Los críticos consideran que la clave está en el modelo y en la influencia de la UPG
05 nov 2016 . Actualizado a las 05:00 h.Los focos apuntan todavía al Parlamento gallego tras el inesperado éxito electoral, pero el BNG tiene abierto desde el pasado verano un proceso para debatir su refundación con vistas a la reunificación del proyecto nacionalista. La iniciativa, bautizada como Proxecto Adiante, tiene por objetivo atraer y ampliar la base social. Y todo lo que no sea sumar nuevas adhesiones, es decir, ir más allá de los actuales militantes orgánicos, se vería como un fracaso.
Este es el objetivo, cuyo enunciado suena fácil. El problema esta en cómo sumar. Y aquí viene el debate de fondo. Algunas voces en la actual dirección entienden que el apoyo recabado el pasado 25 de septiembre da oxígeno para continuar por la misma senda, pero hay otros pesos dentro del frente que advierten de la imperiosa necesidad de emprender cambios. De lo contrario, el nacionalismo volvería, según ellos, a flirtear con su desaparición en las instituciones.
En este punto, todo está sujeto a revisión. Incluso hay sectores del BNG que ya plantean ahora que el nuevo edificio no puede articularse sobre la misma marca que abandonaron militantes y simpatizantes tras la asamblea de Amio, en enero del 2012. Es decir, proponen, abiertamente que se plantee el cambio de siglas. Y este es un debate que genera división interna en toda la organización e incluso en su partido mayoritario, la Unión do Povo Galego (UPG), donde hay detractores y partidarios de esta alternativa. Este es el resultado de las reuniones y conversaciones celebradas desde el pasado 25 de septiembre.
A la espera de que el Proxecto Adiante cobre fuerza tras el arranque de la legislatura, lo cierto es que sobre la mesa no solo se plantea el cambio de siglas, sobre el que decidirá la militancia, sino el modelo organizativo. Para la corriente crítica, con pocos efectivos ya por la salida de cuadros y militantes, este es un asunto central. Liderada por Xavier Vence, impulsor del manifiesto de Vidán, la clave, más que en las siglas, está en un articular un modelo nuevo, que supere la estructura de frente, que deje de estar controlado por la UPG y que permita establecer nexos con la marea. Esto fue lo que expusieron recientemente en una reunión celebrada en Santiago: sin alianzas con la marea no habrá posibilidades reales de derrotar a Feijoo.
Sin embargo, ni el grueso de la militancia del BNG ni los cuadros están dispuestos a alianzas con el nacionalismo que hay en la marea mientras siga aliado con fuerzas estatales. Esa es una línea roja que el Bloque no traspasó en los peores momentos.
Tampoco la UPG está dispuesta a desaparecer, tal y como exigen los críticos. Y esto plantea el problema de si el BNG o la futura fuerza nacionalista será un partido de adscripción individual, como proponen algunos, o una organización de colectivos, como sucede ahora. El resultado se conocerá en febrero, cuando el BNG celebra su asamblea.