El PP de Vigo afronta fracturado la búsqueda de una alternativa a Caballero

Ángel Paniagua Pérez
Ángel Paniagua VIGO / LA VOZ

GALICIA

XOÁN A. SOLER

Los exconselleiros Muñoz y Guerra se disputan hoy el liderazgo del partido

17 dic 2016 . Actualizado a las 05:00 h.

La ilusión no cotiza al alza en el PP vigués en los últimos tiempos. El partido tiene más de 5.000 militantes, solo 1.061 pagan las cuotas. Los equipos de Elena Muñoz y Javier Guerra se han pasado las últimas semanas llamando a afiliados para poner el pago al día: quien no abona no puede votar en el congreso que hoy celebra el Partido Popular para elegir a su presidente. Se enfrentan dos conselleiros que coincidieron unos meses en el Gobierno de Feijoo, ella en Facenda, él en Economía.

Aspiran a suceder a José Manuel Figueroa, el sempiterno concejal al que el presidente no permitió presentarse a alcalde.

Es una situación inaudita en el PP vigués. La fractura es evidente. Elena Muñoz ha recogido 539 avales de personas con derecho a voto. Javier Guerra tiene 326. Si los votos se mantienen, Muñoz ganará, pero Guerra tiene a un 30 % de la militancia de su lado. Ella, en cambio, cuenta con el apoyo de todos los cargos institucionales; él reivindica la autonomía frente a la dirección de Santiago. La división preocupa en el PPdeG. Ayer, su secretario xeral, Miguel Tellado, hizo un llamamiento a la unidad, «gañe quen gañe». Pero preocupa más que, en dos años, el partido logre volver a ser la fuerza más votada de la ciudad para construir una alternativa frente al cómodo reinado de Abel Caballero.

Una técnica discreta

Faltaban apenas cien días para las elecciones municipales cuando Alberto Núñez Feijoo terminó de deshojar la margarita y señaló a la discreta conselleira de Facenda, Elena Muñoz (Madrid, 1971), para disputar la plaza de Vigo al todopoderoso Abel Caballero. Al día siguiente, Muñoz, una conselleira poco dada a recorrer Galicia en el coche oficial, apareció en Vigo para una visita institucional al Museo del Mar. Nadie del PP estaba a su lado mientras ella recorría las solitarias salas de lo que décadas antes fue el matadero de Alcabre. Fue toda una metáfora del sentir del PP vigués. En el partido local sí conocían el nombre de Elena Muñoz Fonteriz, porque era conselleira. Poco más. Se afilió al PP en el 2010, cuando vivía en Santiago, poco después de ser nombrada interventora general de la Xunta. «Pero ella es una hormiguita, trabajadora, callada», matiza un empresario. Domina la contabilidad y los procesos administrativos y hasta el bipartito la mantuvo en cargos.

Pero eso no gana elecciones. Tuvo que conocer las inquietudes de Vigo durante la precampaña de las municipales. Se reunió con todos los colectivos sociales, empresariales y culturales, escuchando más que proponiendo. Muñoz confesaba entonces que le estaba sorprendiendo el control absoluto del alcalde ciudad. Caballero llevaba ya ocho años en la alcaldía. Con ella enfrente logró la mayoría absoluta más aplastante de España. «A mí que me dejen a Muñoz», ha dicho. Solo un tercio de los votantes sabía quién era. Poco ha cambiado. Hasta el presidente del Celta, en plena guerra abierta con el alcalde, solo ha tenido palabras gruesas contra Muñoz.

Ella sabe que tiene el sambenito de venir impuesta por Santiago. Ahora quiere reivindicarse.

El antipolítico despechado

Mantiene Javier Guerra (Vigo, 1964) una relación peculiar con la política. No puede vivir sin ella, pero es incapaz de estar a su lado. Mientras ostentaba cargos institucionales, solía repetir una frase: «Yo gano mucho dinero, a mí no me hace falta la política». Ahora que no es ni concejal ni diputado ni conselleiro, y todo eso ya lo fue, quiere volver.

Su alusión a la riqueza no era muy celebrada en su partido, pero sí rigurosamente cierta. Fue el conselleiro más rico de Feijoo, declaró un patrimonio de 15 millones cuando estaba al frente de Economía. Retomó sus negocios cuando Feijoo prescindió de él en el 2012. Hoy sigue haciendo dinero en el sector textil. Levantó El Niño y ahora potencia Fun&Basics. Esta semana en la que se juega la presidencia del PP vigués se pasó el miércoles en Madrid con sus negocios.

¿Qué hace en política un empresario de éxito? «Javier es el más pepero de todos nosotros. Cuando estaba en la universidad ya repartía folletos», señala un diputado. Era el Santiago de principios de los 80, cuando España se entregaba al felipismo y nadie usaba el adjetivo moderno para referirse a la AP de Manuel Fraga. Él ya estaba allí. Su carácter tempestuoso es épico. «Es transparente: estás en una reunión y te dice lo que piensa; no es un político», dice, a modo de elogio, un empresario. Y ha cundido la creencia de que todo esto del congreso también tiene que ver con el carácter: Guerra sigue dolido con Feijoo porque lo apartó del Gobierno. En la legislatura 2012-2016, despechado, apenas se hizo notar en O Hórreo, y lo único que brilló de su papel como diputado raso fue su perenne moreno. Ha reconocido a los suyos que hoy va a perder contra la candidata de Feijoo. Pero dará guerra.