Las horas de deliberación superan las del caso Bretón, con un solo acusado

Juan María Capeáns Garrido
JUAN CAPEÁNS SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

El caso de José Bretón permanece en la memoria colectiva de España.
El caso de José Bretón permanece en la memoria colectiva de España. Rafa Alcaide | EFE

La mayoría de las respuestas requieren una justificación para Porto y otra para Basterra, al ser necesario determinar si estuvieron juntos o no en momentos clave

30 oct 2015 . Actualizado a las 09:23 h.

La deliberación del jurado popular del caso Asunta va camino de convertirse en una de las más largas en juicios por crímenes. Es la supuesta coautoría, la de Rosario Porto Ortega y Alfonso Basterra Camporro, la que está dilatando la reflexión del tribunal, que va ya a por su quinto día natural, que a mediodía de hoy hará cuatro jornadas completas y que hasta ayer por la noche acumulaba unas 38 horas netas de reunión con las preceptivas paradas para comer, pero ya sin salir de los juzgados de Santiago.

Las 21 preguntas que conforman el objeto del veredicto contienen diferentes fórmulas para expresar una misma circunstancia, y es que el crimen ha sido cosa de dos, según las tesis de la fiscalía y de la acusación popular. «De común acuerdo», «dentro de un plan acordado» o «conjuntamente» son algunas de las coletillas que incluyen las cuestiones planteadas por el magistrado-presidente tras negociar con las partes, y además algunas de ellas define la involucración en los hechos de cada uno de los acusados.

Esta configuración se gestó en la penúltima jornada de la vista oral, cuando el fiscal Jorge Fernández de Aránguiz anunció en sus conclusiones que, al menos en la pregunta relativa a la ejecución de la asfixia de Asunta, estaban los dos involucrados «o al menos Rosario Porto». Para el abogado defensor José Luis Gutiérrez Aranguren «este cambio tiene su influencia lógica, porque plantea la coautoría sin la participación directa de uno de ellos».

Un hecho conjunto

El magistrado Jorge Cid Carballo admitió en el momento de entregar el objeto del veredicto al jurado que lo construyó en base a las conclusiones en las que una tesis principal habla «de un hecho conjunto, pero tampoco se descarta que lo hayan ejecutado individualmente, o uno u otro, por eso en algunos casos se plantean las tres hipótesis». Y hay, claro, otra línea, la de las defensas, que niegan que sea cierto y que sostienen la inocencia de los dos.

Pero, ¿se puede ser autor de un crimen sin realizar materialmente la acción de matar? «Lo recoge el Código Penal», explicó Cid Carballo antes de dejar solos y aislados a los jurados: «Y lo admite si se dan una serie de requisitos, como que exista un acuerdo previo y que haya una aportación a un hecho esencial para que se cometa el delito», puntualizó.

Este comentario del magistrado, con el que quiso ilustrar a los jurados sobre la figura de la coautoría, ha puesto la lupa sobre uno de los hechos más difíciles de juzgar en este caso y que, a buen seguro, está generando un amplio debate en el tribunal, como es la participación o no de Basterra en determinados supuestos del 21 de septiembre entre las cinco de la tarde -cuando Asunta y Rosario salen por este orden de su casa- y las nueve de la noche -cuando este hace varias llamadas desde su teléfono móvil a su exmujer y su hija-. El problema es que la presencia o no de Alfonso afecta a varias de las preguntas clave planteadas a través de la tesis de la acusación: ¿Subieron los dos a la niña a Teo? ¿La ataron los dos de pies y manos? ¿La asfixiaron entre los dos o fue Rosario? ¿Quién la trasladó a la pista de Feros? ¿Fue solo uno de ellos? ¿O ninguno?

Entre dos horas y 72

Ya sea por estar atascada la reflexión en algún punto complejo o por la meticulosidad del jurado, el juicio por el caso Asunta va camino de convertirse en hito por las horas empleadas para la deliberación. Supera ya al proceso contra José Bretón (2013) condenado por el asesinato con alevosía de sus dos hijos y que tuvo al tribunal encerrado cuatro jornadas, pero en realidad solo sumaron 72 horas de aislamiento, que ya se han cumplido en Fontiñas a primera hora de la tarde de ayer. El caso Bretón desmonta, además, la teoría de que las deliberaciones largas impliquen dudas en el jurado -hacia la culpabilidad o no culpabilidad, que es lo que dirimen- porque en este juicio tenían ante sí en el objeto del veredicto veinte cuestiones con sus hechos, y la mayoría quedaron «probados por unanimidad». La rotundidad también fue recogida en la sentencia posterior del juez.

JESUS DOMINGUEZ

Hay otros casos que se van al otro extremo: a principios de este mes de octubre, un jurado popular declaró culpable a un vecino de Laredo (Cantabria) que acabó con un cuchillo con la vida de su padre y una mujer. Necesitaron solo dos horas para calificar los hechos de asesinato y no como homicidio. Otro tribunal, en febrero del 2014, requirió solo un día para declarar a cuatro vecinos de Verín culpables del asesinato de un chófer de autobús. El falso monje shaolín también fue juzgado en Bilbao por un tribunal popular este mismo año, y también fue condenado por un doble crimen. Contaban con una ventaja, y es que la frase más larga que dijo este hombre durante la vista fue «lo reconozco todo». Hay más resoluciones exprés de 24 horas, como la de Mónica Juanatey, la noiesa condenada por matar a su hijo en Menorca en el 2012.

Dos días y un error

También tiene una conexión gallega otro de los juicios más mediáticos del siglo XXI. El del asesinato de Rocío Wanninkhof, que llevó al banquillo a Dolores Vázquez, natural de Betanzos. Esta deliberación, que tuvo lugar en los juzgados de Málaga en el 2001, duró dos días, y sirvió para condenar a Vázquez a 15 años de prisión. Solo cumplió 17 meses porque la inconsistencia de las pruebas llevó al Tribunal Superior y al Supremo a revisar la condena y decretar un nuevo juicio. Este episodio sobrevuela sobre los nueve de Fontiñas: Aranguren se encargó de pedirles «que no vuelva a repetirse algo así».

El presidente del tribunal da permiso para emitir en directo el veredicto

El presidente del tribunal popular, Jorge Cid, trabaja estos días en su despacho ajeno a las deliberaciones del jurado, que se desarrollan en una zona del edificio de Fontiñas en la que estos días hay escasa actividad. El magistrado solo tendrá que actuar en el caso de que el jurado solicite un cambio importante en el objeto del veredicto o una ampliación de la instrucción, pero cualquier alteración debe ser en audiencia pública con presencia de todas las partes. Lo que sí ha hecho Cid Carballo es dar permiso a los medios audiovisuales para conectar con la señal de la sala para emitir en directo la lectura del veredicto, que le corresponde al portavoz del jurado. El magistrado considera que no hay inconveniente porque ya no afectaría al proceso.

Los miembros del jurado también votaron y apoyaron en la primera jornada de la vista oral que los medios de comunicación pudiesen entrar en la sala y que tuviesen acceso a las imágenes y al audio, pero sin emisión en directo. Solo hubo limitaciones para imágenes «delicadas».