El endiablado desafío coruñés de Diego Calvo

Domingos Sampedro
domingos sampedro SANTIAGO / LA VOZ

GALICIA

Marcos Míguez

El dirigente provincial entra en la terna de sucesores de Feijoo, pero depende de las municipales del 2019

05 mar 2017 . Actualizado a las 05:00 h.

Los discípulos de Romay Beccaría le conceden una importancia capital a aquel congreso provincial del PP coruñés en el que desafiaron al fundador del partido y sus planes sucesorios. Corría el mes de diciembre del 2004. Nada sería igual si no llegan a ganar aquel cónclave Juan Juncal y Carlos Negreira con la red de apoyos que fue tejiendo Romay. Bien podría ser otro el sucesor de Fraga si a Feijoo no le prestaran ese fortín político para dar la batalla al año siguiente. Al igual que entonces, la provincia de A Coruña va a ser clave para decidir el futuro del partido en Galicia, una vez que el presidente de la Xunta dejó asentado que no optará a un nuevo mandato. Y el nombre propio, esta vez, es el de Diego Calvo.

Es evidente que el PP gallego intenta huir del debate sucesorio como de la tiña. Son varios los mensajes internos que en este sentido trasladó Alberto Núñez Feijoo, quien no quiere distracciones innecesarias en la labor de gobierno que puedan tensar las costuras del partido. Queda mucho tiempo y tela por cortar. El melón no se abrirá hasta conocer los resultados de las municipales del 2019, un test que para los populares actuará como una especie de primarias, ya que es el resultado de las urnas lo que colocará en la parrilla de salida a los aspirantes a la sucesión.

En cierto modo, el debate sucesorio está latente en el PPdeG desde que Feijoo se instaló en Monte Pío, como si Galicia fuera solo una estación de paso en sus aspiraciones políticas. Siempre le han acompañado las especulaciones sobre un posible salto a Madrid para tomar posiciones ante un eventual relevo de Rajoy que no parece estar en la agenda.

La terna sucesoria

Y quizás por eso de que un presidente de la Xunta debe ser diputado, en Galicia se suele mirar a los dirigentes con escaño en O Hórreo para hablar de potenciales sucesores, así que el título de aspirantes siempre recayó en Alfonso Rueda, vicepresidente de la Xunta, y Pedro Puy, portavoz parlamentario, ambos con acta de diputado desde el año 2009.

La única diferencia que trajo esta legislatura, que será, en principio, la última de Feijoo, es la incorporación de Diego Calvo a la terna de nombres. El presidente del partido en A Coruña, nacido en San Sadurniño cuando Feijoo tenía 14 años, también estaba en aquel congreso provincial del 2004, como el benjamín de los discípulos de Romay.

Diego Calvo presidía por aquel entonces las Nuevas Generaciones del PPdeG y se había estrenado ya como diputado en O Hórreo, donde desarrolló una labor destacable en la oposición al bipartito de Touriño, bajo las órdenes de Feijoo. Tras su paso por el Gobierno gallego y la Diputación de A Coruña, regresa a la zona de confort del Parlamento con una posición institucional de primer nivel -vicepresidente primero-, que le deja tiempo libre para ocuparse del endiablado desafío que tiene por delante: rearmar el PP en la provincia para recuperar la Diputación en el 2019 y arrebatarle a las mareas alguna de las tres ciudades que tienen. Y en esa tarea será esencial la elección de los candidatos en A Coruña, Santiago y Ferrol.

La sucesión de Feijoo no se va a disputar en función de la foto fija que ofrece ahora el partido, sino de la que fabricarán las municipales de dentro de dos años. Y Diego Calvo está llamado a ser uno de los figurantes de esa imagen. Como opción que no se puede obviar para la sucesión, si las urnas le sonríen, o como un dirigente al que moverle la silla, si las cosas vienen mal dadas.