«Ya no tengo un duro», le dijo el principal imputado a uno de sus acreedores al día siguiente de cobrar 1,5 millones

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El principal imputado gastó en coches de lujo, yates y helicópteros hasta que se quedó sin blanca

28 oct 2014 . Actualizado a las 08:51 h.

Las irregularidades supuestamente cometidas por Dorribo son en cantidad y de calidad. Así lo expresa la jueza de la Campeón en su auto final. Gastó y gastó en coches de lujo, yates, y helicópteros hasta que se quedó sin blanca. Al final solo tenía pufos. Y para tratar de volver a flote intentó «sangrar» al Igape, prevaliéndose de sus «colaboradores».

Algunos de sus socios llegaban a dudar de que cobrase las ayudas porque no saldaba con ellos las cuantiosas deudas. «Aunque ayer cobré un millón y medio de euros, no tengo un duro», le soltó tan ancho a un acreedor.

El cabreo llegó a hacerles pensar en denunciar lo que estaba sucediendo. De hecho hay conversaciones telefónicas en las que algunos se plantean la posibilidad de hablar con el Igape para dar cuenta de las irregularidades para que le cortaran el grifo.

Dorribo se tragó los dos préstamos del Banco Europeo de Inversiones (casi tres millones de euros). Pues a pesar de eso, la jueza recuerda que su situación era catastrófica. El día 4 de mayo del 2011, en una conversación con su socio Arsenio Méndez le dice que lo están ahogando financieramente dos entidades bancarias. Según contaba pagaba 40.000 euros mensuales de alquiler por máquinas que estaban «en el museo», refiriéndose a que estaban paradas.

Más o menos en esa época, Dorribo le dijo a Arsenio: «No me importa que me ejecuten las deudas y me quiten las naves de Nupel ni la maquinaria. Puedo montar el negocio donde quiera porque las escrituras de los registros de los medicamentos no las tengo hipotecadas. Eso es lo que tengo que salvar». Y le pide a su socio un favor: «Vete a Nupel y llévate las escrituras de los registros y las guardas en una caja fuerte en A Coruña». El plan continuaría con la visita a un notario para vender esos registros a una empresa andorrana con la que tenían un contrato privado. Los medicamentos eran genéricos que vendía a países de África. Los registros parece que tienen poco valor.

Para llevar a cabo sus turbios negocios, Dorribo utilizó como pantalla 13 empresas, según el auto final de la jueza. Un funcionario del Igape advirtió en su día a sus superiores -además, empleando colores llamativos en el texto- que ni los objetos sociales ni las cuentas anuales de varias de las firmas eran coherentes con lo que ofertaban como proveedores.

Presiones al diputado Cobián

Uno de los capítulos más llamativos de la operación Campeón se refiere al momento en el que la trama se moviliza para justificar ante el Igape un pago de 400.000 euros. El dramatismo llega a su máximo nivel cuando Carlos Monjero le advierte la sentencia que supuestamente le transmitió un jefe del citado organismo: «Si no presentáis ese justificante, estáis muertos».

«¿Y cómo podemos arreglarlo?», fue lo primero que preguntó Dorribo. Quizá pensó en una comida o algo similar.

Dorribo tendría que invertir 400.000 euros para lograr la subvención y no lo hizo. Entonces buscó alternativas y se quedó con una: hacer transferencias continuadas con el mismo dinero que entraría y saldría de diversas cuentas hasta llegar a justificar el importe de gasto no realizado. Después de tanto movimiento, la trama consiguió colársela al Igape, que dio por «cumplidas las condiciones establecidas en el contrato de préstamo» y, en marzo del 2011, soltó la primera parte del crédito por un importe de 1.529.569 euros.

Para cobrar la segunda parte, y como consecuencia del retraso, presionan al entonces diputado Cobián. El expolítico habría recibido 100.000 euros.