantó el timón de la Xunta en medio de grandes dificultades, prorrogando los recortes sociales y manteniendo tasas de paro en niveles máximos. Pero los focos de crisis que se abrieron en las fuerzas de la oposición -quizás con la contada excepción del BNG, donde impera la calma interna- le permitieron a Feijoo levantar la cabeza y tomar aliento, como ocurrió en la pasada legislatura cuando PSOE y Bloque se desangraron en constantes cuitas internas.