El nacionalismo, dividido en su encrucijada

serafín lorenzo SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Las expectativas creadas en torno a la irrupción de Podemos multiplican los interrogantes sobre el futuro de cuatro proyectos que convivieron bajo el techo del BNG y ahora exploran vías distintas para su supervivencia

18 nov 2014 . Actualizado a las 11:29 h.

El nacionalismo gallego se asoma fragmentado a un momento crucial en su historia. Los casi tres años transcurridos desde la asamblea de Amio que dinamitó su convivencia en la casa común del BNG no solo no han ayudado a cicatrizar las heridas, sino que han ensanchado la brecha entre las fuerzas escindidas y han deparado incluso nuevas fracciones de lo ya dividido, como la reciente quiebra en Anova. En este escenario voluble irrumpe Podemos, al que los sondeos auguran la fuerza de un vendaval capaz de arrasar el bipartidismo y poner patas arriba el sistema. ¿Podría el nacionalismo salir indemne de ese cataclismo desde la discordia? Líderes y significados representantes de cuatro formaciones que hasta febrero del 2012 eran una sola analizan esa encrucijada y marcan el camino a seguir. Por ahora, cada uno el suyo.

El BNG ha apostado por un modelo de asambleas abiertas con el que pretende ampliar su base social, pero desde la fidelidad a su proyecto político. Su portavoz nacional, Xavier Vence, diagnostica el momento de «crise do sistema político e institucional e tamén dos partidos, pola crecente desconfianza da xente cos partidos do réxime», apunta, en alusión a PP y PSOE. Pero asume que esa inestabilidad también sacude a la izquierda e «indirectamente» al nacionalismo. Es en ese contexto de «reconfiguración do panorama político» donde el Bloque apuesta por «fortalecer un gran polo nacionalista de esquerdas, que defenda os intereses de Galicia fronte as forzas que defenden as políticas recentralizadoras e neoliberais». Aunque este canto a la unidad lleva implícita una premisa que coarta su concreción práctica. «A estratexia do nacionalismo non pasa por supeditarse a unha forza estatal, sexa IU ou sexa Podemos. A xente nacionalista descarta esa sumisión a IU», subraya Vence, en clara referencia a la estrategia que sigue Anova.

El «gabinete da Complutense»

Advierte que esa animadversión a las alianzas con formaciones federalistas deparó la ruptura interna de los de Beiras. «O BNG non vai acompañar a ninguén que vai pola vía dunha supeditación a fuerzas estatais», recalca su líder. Incide en que Galicia necesita un proyecto nacionalista que defienda su autogobierno y sectores productivos. Eso, resuelve, nunca lo garantizará Podemos, a cuya cúpula caricaturizó ayer como «gabinete da Complutense».

Anova discrepa. Se ha lanzado sin complejos a una acumulación de fuerzas de la izquierda rupturista que incluye a los de Pablo Iglesias. Lejos de enfriar los planes de su dirección, la crisis que se ha saldado con la salida del sector crítico agrupado en Cerna ha estimulado esa apertura, a partir de la idea de expandir la coalición con IU en AGE. Los de Beiras sostienen incluso que «paga a pena» la ruptura interna, porque el objetivo es «que Galicia estea representada a través dunha organización nacionalista nesa suma de forzas que se está a dar no Estado». Así lo plantea el coportavoz de Anova, Martiño Noriega, convencido de que «a cuestión da unidade do nacionalismo está totemizada». «O BNG aposta por poñer o proxecto nacional por enriba da suma de forzas que se está a dar no Estado. E hai forzas que apostan polo contrario. Esto explica o debate que se está a dar agora e o que se deu no BNG antes das escisións», argumenta.

Noriega, que la semana pasada estuvo en Barcelona con Ada Colau (Guanyem) y en Madrid en la proclamación de Pablo Iglesias, asume que el previsible vuelco de Podemos al mapa de la izquierda condicionará el futuro del nacionalismo gallego. «Sería negar a evidencia, porque ten a centralidade», apunta. Pero resalta que el propósito de Anova es aportar una lectura plural en esa «acumulación de forzas que derrote ao bipartidismo con garantías», para que la visión identitaria gallega esté siempre presente.

Los escindidos de la formación de Beiras, Cerna, comparten ese proyecto de unión en torno a la «maioría social agredida», porque está en la génesis de Anova de la que ellos también participaron. Uno de sus rostros más reconocibles, Luis Eyré, histórico colaborador de Beiras, aprecia dos planos. Plantea que «a conciencia de que Galicia é unha nación dependente e sometida a decisións económicas e políticas que se toman contra a maioría social en centros de decisións alleos é maior que en calquera outro período nos últimos cen anos». Pero en su expresión política impera la fragmentación, que Eyré achaca a «tentativas frustradas de dar unha resposta eficaz ás demandas da ciudadanía».

La paradoja, sintetiza, es que fueron las distintas visiones sobre cómo alcanzar un apoyo social mayoritario las que decantaron esa división organizativa. Aunque opina que esa fragmentación tampoco será un drama si esas fuerzas logran identificar unos objetivos mínimos para atender las demandas sociales. Eyré habla de romper democráticamente con el régimen, democratizar el aparato jurídico, pasar página al bipartidismo y recuperar competencias para que Xunta y concellos muden las políticas sociales. Iglesias lo suscribiría punto por punto. Aboga Eyré por una unidad de «nacionalistas e non nacionalistas que acepten a autoorganización da Nación Cidadá Galega», pero cree que debería sustanciarse antes de las generales del 2015.

Bascuas aplaude a Podemos

Lo mismo opina el secretario xeral de Compromiso por Galicia, Xoán Bascuas, que diferencia entre el proyecto galeguista de su formación, el nacionalismo del BNG y la «aproximación á esquerda» de Anova. Reflexiona sobre la posibilidad de que, tras las generales, se abra el debate de la cuestión territorial, «se o PP e as forzas colindantes non suman 140 escanos». Si sucede, arguye, sería importante que el galeguismo y el nacionalismo tuvieran presencia en las Cortes. Bascuas, que aplaude el fenómeno Podemos, concluye que Galicia seguirá precisando de esa unidad de las fuerzas ahora fragmentadas para defender los intereses de este país. En su reelección como líder de Compromiso, el domingo pasado, ya apeló a esa alianza de galeguistas y nacionalistas para las generales.

¿Y Cataluña? Lo que allí sucede no quita el sueño a ninguno. Galicia, coinciden, tiene sus propios problemas. El reto del nacionalismo es ser capaces de ponerse de acuerdo para dar una respuesta convincente a los ciudadanos. Es ahí donde se juega su futuro.